Corría el verano de 2007 cuando dos diputadas autonómicas de las tres que tenía Esquerra Unida (EU) en las Cortes Valencianas, Mónica Oltra y Mireia Mollà (una valenciana y la otra alicantina), dieron un golpe en el seno del grupo parlamentario de la formación de izquierdas quitando a la líder comunista, Glòria Marcos, de la dirección del grupo.
Muchos analizamos la operación en su momento como unas ambiciones personales mal canalizadas y otros como el inicio de un nuevo proyecto para la izquierda valenciana. Seguro que había mucho de las dos cosas. Mollà, la cabeza visible de una familia colocada en todos los resortes del poder ilicitano a través del movimiento fundado por su padre Pasqual Mollà en EU, Esquerra i Pais, se aliaba con Oltra.
Y ambas terminarían expulsadas y creando una especie de Frankenstein entre la izquierda -a la izquierda del PSOE- y un nacionalismo como el del Bloc que, tras años pactando con el PP en muchos municipios, se comenzaba a definir de izquierdas. Surgió Iniciativa del Poble Valencià, una de las tres patas que conformarían Compromís.
Es pertinente recordar todo aquello porque Compromís no ha sido una balsa de aceite, ni mucho menos. El Bloc ponía la militancia y la ideología pancatalanista. Iniciativa aportaba el liderazgo de Oltra fundamentado en demagogia y camisetas y, al tiempo, modulaba el discurso nacionalista con el feminismo, el ecologismo, los antidesahucios... en busca de un electorado más allá del 15% (como mucho) de nacionalistas en la Comunidad Valenciana.
El éxito relativo de aquella operación es indudable: obtuvieron un diputado por Valencia en las elecciones generales, ganaron fuerza en las Cortes Valencianas con diputados por las tres provincias y llegaron al Gobierno autonómico junto con el PSPV-PSOE de Ximo Puig y Podemos.
Y en este proceso, bajo las faldas de los Mollà, una joven crevillentina fue escalando puestos: Aitana Màs. Primero como candidata a las generales por Alicante, luego en su municipio y más tarde en la Generalitat. Hasta convertirse en vicepresidenta del Consell. La misma que esta semana pidió a Ximo Puig que cesase a su mentora de consellera de Agricultura. Oficialmente, por ser un verso libre dentro del Ejecutivo valenciano.
Hay tantas versiones del hecho como nacionalistas en la Comunidad. ¿Había necesidad de destituir a Mollà a cinco meses de las elecciones? ¿Qué participación ha tenido la defenestrada Oltra en estos sucesos? ¿Qué papel ha jugado Joan Baldoví? ¿Ha pesado el objetivo incumplido de no tener que llegar a primarias en Compromís?
No tengo respuestas a estas preguntas, como la mayor parte de periodistas de la Comunidad, incluso los mismos políticos que comparten con ellas escaños en las Cortes Valencianas. Pero como ya lo manifesté en 2007, todo esto me huele más a ambiciones personales que a una inteligente planificación política. Alguien quiere recoger los restos de Iniciativa del Poble Valencià cuando Compromís y el Botánico sean desalojados del Palau de la Generalitat (según prevén las encuestas). Y en mayo, podría ser demasiado tarde.