En muchas ocasiones los opinadores de la realidad se han referido a la creciente desafección por la política, pero considero que no es del todo acertada, o dejémosla simplemente como incompleta.
En mi opinión, la política sufre un proceso que la deslocaliza de su lugar natural, alejándose de lo que debe ser su misión principal, que esencialmente se puede resumir en mejorar la vida de la gente asegurando lo común, lo que nos es propio como ciudadanos.
Y es que la política está sometida a lo que el filósofo francés, Paul Virilio, denominó “el imperio de la velocidad”. Lo que importa es el ahora, la inmediatez, los likes, el número de visualizaciones de videos ridículos. Lo que importa es el circo, el gladiador político, el gladiador en la arena, la escalada perpetua, las prisas y el creciente número de iniciativas ansiolíticas.
Que si Macarena está enfadada, que si hace el camino de Santiago, que si al compás de réplicas y contrarréplicas los que ofenden se ofenden, ofendidos ofenden y todos ofendiditos, mano a mano, logrando que las Cortes de Castilla y León sean trending topic del sálvame político diario. Que si Tamara Falcó rompe con su prematuro prometido… ¡ah no! que Tamara no se dedica a la política, bueno, da igual, tampoco encuentro diferencia entre tanto fast food.
El votante no está distanciado con este fenómeno, sino hiper conectado. Le interesa la política y vota, pero ojo, puede llegar a la conclusión de que, vote a quien vote, gane quien gane, su vida no va a cambiar, no va a mejorar. La hipoteca que sube, la inasumible cesta de la compra, la educación de sus hijos, la precariedad laboral o la sanidad, la vida sigue igual, sin cambios.
¿Por qué creen que va a gobernar la extrema derecha en Italia?, ¿por populismo? No, la idea de que la práctica del populismo es la entrada que utilizan los extremos para entrar en las instituciones es obsoleta, estéril, ya que se utiliza por todos los partidos políticos, sobre todo por los más grandes. Hagan un ejercicio de memoria y sitúense en la pasada crisis financiera y luego de deuda y recuerden las manifestaciones políticas en contra de la subida de impuestos, el IVA de las chuches, etcétera, para luego, ya saben, donde dije bajar impuestos pues era subir, ¿la culpa? ¡La culpa es de Europa!
Los extremos ganan terreno político por pura dinámica electoral, que va ajustando cuentas entre representante y representado. Los extremos ganan terreno porque la política está deslocalizada por méritos propios y no cumple su misión. Ganan terreno porque la política se ha instalado en lo superfluo, se ha comprimido, se ha hecho pequeñita.
Termino ofreciéndoles un ejemplo; en unas pasadas elecciones me comentó un compañero de fatigas que había escuchado una conversación entre dos de sus empleados:
-Oye, ¿a quién vas a votar está vez?
-pues estoy dudando entre VOX o Podemos.
Pues ya está.