El Puerto de Sóller o Port de Sóller, como se conoce en su tierra, es un pequeño y pintoresco pueblo en el noroeste de Mallorca. Es uno de los pueblos más bonitos de Mallorca y no es para menos, ya que los parajes que lo rodean son espectaculares: arropado por naranjos, surcado por un encantador tranvía que cuenta con más de 100 años de historia, siendo uno de sus rasgos característicos, y sus callejuelas con palacios y casas señoriales terminan de conformar su encanto.
Sóller cuenta con una población cercana a los 15.000 habitantes en su término municipal y la forma más espectacular de llegar a él es a través del famoso ferrocarril que lo une con Palma desde 1912. Se trata de un trayecto encantador que discurre por la Sierra de Alfábia entre espectaculares paisajes, túneles y curvas que se plantan en la naturaleza más pura. Su puerto protegido en la gran bahía es otro de sus encantos, además de ser un fantástico lugar para degustar el pescado y marisco fresco.
Es el único puerto natural de la costa norte mallorquina y antaño supuso un punto estratégico en la ruta comercial entre Mallorca y la costa Francesa. Ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es un lugar ideal para disfrutar de la paradisíaca costa balear. Sus dos playas de arena fina y dorada y aguas cristalinas situadas en los extremos del puerto son sus grandes atractivos, además de ser uno de los mejores lugares para disfrutar de la gastronomía típica en un ambiente dominado por la calma y la belleza natural.
Puerto de Sóller está completamente rodeado por las imponentes sierras de la Tramuntana y su ubicación es lo que le otorga su gran belleza. Las vistas que se ofrecen desde su bahía al mar Mediterráneo son espectaculares, así como las que dan a los campos de naranjos y al interior. El gran protagonista del pueblo es su tranvía, cuyo estilo antiguo recuerda a la ciudad de San Francisco. Este conecta el Puerto de Sóller con la ciudad de Sóller.
La Torre Picada es una antigua torre de vigilancia situada al noroeste de Port de Sóller, construida medio siglo después del ataque pirata de 1561 que marcó la historia del lugar. Por aquel entonces pasó a formar parte su sistema defensivo y hoy en día es un icono de la zona, desde donde se ofrecen unas espectaculares vistas sobre el alto acantilado en el que está situada.
Una visita a este pintoresco pueblo mallorquín no puede concluir sin haber aprendido sobre su historia, por eso es importante acudir a sus museos más destacados. Uno de ellos es el Museu de la Mar, donde se cuenta su fascinante pasado marítimo y su importancia en la economía de la zona a través de piezas navales antiguas, documentos relacionados con el mar y todo lo relacionado con el mundo de la pesca.
La sede de este museo se sitúa en el antiguo monasterio de Santa Caterina d’Alexandria, que data del siglo XIII. A lo largo de los siglos fue destruido y reconstruido en varias ocasiones y en un periodo de tiempo fue utilizado como centro de albergue para una colonia de leprosos y como hospital.
Su puerto deportivo bien equipado es el lugar ideal para comenzar una excursión hacia paradisíacas calas cercanas, como Sa Calobra, famosa por ser uno de los escenarios de rodaje de la película El atlas de las nubes. Otra destaca cala es la Cala Deià, que a lo largo del trayecto para llegar a ella se disfrutará de las maravillosas vistas de los abruptos acantilados y las aguas cristalinas que bañan la costa. También es posible disfrutar del paisaje de interior y las montañas a través de las distintas excursiones y rutas montañistas y de senderismo, como la ruta GR221 que cruza la Sierra de Tramuntana, o la que atraviesa el Barranco de Biniaraix.
En la vecina ciudad de Sóller se ofrecen más lugares de interés, como la Iglesia de San Bartolomé, construida en el siglo XIV, el Museo Can Prunera, donde se exhiben obras de reconocidos artistas como Picasso, Kandinsky o Warhol, o el Jardín Botánico, donde se puede contemplar la fascinante flora y fauna de la isla.
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