Valbuena de Duero es un municipio vallisoletano ribereño que se sitúa a unos 40 kilómetros de la capital pucelana y a unos 190 de Madrid. En la actualidad, como apunta el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con 402 habitantes que disfrutan en un entorno bello y único en el que el vino es protagonista.
Y lo es porque se ubica en pleno corazón de la Ribera del Duero. Zona de grandes vinos que acaban llegando a las mesas de distintos puntos, no solo de España, sino de todo el mundo, en las mesas más selectas y en las más humildes.
Allí ha decidido asentarse Alejandro Herrero Álvarez, un joven vallisoletano que, en el año 2020, decidió poner en marcha su bodega: Vinos Valbuena. Pronto consiguió brillar para lograr un Premio Zarcillo en el año 2021, y otro Gran Oro de los Premios Verema en el 2022.
Empezó a estudiar a los 18 años material de enología y trabajó en una bodega de EEUU y en varias de la Ribera del Duero, siempre pensando en su futura bodega. Con 30 años, este amante del deporte y del vino no tiene techo y sueña con llegar alto, más todavía.
Alejandro, un joven apasionado del vino en Valbuena de Duero
“Soy un vallisoletano de nacimiento enamorado de su pueblo y de la naturaleza. Encontré en el mundo del vino la forma perfecta para juntar estas dos facetas en una misma profesión. Me defino como una persona persistente y con gran capacidad de esfuerzo”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Alejandro Herrero Álvarez.
El joven viticultor, de 30 años, y al que le gusta salir a cenar y hacer deporte, tuvo una infancia que pasó rodeado de su familia en la casa en la que vivían en Valladolid. Tanto su madre, como su padre, son de Valbuena por lo que siempre ha estado vinculado a la localidad vallisoletana, que tiene una fuerte tradición y relación con el mundo del vino.
“Mi forma de vida es la de una mejora continua. Siempre trato de mejorar en distintos aspectos que considero básicos de mi mismo. En lo que se refiere a la forma de ser con los demás. Una mejora que he trasladado a mi bodega para implementar, todos los años, algo que consiga superar lo que tenía el año anterior. Así estoy consiguiendo tener éxito con mi vino”, añade nuestro protagonista.
Con 18 años ya tenía claro que quería montar esta bodega. Fue a los 27 años cuando hizo realidad su sueño. Vive en Valbuena, con el fin de tener cerca sus viñedos y su negocio. Afirma que “todos los días avanza en viticultura, elaboración y posicionamiento de marca” también lo hace en “venta y distribución”. En la actualidad trabaja solo por lo que dedica gran parte del día a su pasión.
Premio Zarcillo de Oro en apenas un año y más galardones
Alejandro montó su bodega, que lleva por nombre Vinos Valbuena, en el año 2020. Fue ahí cuando elaboró su primer vino con el que ganó el Zarcillo de Oro en el 2021, dentro de los galardones que llevan el mismo nombre. Recientemente ha ganado, también, el Gran Oro de los Premios Verema con Carro de Leña 2022.
“Me gusta mucho innovar en el mundo del vino. Prueba de ello son las referencias exclusivas de unas pocas de miles de botellas de vino naranja que se llama Valbunete. Un vino espumoso que está elaborado con un método ancestral. Mi próxima creación es uno de los pocos vinos blancos que está amparado por el Consejo Regulador Ribera del Duero de la variedad de Albillo Mayor, que es muy escasa en nuestra DO”, explica nuestro protagonista.
Ese primer vino con el que consiguió el Zarcillo de Oro, se llamaba Alejandro Herrero. Un tinto de doce meses en barrica, con una capa de color muy elevada y que fue elaborado en el garaje que su abuelo le dejó para que hiciera vino. De hecho, en la etiqueta viene especificado que era una bodega de garaje.
El Gran Oro de los Premios Verema, que es un galardón de gran envergadura, lo obtuvo con un vino que lleva el nombre de Carro de Leña. Algo muy representativo de Valbuena de Duero que celebra, el 15 de agosto, una festividad que viene de tiempos de la peste negra, ni más ni menos.
Premios merecidos para un bodeguero que no tiene techo
“Al tratarse de elaboraciones pequeñas puedo controlar la calidad de la uva que entra a la bodega. Ya, desde el campo, se hace una minuciosa selección de los racimos y, como se dice por aquí: “uva que no te comieras, no la eches al depósito”, asegura Alejandro que tira de modestia a la hora de no querer asegurar que los premios son merecidos.
Empezó, dentro de su bodega Vinos Valbuena, elaborando unas 3.000 botellas de sus caldos y ahora está en las 12.000, en apenas tres cursos. Nuestro entrevistado es un inconformista y, a buen seguro, seguirá trabajando duro para continuar con su proceso de expansión y apostar por la internacionalización de sus elaboraciones para que sean conocidas en los cinco continentes.
“Mi objetivo, a corto plazo, es elaborar y vender 20.000 botellas anuales. A largo, conseguir que mi bodega ayude a España a posicionarse como un país en la élite vinícola. Quiero poner mi granito de arena para conseguirlo”, finaliza el joven bodeguero.
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