La ciudad italiana de Turín ha cobrado especial protagonismo en los últimos meses al convertirse en la ciudad que ha acogido el Festival de Eurovisión en la edición de este 2022. La que es capital del Piamonte italiano no se ha encontrado en las ciudades más famosas de Italia, pero no por ese motivo debe dejarse de lado y no adentrarse en sus calles, en las que se encuentran infinidad de monumentos y muchas actividades que ofrecer.
Desde 1861 fue la capital del país y ciudad residencial de la Familia Real italiana, la Casa de Saboya. Es por esto por lo que en sus calles se respira un ambiente palaciego, además de arte. El panel de fondo con las cumbres de los Alpes como protagonistas le otorgan una belleza todavía mayor. En definitiva, en Turín se respira sobriedad, lujo, historia, arte, naturaleza y gastronomía.
Turín también se considera como la cuna de Italia debido a que en esta ciudad nacieron muchos políticos que han resultado decisivos para el nacimiento y evolución del país. Su papel como primera capital también le otorga mayor peso en la historia y en la cultura, y de ello se puede aprender en sus museos y monumentos.
Para descubrir la esencia de esta ciudad se deben visitar sus lugares más emblemáticos, como mínimo. La Iglesia de Santa Cristina y la de San Carlo Borromeo presiden una de las plazas más conocidas de Turín, la Piazza San Carlo, conocida también como El salón de Turín. Aquí hay que recorrer sus arcadas, rodeando la estatua ecuestre de Emmanuel Philibert, hasta acabar en alguna de sus terrazas para disfrutar de un buen café.
Si buscan la fotografía más mítica de esta ciudad debes buscar la Mole Antonelliana, símbolo de Turín y uno de los más importantes arquitectónicos de Italia. Fue concebida en su inicio como una sinagoga, pero fue adquirida por el ayuntamiento de Turín para convertirse en un monumento a la Unidad Nacional. La Mole Antonelliana llegó a ser el edificio más alto de Europa, y hoy se encuentra en el centro histórico de la ciudad, haciéndose visible casi desde cualquier punto de ella.
Como ya se ha dicho anteriormente, Turín fue el lugar de residencia de la familia real, de ahí que destaque su Palazzo Real. Ocupa un lado entero de la gran Plaza del Castillo, en el centro de la ciudad, y se trata de un edificio relativamente llano del siglo XVII. No obstante, en el interior deslumbra el Appartamento di Madama Felicità y los 26 apartamentos de estado suntuosamente decorados.
También sorprende la biblioteca, que cuenta con una entrada independiente, y los bellos Jardines Reales, que albergan en una de sus esquinas al Museo d’Antichità, donde se encuentran numerosos hallazgos arqueológicos que datan desde la prehistoria. Otro museo que resalta en Turín es el Museo Egipcio, el segundo de esta temática más importante del mundo. También es el más antiguo, ya que nació en 1724.
En la Plaza del Castillo también resalta el Palazzo Madama, sin duda la pieza central de la misma. En su esencia es un castillo del siglo XIII construido sobre los restos de la puerta oriental romana, y en el siglo XV fue ampliado y embellecido. Hoy en día alberga en su interior al Museo Cívico de Arte Antiguo, donde se puede aprender sobre la historia de Turín y su legado artístico.
Entre los demás monumentos que deben visitarse en Turín conviene señalar la Porta Palatina, la única que queda de las cuatro entradas a la ciudad romana; la iglesia de San Lorenzo, una de las grandes iglesias del mundo por su inusual y atrevida cúpula y en la que destaca el arte Barroco; o la Basílica de Superga, que se erige en la cima de una colina aledaña de Turín y dibuja un escenario perfecto para la vista entre naturaleza y arquitectura.
No hay que dejar de mencionar el pueblo medieval en el Parco Valentino si lo que se quiere es respirar después de contemplar tanto palacio y monumento. Aquí se puede vivir la esencia de una villa junto al río llena de negocios, jardines y el Castello del Valentino del renacimiento.
Para disfrutar del atardecer y de una de las mejores vistas de la ciudad conviene subir al Mirador Monte dei Cappucini. Desde aquí podrás apreciar la belleza de la ciudad con los Alpes nevados al fondo. Se puede subir en autobús, pero es recomendable hacer andando, cruzando el Puetne Vittorio Emanuele I, desde donde también se ofrece una preciosa perspectiva del río Po y del Monte dei Cappucini.