El 99% de las veces que un adolescente llega con esta cantinela a su casa: ¡mamá, papá!¡he suspendido 3 asignaturas!, La respuesta es clara: ¡a clases particulares, pero ya!
Los padres, con la mejor intención, ante una situación de este tipo suelen tomar la vía que consideran más oportuna. Normalmente consiste en contratar a alguien para que su retoño pueda entender las asignaturas tan difíciles que se dan en los colegios y que tan mal explican los malvados profesores.
Haciendo un inciso, me gustaría decir, que esos profesores tan malvados luego son los héroes de alumnos de otros centros, cuando recurren a ellos para recibir clases y conseguir el anhelado aprobado.
Obviamente, algo está fallando.
Vamos a distinguir entre tres tipos de alumnos que van a clases particulares para poder hacer un buen análisis.
En primer lugar, los alumnos que están atentos en clase. Siguen las explicaciones de los profesores, preguntan las dudas y de vez en cuando se llevan algunas a casa. En este grupo también voy a incluir a los que hacen un terrible esfuerzo por seguir las explicaciones, pero a veces les quedan algunas cosas por entender, porque su ritmo de aprendizaje es algo más pausado. Estos alumnos, sí deben ir a clases particulares. Allí resolverán las dudas puntuales que les surjan, ampliarán ciertos conocimientos y harán más ejercicios de la materia con el afán de sacar una buena nota.
Si eres profesor de clases particulares, estos son los vellocinos de oro de la docencia, cuídalos porque te harán sentir valioso, realizado y orgulloso de ser docente.
Luego están aquellos alumnos que, aun siendo bastante inteligentes e intuitivos, en las clases regulares pasan totalmente. Ya sea por presión social o por dejadez personal. Su leitmotiv es: “me da lo mismo estar atento o aprender algo en clase. Total, ¡ya me lo explicará mi profesor de clases particulares esta tarde!”
Estos son peligrosos en un aula, porque pueden cargarse una clase con sus constantes disrupciones. Además, son nocivos para los que están intentando seguir la lección. A estos les colocaremos una red flag.
Cuando llegan a su casa y tienen la clase extra ni los padres ni el profesor particular entienden el motivo del suspenso del niño. Finalmente, prefieren blanquear la responsabilidad del hijo/alumno y pensar que la culpa es del profesor del colegio porque explica muy mal, no empatiza o no consigue motivar a los alumnos.
Si les das particulares a estos, tienes dos opciones: o insistirle en que debe atender en clase respetando al docente y al resto de sus compañeros o sacar el dinero a sus padres. La decisión es tuya.
Y en tercer lugar están los que no atienden en clase, pero en particulares tampoco. Es decir, van obligados a ambas.
Desesperarían hasta a la mismísima youtuber Susiprofe, que sería incapaz de explicarles la lección. Ella que es el referente para toda una generación, saldría enfadada, frustrada y con ganas de abandonar la docencia.
Si eres padre o madre de un niño que ha suspendido alguna asignatura, mantén la calma, lo primero que tienes que hacer es sentarte con él, charlar, encontrar el motivo del suspenso. Que tu hijo se abra y sea realista consigo mismo y con vosotros. Que asuma sus errores y así, encontraréis juntos cuál es el motivo de ese suspenso.
Solo si haces esto descubrirás la mejor manera para ayudarle. De lo contrario pondrás un parche en una rueda de una bicicleta, que está llena de agujeros y antes o después dejará de circular.