El cardenal Vicente Enrique y Tarancón de talante progresista fue famoso por sus disputas con el régimen franquista, aunque como arzobispo de Madrid oficio en el funeral de Carrero Blanco y los ultras arremetieron contra él al grito "Tarancón al paredón ". Incluso hubo numerosas pintadas con este ex abrupto.
Ahora, después del numerito de Puigdemont con su tolerada presencia en su sesudo mitin en Barcelona y su frustrada por no menos tolerada huida que ha escandalizado a toda España, la repulsa hacia el personaje ha crecido hasta límites insospechados y los epítetos hacia Puigdemont también.
Por supuesto que lo del "paredón" es solo un símil que ya con Tarancón también lo era, aunque todavía estuviera en vigor y desgraciadamente practicándose la pena de muerte, pronto abolida por nuestra inminente Constitución, pero aunque la historia nos recuerda con el franquismo el fusilamiento de Lluis Company, expresidente de la Generalitat, no es a ese " paredón", al que me estoy refiriendo, con Puigdemont, sino al de los políticos inútiles, inservibles e ineficaces en cuya pared deberían esculpirse con letras destacadas el nombre de Puigdemont.
Además de carecer del mínimo valor para hacer frente a sus responsabilidades y huir como un cobarde, eso sí, con ayudas y connivencias que superan a los mozos de escuadra, detenidos, pero que son la punta del iceberg, Puigdemont ha puesto en evidencia, como quienes carecen de un mínimo de decencia y cualidades mínimas pueden alcanzar presidencias como la suya. Y que el maniobrerismo, las falsas promesas y, en definitiva, la picaresca más rancia, sirven todavía. Ya lo dijo Quevedo " Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir ". Puigdemont es un claro ejemplo de ello.
Ahora, todo serán condenas, eso sí verbales, y pasarse la pelota unos a otros en un desbarajuste de competencias policiales y políticas, mientras los jueces pedirán explicaciones sin respuestas serias y concluyentes haciendo inútil su laborioso y razonable trabajo. Ya lo dijo también Quevedo, el gran maestro de la picaresca: "Donde hay poca justicia es un peligro tener razón ". Y aquí y ahora la justicia, por unas causas u otras, y no solo por la amnistía que también, brilla por su ausencia. Aunque "el paredón" al que está destinado Puigdemont ya tiene inquilino.