La normativa impuesta por el Consejo de Ministros sobre el ahorro energético será razonable o no; en todo caso, resulta polémica. La impugnación de la presidenta madrileña a algunas de dichas medidas ha supuesto, como siempre en estos casos, una sonora descalificación gubernamental, porque allí donde está cómodo el PSOE es en el papel de oposición de la oposición, más que en incentivar los intereses ciudadanos.
Por eso, cada vez que abre la boca Isabel Díaz Ayuso se alboroza el Gobierno porque ve en ello una posibilidad de arremeter contra unas políticas que tilda de extremistas y contraria al interés común.
Pero como todo consiste en ver la paja en el ojo ajeno y jamás la viga en el propio, mientras el PSOE considera cicateras las críticas a su proyecto de ahorro energético realizadas por el PP, se queda tan ancho respecto a la iluminaria que prepara para Navidad el alcalde vigués, Abel Caballero.
Acaba el hombre de presentar su proyecto para las próximas fiestas de invierno, porque al igual que los incendios forestales se previenen limpiando el monte meses antes, los festejos populares requieren también sus dosis de anticipación.
Pues bien. La política del edil gallego consiste en presumir de tener la iluminación navideña más grande del mundo, instalando en esta ocasión una estrella en el árbol de Navidad de catorce metros de largo "que se podrá ver desde Nueva York", según él.
Su aportación al ahorro energético será, dice, de un 14,5% respecto al año pasado, al reducir el alumbrado elefantiásico de once millones de bombillas durante una hora, Como se ve, sigue tratándose de magnitudes mayúsculas que en nada contribuirán a disminuir nuestra dependencia energética. Claro que como el señor Caballero es del PSOE, todo lo que hace está bien y es digno de loa, aunque cueste un ojo de la cara y nos empobrezca energéticamente hablando.