El libro, un “compañero ideal” que nunca falla
César Combarros / ICAL
Para Raquel San José, de La Librería de mi Barrio, “un libro tiene la capacidad de llevarte a otro mundo, al que tú quieras”, haciendo, como dice Andrea Álvarez, de La Marmota Librería Infantil, que “nos olvidemos de esta realidad que nos está tocando vivir”. “Aportan muchísima ayuda y consuelo, te entretienen, te distraen y logran que dejemos de darle tantas vueltas a todo lo que tenemos en la cabeza en estos momentos, refrenda María José González, de El Sueño de Pepa. “En estos momentos en que estamos tanto tiempo en casa, es un compañero ideal que nos ayuda de mil maneras. El mero hecho de encontrar algo que nos distraiga y nos permita olvidar la situación ya es algo fantástico”, sentencia Estrella García, de Oletvm.
Son cuatro libreras de Valladolid, elegidas por Ical para tomar el pulso a un sector que el próximo viernes, 13 de noviembre, celebrará en toda España por décimo año consecutivo el Día de las Librerías. La iniciativa, promovida por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), incluye actividades en formato físico y virtual, así como un descuento en todas las compras del cinco por ciento. En medio de la convulsa situación actual, la campaña de este año incide en estos espacios como lugares seguros y defiende el enraizamiento de las librerías con los barrios donde se asientan.
“La cercanía está siendo clave para la supervivencia. Yo creo que con esta situación la gente del barrio se ha dado cuenta de que necesita el comercio de proximidad. No solo la librería, sino la frutería, la carnicería, la panadería… Todos los pequeños negocios están siendo más reconocidos por sus vecinos, que valoran que estés ahí, aunque el gran ‘beneficiado’ de todo esto haya sido en realidad el comercio por internet”, explica Raquel, de La Librería de mi Barrio, anclada en Villa de Prado, uno de los barrios más ‘nuevos’ de Valladolid.
En ese sentido coincide con Andrea, de La Marmota, que subraya que “un barrio sin comercio está muerto, es un barrio dormitorio”. “La proximidad es fundamental para aguantar, hay que cuidar al comercio de barrio, porque es el que al final está al pie del cañón, y si desaparecemos...”, desliza desde su local en Parque Alameda, en el sur de la capital.
En pleno corazón de Valladolid, en la Plaza Mayor, nos atiende María José, de El Sueño de Pepa, que subraya que, “como en cualquier negocio, siempre hay que cuidar muchísimo a los clientes”. “Yo tengo mucha cercanía con ellos, y eso es un trabajo que hay que hacer día a día”, añade. A escasas calles de distancia aparecen los dos locales de Oletvm, una de las librerías insignia de la ciudad, con su tienda para ‘adultos’ y el nuevo local en la calle Duque de la Victoria donde han trasladado su espacio especializado en literatura infantil (Oletvm Junior), para adecuarse mejor a los requerimientos de la ‘nueva normalidad’. Para Estrella,”la complicidad del lector es indispensable”, y como muestra un botón: “Cuando terminó el confinamiento, nos dimos cuenta de que los clientes venían, además de a comprar, desbordando alegría por el reencuentro. Eso fue una inyección de moral impagable”, sentencia.
Un lugar seguro
Todas ellas coinciden en defender que las librerías son un lugar seguro. “El pequeño comercio lo está haciendo muy bien, con todas las medidas de higiene: gel al entrar, mascarillas obligatorias, guantes disponibles, control de aforos… Y la gente está muy concienciada y está siendo muy respetuosa al esperar su turno. Quienes estamos de cara al público nos hemos adaptado a las medidas que nos exigen yendo incluso más allá”, defiende María José González, que reconoce que la implantación de todo ello supone “un coste a mayores” tanto en dinero como en tiempo, para tener todo listo a la hora de la apertura.
Así lo apunta también Andrea Álvarez, que recalca que “en la situación actual es mejor prevenir que curar” y señala que “hay que extremar la precaución” y “no hay que confiarse”. “Somos muy seguros”, insiste Estrella García, que detalla que en los casos de que alguna persona no pueda aplicarse el gel, debido a problemas en la piel que están aflorando por el exceso de uso estos productos, son atendidos con todo el mimo en las tiendas, pero sin que puedan tocar los artículos.
Dinamizadoras del entorno
Desde Cegal destacan la lucha de las librerías por mantenerse “vivas y activas, dinamizando el tejido social, económico y cultural de sus entornos”, y el apoyo recibido “no solo desde el sector, sino desde la sociedad que está cuidando de la llamada economía de confianza”.
Aguantar el tirón no está resultando sencillo, Raquel San José recalca que “el tema está complicado y se va a poner más feo aún”. En su caso, desde marzo aprecia un incremento de las ventas de artículos de papelería en detrimento del libro, incluido el de texto, que ha ido peor que en campañas anteriores aunque las cifras se han ido recomponiendo ya que al principio “pintaba mucho peor”.
