El otro día, circulando por la ciudad, en compañía de mi mujer y mis hijos, llevaba delante un audi del Ejército de Tierra y recordé que no hace tanto tiempo ello suponía que podía llevar una bomba lapa y que si estallaba podíamos morir nosotros también, o al menos resultar mal heridos, que eso ha pasado muchas veces y por más que ahora se dice que no matan, como no han entregado las armas, ni pedido perdón, bien podría volver a suceder.
Mi hija de 18 años demostró que se le ponían los pelos como escarpias y lo incomprensible que sería para ella que esas situaciones se pudieran haber dado en democracia. Le tuve que explicar que entre nosotros hay personas que, en nuestra pequeña ciudad, han vivido cómo su padre perdía la vida por una bomba lapa, o perdían las piernas o tenían secuelas por el atentado sufrido y le di los nombres que ella conocía y la incomprensión se convirtió en indignación y profunda pena que le hacia que se le saltaran las lágrimas.
Cuando se calmó la situación, se me ocurrió decir que aquellos que ponían las bombas y los que los apoyaban estaban ahora negociando con el gobierno, que lo han apoyado en la legislatura anterior y que imponen sus criterios en la negociación y los ojos de mi hija no le cabían en la cuenca de los ojos, no entendía cómo esto sucedía y la gente lo admitía pacífica y sosegadamente e incluso lo apoyaba sin pudor ni vergüenza.
Hemos aceptado todo tipo de barbaridades de este Sr. Sánchez que comenzó su carrera haciendo trampas en las elecciones del partido, del que le echaron, volvió engañando a todos pues afirmó que le quitaron los "barones" y él devolvería la democracia y el partido a los afiliados y, cuando lo consiguió, dinamitó todos los órganos internos y se constituyó en el César indiscutible al que todos han de loar o... expulsado. En el poder, lo alcanzó para unas nuevas elecciones que tardó en convocar, mantenerse en el poder con todo tipo de pactos y trampas cediendo lo que hiciera falta, rompiendo la Constitución, poniendo a una persona de Ministra a Fiscal General, que utilizó la toga y el ministerio en su propio interés, colocando a Conde Pumpido sin los requisitos mínimos, desarmando el CGPJ que no puede nombrar los cargos oportunos por no ser renovado, de lo que culpa al PP por no ponerse de acuerdo; es decir, o haces lo que pido o eres un destructor de la Constitución, en lugar de aceptar que el CGPJ debe de salir de la disputa política y ser nombrado por Jueces de entre ellos, como dice la Constitución, para ahora estar preparando una Ley que le permita nombrarlos él directamente... todo muy democrático y de alta calidad técnica y moral. Vamos, un sin Dios que se permite en silencio y pacíficamente.
En este magma ponzoñoso, que se admite como esencia y perfume democrático de la siniestra, se unen las redes mediáticas de los periodistas o comprados o abducidos que hacen entrevistas al asesino, lo que de por sí podía ser una labor profesional muy digna, pero que se niegan a llamarle asesino, que se niegan a colocar a las víctimas encima de la mesa de la entrevista y lo que hacen es limpiar la cara y la imagen de quien, sin pudor ni vergüenza, colocaba una pistola en la sien de uno u otro para descerrajarle un tiro o introducía una bomba en un parking o la colocaba en los bajos de un vehículo para matar, amputar o destrozar la vida de un militar, un político o un empresario por el solo hecho de serlos, y de cuantos tuvieron la suerte o la desgracia de ir con su coche tras el que ellos habían señalado como objetivo.
La izquierda se llena la boca de democracia, se henchíen dando carnet de demócrata, alaban la venida de la democracia, pero olvidan que, sin la derecha que promovió la llegada, no hubiera sido posible; que ETA fue un movimiento terrorista que se desarrolló básicamente en democracia, que los muertos por su actividad fueron en democracia, que con Franco no se atrevían a actuar, más allá del asesinato de Carrero Blanco, que con la llegada de la Constitución se aplicó una amnistía que le dejó en libertad y en lugar de respetar el sistema se dedicaron a intentar destruirlo con las bombas y las armas y que, ahora, son ellos los que, desde la política y negociando el poder con Pedro Sánchez, quieren asesinar la democracia.
Apoyar el intento de aprobar la amnistía, el referéndum de segregación y el blanqueo de ETA es una muestra clara de que la siniestra no quiere la democracia sino el poder, para someternos a todos y obligarnos a pensar como ellos quieran... ¿tú te dejas? Yo no estoy dispuesto.