De los análisis de los resultados de las elecciones catalanas no se puede extraer nada concreto en lo político, mucho más allá de la atomización del espectro político y sin una mayoría plausible, nada que pueda ser en el futuro próximo algo decisivo. Solo sabemos que resultará un gobierno, a priori -en caso de conformarse- difícil por los intereses cruzados y las fuerzas que convergen. De seguro, será un Tetris imposible de jugar, solo o en compañía de otros. De ellos -de los resultados- solo se pueden extraer dos cosas ciertas: que nadie ha ganado las elecciones como repetidamente he sostenido en artículos anteriores, que a pesar de que todos los que son susceptibles de ser presidentes de la generalidad creen que lo son y ¡bravuconadas a parte!, todo está supeditado, incluso la formación del Parlament, a una condición o suposición una dependencia de otros o de algo.
“Qué pasaría sí”
El primero que dice tener la legitimidad para ser presidente es el candidato socialista Salvador Illa. Los resultados le han concedido la primacía en escaños, pero eso no es causa justificada para que sus deseos presidenciales no estén en peligro por la querencia que, sobre ellos tiene también, el fugado Puigdemont que los desea para sí mismo. Y si dicen que dos son pareja (para algunas cosas) y tres la multitud, esta es la que se cree ERC que es, la cabeza visible más débil a la vez del process, que también quiere ser presidenciable.
Visto de otra forma o desde otro punto y tras los días convulsos tenidos en el partido de Junqueras, la debilidad de ERC tras los resultados recientes me dice, que ese posicionamiento por parte de, es más de puertas para dentro, un posicionamiento a nivel interno nada que pueda ser valorable en esta lucha de fuerzas entre Illa y Puigdemont. Junqueras ha dimitido de su cargo orgánico -se habrá marchado a reflexionar- para volver o intentar volver a ser catapultado a la presidencia de su partido. El sacrificio de Junqueras, su estancia en prisión, si de algo le ha servido, es para tener la pena prepagada y con ello una posición mejor y más valorada dentro de su partido, los resultados así lo han indicado, para el resto de votantes catalanes y para otros muchos piensan, pensamos que ha sido un mero pagafantas.
Así pues -dos en este caso sí son multitud- demasiados culos para un sillón, sillón que lo llenará aquel que, no solo tenga los apoyos pertinentes, sino que, previamente sea llamado a ocupar la Tribuna para recabarlos. Porque, como le ocurrió a Inés Arrimadas en ese triunfo impensable del Constitucionalismo en las elecciones del 21-D del 2017, ella -a pesar de ser la más votada- no pudo ocupar la tribuna porque el presidente del Parlament que no fue elegido por ciudadanos ni por el PSC (los resultados no daban para dar un vuelco al panorama político de aquel tiempo) no se lo exigió o permitió y es que su reglamento establece que solo podrá presentarse a la presidencia de la Generalitat aquel que haya sido ungido por la mano “impoluta” esperemos que esta vez no sea un “Borrás y cuenta nueva” del president del Parlament.
“Qué pasaría sí”
Y mira tú -las vueltas que da la vida, sobre todo, la vida en la política- que hoy esa norma está siendo puesto en duda desde el punto de vista Constitucional si Puigdemont o Junqueras no son llamados a ocupar la candidatura a presidenciable.
Y para llegar a un sitio hay que pasar por otro, para llegar a presidenciable tiene que ser elegido un Parlament y un presidente del Parlament que lo nombre, si complicado es una cosa, lo otro lo es mucho más porque, en esto algo tendrá que decir el resto de fuerzas minoritarias, los números son así de caprichosos y, al final la suma tiene que salir para que se constituya el Parlament, lo demás es tiempo que hacer perder a los ciudadanos en unas nuevas elecciones.
Ya en el año 2018 Puigdemont barajó la posibilidad de bloquear la constitución del Parlament si no era para ser presidenciable. Así se exponía en El Español.
Y visto que las posturas son duras, y van a serlo mucho más, si el empecinamiento de Puigdemont perdura ¡y dura y dura! ahora sí “qué pasaría sí” al final -en un duelo suicida- el Tribunal Constitucional de Pedro Sánchez - siento decirlo pero es la visión que tiene del TC los ciudadanos- decide que la amnistía no es constitucional y Puigdemont y los demás acusados del process ven roto o anulado su salvación presidencial ¿qué pasaría?
Quien es el más débil, el más damnificado, porque ese será el compañero de carrera de Illa.
De quien depende la fisca… ¡perdón, perdón! ¿de quién depende la mayoría del Tribunal Constitucional? Dígame ¿de quién?