No se podía caer tan bajo. ¡Lo que faltaba!, que pueda existir un terrorismo bueno y otro malo. Ahora es posible hacer que los ciudadanos pasen terror y no se violente sus derechos humanos. La farsa, la sinrazón y la desvergüenza en estado máximo (a falta claro de la admisión del referéndum). ¿Qué está pasando en esta clase política que nos gobierna?

Es evidente que cuando ejerces la labor de mando, de gestor de recursos, cuando tienes que planificar y decidir en esto de la “cosa pública”, las cosas se pueden hacer bien, mal o regular. Se puede acertar y te puedes equivocar. Las posibilidades son muchas, porque muchas son también las opciones en cada una de las decisiones. Ser libre, entre otras cosas, conlleva la necesidad de optar, elegir y, sobre todo, de decidir.

Y cuando lo haces, sabes que parte de las posibilidades se esfuman porque las rechazas. Aquí está el riesgo de ser libre. Pero en estos momentos, en la política española, se está produciendo un fenómeno complejo y peligroso: se ha abandonado la gestión pública, el gobierno de lo público, para dedicarse a hacer “manufactura política”. Cuando te dedicas a la gestión te olvidas de ti mismo y buscas hacer las cosas bien para los ciudadanos. Sin embargo, la “manufactura política” es tejer voluntades, intereses e ideologías para hacer un nuevo orden de convivencia.

Nos están cambiando todo, no para hacer cosas, sino para destruir las que había. Hay ejemplos varios de tal tarea desde la economía a la educación, pasando por las ideas y los comportamientos. Pero nadie podríamos haber pensado hace unos años que cuando estábamos inmersos en asesinatos terroristas, cuando teníamos que mirar todas las mañanas los bajos de nuestros coches por si teníamos un desagradable “regalo” de ETA, alguien pudiera llegar a decir que sembrar terror (que eso es el terrorismo) podría ser considerado bueno si no violenta gravemente los derechos humanos.

Pues que me explique el presidente del gobierno, el ministro y todos y cada uno de los miembros y seguidores del PSOE que apoyan estas medidas, cuándo el terror no violenta gravemente los derechos humanos. ¡Qué desvergüenza! Porque el terrorismo implica la intimidación o coerción de poblaciones o gobiernos mediante la amenaza o la violencia. Es la dominación por el terror, violencia por intimidación o la sucesión de actos violentos ejecutados para infundir terror.

En todos esos casos hay un denominador común: la intromisión en mi libertad personal y en los derechos humanos. Por lo tanto, no hay ningún terrorismo que no violente los derechos del hombre, porque todos lo alteran de una u otra forma. El PSOE deberá reflexionar muy seriamente qué está haciendo y qué les están contando todos estos profanadores de la palabra. Utilizan un lenguaje elástico, que lo adaptan en cada momento.

Son auténticos prestidigitadores del lenguaje y con los mismos conceptos justifican una cosa y su contraria. No hay pudor por la verdad, les da lo mismo. Esta es la tarea en la que están: el cambio, el desguace, la ruptura. Y cuando un juez les saca los colores, en vez de esconder la cabeza avergonzados, arremeten contra el que aplica la ley.

¿Y los ciudadanos? ¿Nos damos cuenta de lo que están haciendo con nosotros, con nuestras cosas, nuestras ideas, nuestra vida? Lamentablemente me parece que no. La alienación se ha instalado en la sociedad y nos han narcotizado con las promesas del bienestar, el consumismo, las vacaciones pagadas y las “ayuditas” para la diversión.

Todo lo vemos “de lejos”, como que no nos afectara personalmente porque todavía podemos salir, divertirnos y disfrutar de la vida. Pero llegará el momento en el que vayamos a hablar y nos tapen la boca, que queramos salir y nos lo impidan, y que vayamos a comprar y nos expropien. No lo duden. Las “líneas rojas” tienen la caducidad de un soplo. Porque cuando se empieza haciendo las cosas mal, se termina peor. Un edificio mal construido en la base, con la plomada mal tirada, acaba desviándose de su centro de gravedad hasta caerse.

La Democracia está en peligro. La ley de amnistía es una perversión democrática. Absuelve al culpable y condena al inocente. Beneficia con exclusividad a unos pocos, con nombre y apellido, porque cumplen con una condición: ser independentista. Es discriminatoria y, por lo tanto, contraria a la igualdad de todos ante la ley. Sánchez nos ha dividido en ciudadanos de primera que pueden trasgredir la norma y ciudadanos de segunda a los que, además, les insulta por no estar de acuerdo con esta injusticia diciendo que vivimos en la “fachosfera”.

Todo el PSOE no solo está dado alas a los independentistas, sino que a los demás nos está despreciando. Están abducidos por su líder al que siguen sectariamente, y, además, vive en la “dictatosfera”, muy cerca de donde gravitan otros líderes políticos totalitarios. El ciudadano debe tomar nota y no olvidar.