Hace unas semanas hablaba yo de elecciones y listas electorales y del comportamiento de los ciudadanos ante las distintas convocatorias y de cómo en las más “lejanas”, en nuestro caso las europeas el elector valora fundamentalmente las siglas y bastante menos los integrantes de las listas. Esto lo saben muy bien los aparatos de los partidos y colocan en ellas a las viejas glorias que se han caído de otras listas o de otros cargos institucionales, incluyendo por supuesto a nombres con “tirón” y capaces de defender las tesis del partido en el Parlamento Europeo.
Si bajamos a nivel de las elecciones nacionales, en un país como el nuestro, en el que las elecciones al Senado se hacen en listas abiertas, el elector valora por igual las siglas y los candidatos. Si en la misma circunscripción electoral algún candidato al Senado (listas abiertas), obtiene más votos que la lista cerrada del Partido al Congreso, se acertó en la elección; por el contrario, si obtiene menos votos que la lista cerrada en la misma circunscripción está claro que el aspirante a senador resta votos a su propio partido.
Pero si, como ocurre en las elecciones autonómicas y municipales que suelen coincidir, hay una diferencia importante entre unas y otras, en la misma circunscripción, está claro que quien confeccionó las listas se equivocó en una de las dos o tal vez en las dos, algo que no podremos comparar en las próximas elecciones en Castilla y León. Y eso es lo que vamos a vivir en Valladolid el próximo 28 de mayo por primera vez en democracia.
Y estando a menos de cinco meses de la cita electoral, cada día nos desayunamos con alguna novedad en torno a las municipales y no precisamente para bien, pues las aguas aparecen bastante revueltas en todos los partidos e incluso entre los socialistas, a pesar de la autoproclamación como candidato del actual alcalde, pues un grupo de los mejores socialistas están del lado de Cecilio Vadillo, antiguo subdelegado del gobierno y actual líder de la plataforma pro soterramiento del ferrocarril y detractor de la supuesta integración que impone el grupo de gobierno, y muy especialmente el grupo de Toma La Palabra que es en realidad quien manda en el Ayuntamiento. También en esto la situación del alcalde es similar a la de Pedro Sánchez, pues como él, gobierna con menos votos de los que nunca tuvo un alcalde en Valladolid y tiene que ceder cada vez que el socio minoritario le exige determinadas actuaciones.
El grupo municipal de Vox, cuyo único miembro en la Corporación ha trabajado seriamente durante estos tres años y medio, a pesar de lo cual ha sido desplazado de la cabeza de la candidatura y sustituido por una juez sustituta y por tanto no afiliada y perfectamente desconocida en el ámbito político y municipal. El actual portavoz ha dimitido de sus cargos orgánicos en el partido, (era nada menos que el presidente provincial) y se mantiene en el Ayuntamiento, lo cual le honra, pues en el ejercicio privado de su profesión tenía unos ingresos superiores a los municipales.
De Cs no se puede escribir otra cosa que estamos ante la crónica de una muerte anunciada. Se trata de un partido que camina de derrota en derrota hasta la desaparición final, en la que los munícipes vallisoletanos no tienen responsabilidad alguna. Su portavoz en el Ayuntamiento vallisoletano ha hecho una labor más que digna, pero ya he dicho en más de una ocasión que lo suyo no es la política.
Valladolid Toma la Palabra sigue mareando la perdiz, pero de momento ya han modificado su célebre “código ético” que impedía mantenerse en un puesto municipal más de 8 años. También estos, como sus hermanos podemitas en el resto de España se olvidan de sus compromisos de regenerar a la clase política, y es que cuando le toca a uno… de momento el más preocupado por su no repetición es el alcalde, que ve disminuir sus posibilidades si VTLP no concurre a las elecciones o lo hace con candidatos distintos a los actuales concejales.
Y finalmente llegamos al Partido Popular donde la incertidumbre no es menor: hace mes y medio circularon por Valladolid unas listas con seis supuestos candidatos a encabezar las listas al Ayuntamiento de Valladolid, a todos los cuales conozco y me parecen excelentes personas, pero me temo que ni en el PP provincial, ni en el regional, ni en el nacional, (hay que recordar que los candidatos a las alcaldías en el PP los nombra el Comité Electoral Nacional), son conscientes de la importancia de recuperar la alcaldía de Valladolid. Aquí no se puede jugar con candidatos más o menos afines a tal o cual sector o familia del Partido, sino en el candidato que atraiga más electores en función de su trayectoria profesional y política, evitando filias y fobias internas.
Y espero que los lectores me concedan una cierta “autoritas” a la hora de hablar de candidatos, listas y elecciones municipales en Valladolid después de, (perdón por la inmodestia), haber ganado las siete elecciones municipales en las que encabecé las listas populares, cinco de ellas por mayoría absoluta y únicas elecciones municipales ganadas por el PP.
Por ello me voy a permitir señalar alguna de las condiciones que yo exigiría a un candidato/a a la alcaldía de Valladolid, condiciones que se podrían exportar a otras capitales de provincia:
1.- El candidato/a debe ser una persona conocida en el mundo social y político de la ciudad. Y por supuesto, conocido para bien. Sólo así le aceptarán los ciudadanos y confiarán en que sea capaz de resolver sus problemas.
2.- El candidato/a debe conocer perfectamente la ciudad, sus calles, sus barrios, sus ríos, sus tradiciones y fundamentalmente a sus gentes. Debe ser por tanto una persona cercana al pueblo.
3.- El candidato/a debe ser una persona acostumbrada a patear la ciudad a diario. Sólo así le conocerán los vallisoletanos y a su vez será capaz de conocer a sus paisanos y sus problemas.
4.- El candidato/a debe ser una persona que resida de forma habitual en la ciudad. Y si en ninguna lista electoral son bienvenidos los “cuneros” o paracaidistas, menos que en ninguna lo son en las listas municipales, porque a las gentes les gusta verse a diario por las calles con su alcalde. La vida en la ciudad varía de año en año y hay que vivirlo a diario. Aquí hay que recordar aquello de que se es de donde se pace, más que de donde se nace. Si el candidato reúne las dos condiciones, mejor que mejor.
5.- El candidato/a debe tener una experiencia profesional previa a su incursión en la política, bien en el ejercicio profesional o en la función pública.
6.- El candidato/a debe conocer desde dentro la administración pública, y si es la administración municipal, mejor que mejor.
Si además de todo esto, el candidato/a es capaz de confeccionar unas buenas listas, combinando experiencia y juventud, confecciona un buen programa y realiza una buena campaña electoral, tened por seguro que el PP recuperará la alcaldía de Valladolid y nuestra ciudad volverá a ser lo que fue. Si por el contrario las envidias, inquinas y enchufes imponen a candidatos que no reúnan las condiciones arriba señaladas, el gobierno municipal no cambiará de color.
Como veréis no he citado un sólo nombre propio, pero invito a quienes tengan la paciencia de leerme hasta aquí, si creen que tengo razón en las condiciones a exigir al candidato/a actúen en consecuencia. Valladolid se lo agradecerá.
P.D.: Me gustaría que los responsables políticos del PP compartieran mis reflexiones, que hago extensivas a los afiliados, simpatizantes y votantes del PP, y que al final cada uno asumamos el resultado de nuestro voto. Que así sea.
Hasta la semana que viene.