
Pedro Martínez de Luna: el Papa aragonés que solo estuvo 4 años en el Vaticano y fue "repudiado" por la Iglesia E.E
Pedro Martínez de Luna: el Papa aragonés que solo estuvo 4 años en el Vaticano y fue "repudiado" por la Iglesia
Este Papa nació en Zaragoza en 1342 y su historia forma parte de una etapa muy complicada de la Iglesia católica.
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La historia de la Iglesia católica ha estado marcada por grandes acontecimientos, pero pocos tan controvertidos como el Gran Cisma de Occidente. En este contexto, un aragonés llegó a ser pontífice, pero su estancia en el Vaticano fue muy breve: Pedro Martínez de Luna, conocido como Benedicto XIII, también llamado el "Papa Luna". Sin embargo, su legado quedó empañado por el conflicto eclesiástico que lo llevó a ser considerado un "antipapa".
Fue repudiado, excomulgado, perseguido y hasta intentaron asesinarlo por orden del Papa Martín V, pero no lo lograrón. Pedro de Luna como buen aragonés, no se rindió, y se cree que la famosa frase de “mantenerse en sus trece” es en referencia a su nombre como pontífice, Benedicto XIII.
La vida en la curia romana en aquella época no debía de ser sencilla. El poder político y religioso estaba muy unido, y los intereses de los reyes y de los países se entremezclaban con los intereses de la Iglesia. Aquí relatamos la historia del papa aragonés.
Un pontificado marcado por la división
Pedro Martínez de Luna nació en Illueca (Zaragoza) en el siglo XIV y se convirtió en una figura clave durante el Cisma de Occidente, una crisis en la que varios pontífices reclamaban simultáneamente la autoridad sobre la Iglesia.
En 1394, fue elegido papa en la sede de Aviñón (Francia), sucediendo a Clemente VII. Sin embargo, su origen aragonés generó desconfianza en la monarquía francesa, que temía que su lealtad estuviera con la Corona de Aragón y no con ellos.

Papa Luna. Wikimedia
En 1398, tan solo 4 años después del nombramiento, los franceses sitiaron el palacio papal en Aviñón, obligándolo a huir. A pesar de esta situación, Benedicto XIII se mantuvo firme en su postura y continuó ejerciendo como papa con el respaldo de algunos reinos como Castilla, Aragón y Escocia. No obstante, con el tiempo perdió gran parte de sus apoyos, y en 1403 solo contaba con cinco cardenales fieles.
La crisis eclesiástica se resolvió en el Concilio de Constanza en 1415, donde se acordó la destitución de los papas enfrentados y la elección de un nuevo pontífice, Martín V. Benedicto XIII se negó a abdicar, lo que llevó a que la Iglesia lo declarara hereje y lo excomulgara, sellando su destino como "antipapa". A pesar de la condena, él nunca renunció a su título y murió en Peñíscola en 1423.
Tras su muerte, los restos de Benedicto XIII fueron objeto de diversas vicisitudes. Su cráneo, en particular, ha tenido una historia notable. Durante siglos, se conservó en el palacio de los Condes de Argillo en Sabiñán, Zaragoza.
En abril de 2000, fue robado, lo que generó una amplia cobertura mediática. Afortunadamente, el cráneo se recuperó y, tras un período de custodia en el Museo Provincial de Zaragoza, regresó a Sabiñán en junio de 2021. Actualmente, se exhibe en la capilla de Santa Ana de la iglesia de San Pedro Apóstol, donde se ha acondicionado un espacio para su adecuada conservación.
Un intento de rehabilitación histórica
En los últimos años, la figura del Papa Luna ha sido objeto de revisión histórica. En octubre de 2022, el entonces presidente de Aragón, Javier Lambán, se reunió con el papa Francisco en Roma y entre otras cuestiones habló de la rehabilitación oficial de Benedicto XIII. Durante la audiencia, Lambán destacó la importancia histórica del Reino de Aragón y extendió una invitación al pontífice para visitar la región.
Francisco, que actualmente está ingresado por una bronquitis, visitó España en 2012 para la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, aún no ha viajado a Aragón. El último papa que pisó tierras aragonesas fue Juan Pablo II en 1982, cuando rezó en la Basílica del Pilar de Zaragoza, dejando una huella imborrable en la región.
La historia de Pedro Martínez de Luna sigue generando debate. Mientras algunos lo ven como un líder terco y desafiante, un 'antipapa', otros consideran que su figura merece ser revalorizada. Lo cierto es que, seis siglos después, su legado aún despierta interés y polémica en la historia de la Iglesia católica.