Ya estamos en plena campaña electoral y continúa el juego terminológico por el cual, aquellos que fuimos y votamos al PP cuando nos fuimos, en una escisión, a Vox, por arte de birlibirloque nos convertimos en extrema derecha; pero, aquellos que ya eran extrema izquierda, estaban en el PCE y otros partidos ultras de la izquierda que jamás fueron del PSOE y que estaban radicalizados ab intio, por el mismo arte birlibirloque se convierten en “la izquierda al otro lado de la izquierda del PSOE”. Manda huevos los jeribeques que tenemos que hacer para no aceptar que los del PSOE se han radicalizado, han blanqueado a la extrema izquierda y se acuestan con malhechores y asesinos.
A determinados sectores que gustan de manipular el leguaje siempre que sea en favor propio, pues cuando lo haces tú te tildan de manipulador, pijo de mierda o simplemente estúpido (todo ello me lo he escuchado de grandes pretores de la izquierda, o no), pero que gustan de usar del “postverdad” para no hablar de manipulación de la verdad, “ultra derecha” para no reconocer la existencia de otra derecha democrática junto al PP, “feminismo” para no reconocer que se encuentran en la dimensión del “antivarón”, que hablan de “género” para dividir los sexos y los modos de usar el sexo, que se refieren a ser “fluido” en lugar de incosistente, para encubrir que no tienen ni pajolera idea de lo que buscan en la vida, se tilda de “progresista” a aquel que se encuentra en la izquierda, por más que esa posición libere violadores, promueva legislaciones absurdas y dañinas, se habla de “sectario” para indicar a los de la derecha, en lugar de aquel que no escucha otro lema que el que le es entregado por el sector o partido.
Ahora la ultra izquierda pro etarra y pro independentismo de Podemos y Sumar con el fin de blanquear su fundamento, se habla de la “izquierda a la izquierda del PSOE” y los bobos solemnes de la derecha lo compran sin el más mínimo pudor.
Pero cuándo entenderá el PP que Vox es una escisión suya, que eran sus bases traicionadas las que crearon Vox que no son ultra nada, que al igual que en otros partidos podrá haber algún estúpido, pero que el fundamento, la base, lo que conforma su ser, es una derecha democrática que defiende los valores de la cultura judeo cristiana que construyó Europa y que no es radical, defendiendo sus posiciones democráticamente y, por tanto, son complementarios, cada uno en su posición, en su línea, y ni tienen que tener miedo, ni deben desdeñar el uno al otro.
Que Vox defiende la eliminación de las autonomías, pues el PSOE defiende un Estado Federal, que defiende la vida y el PSOE el aborto, que defieden la libertad económica y el PSOE un dirigismo estatalista, son posiciones políticas con las que unos confían y otros no, pero no dejan de ser parte del juego democrático y de los valores que cada uno defiende, sin que por ello se pueda criminalizar a uno u otro, salvo cuando uno u otro tiene sangre en sus manos.
El tener tantos años de vida hace que el PSOE tenga las manos manchadas, desde la república hasta la reciente democracia; los demás, como partidos, no las tienen manchadas, pues no existían o no se ha acreditado hasta el momento, de forma que si pasamos página no pueden ser los manchados los que otorguen el título de limpio.
Estamos ante unas elecciones y es importante que la derecha se presente, como quiera, ante los electores, pero que tenga un discurso que resulte musical, melodioso y no se produzcan distorsiones en él, que existan diferencias pero que produzcan la misma melodía, para poder ganar las elecciones, que, por más que se empeñe alguno, no están ganadas y existe partida para un PSOE roto, pero unido y capaz de reunificar a todos los enemigos de la unidad nacional.