Desde Cegal señalan que la pasada primavera, en pleno cierre, “nadie imaginaba que a estas alturas del año estaríamos con unas pérdidas anuales en torno al 25 por ciento”. “Sabemos que el año no va a ser bueno pero, según nuestros datos, hay ciertos indicios de recuperación”, apunta el portavoz de la Confederación, Álvaro Manso. Su optimismo lo comparte Andrea Álvarez, consciente de que “será un año complicado” pero confiada en que las cifras puedan remontar ligeramente ante la cercanía de la campaña de Navidad. “Los padres se quitarán de otras cosas, pero creo que un libro o un juguete educativo para sus hijos no puede faltar. Será una Navidad distinta pero hay que tener una actitud positiva”, desliza.
En ello ahonda Estrella García, que reconoce que la Navidad engloba una parte “importantísima” de las ventas anuales del sector, cifras que se benefician de la “aglomeración de gente que se lanza a las calles”, algo que no será viable este año. “El sector del libro está tocado pero no hundido. Acumularemos pérdidas hasta noviembre y todo dependerá de cómo se dé la Navidad, que es una época crucial para el comercio”, afirma.
En ese sentido, María José González asegura que pese a que ya en años anteriores “nunca había cifras espectaculares”, este año se ha notado mucho la caída de ventas. “Por mucho que ofrezcamos la posibilidad de vender online o de repartir a domicilio, como en nuestro caso, no es lo mismo que cuando un lector se acerca a trastear por tus estanterías y si venía buscando un libro igual se lleva otro más que le ha llamado la atención. No va a ser un buen año, y si nos acercamos a las cifras de ejercicios anteriores lo haremos a costa de un esfuerzo sobrehumano”, advierte.
Con ella comparte la apreciación Raquel San José, que sentencia: “El año es horroroso para todo el mundo, y lo que se nos avecina… La mayor parte de la gente que está o ha estado en ertes ha ido tirando de sus ahorros, y dentro de poco va a tener que restringir sus compras”, algo que en su opinión el pequeño comercio empezará a notar en su volumen de ventas en breve. “Nadie pensaba que esta situación se iba a prolongar durante tanto tiempo, y la crisis llega para todos”, lamenta.
Iniciativas fructíferas
Todas ellas coinciden en agradecer campañas como Valladolid Comercio Próximo, promovida por el Ayuntamiento de la ciudad, con bonos de descuentos directos de hasta 20 euros por usuario y por mes, que se activaron desde la reapertura en junio y que tras el parón de octubre el Consistorio ha recuperado para el actual mes de noviembre, un periodo donde habitualmente las ventas se detienen.
“Es una iniciativa fantástica”, sentencia Andrea Álvarez, que como sus colegas considera que su reactivación este mes puede ser un buen incentivo para adelantar las compras navideñas. En su caso, como en el del resto, recalca que la iniciativa funcionó muy bien con la campaña de vuelta al cole, y el boca a boca entre la clientela hizo que calara entre la población.
Para Estrella Alonso, “es una iniciativa genial, que repercute directamente en el consumidor y hace que el comercio de proximidad tenga más ventas”. A su juicio, es una idea “estupenda” que entronca con una antigua reivindicación que han planteado desde el Gremio de Libreros, para que se realice una campaña específica con bonos de cultura, que se puedan gastar en librerías, teatros, tiendas de música o cines. “Alguna vez lo conseguiremos”, augura esperanzada.
También aplauden la decisión de celebrar presencialmente la Feria del Libro de Valladolid el pasado mes de octubre, una convocatoria que tras haber sido aplazada desde junio estuvo en el aire hasta el último momento por la evolución de la pandemia. Para Estrella y María José, “fue un respiro que se agradeció mucho”; “pese a que asistió menos gente que otros años, quien se acercaba tenía más intención de comprar”, apunta la responsable de Oletvm, mientras que su colega reconoce que llegó al certamen con “mínimas perspectivas” y al final les dio un “impulso fundamental” y un “ánimo muy fuerte”.
Sin actividades paralelas
Las cuatro lamentan que la pandemia haya arrasado con todas las actividades paralelas diseñadas por las librerías para enriquecer la experiencia del lector, desde talleres a cuentacuentos o incluso las presentaciones o firmas de libros. En La Marmota han vivido esa realidad “con mucha pena”, ya que esa oferta se había constituido a lo largo de los años como una de sus señas de identidad.
“Teníamos intención de retomar las actividades ahora en noviembre, tras la Feria del Libro y la vuelta al cole, pero nos hemos encontrado de pronto con muchas cancelaciones para los talleres que había previstos de padres cuyos hijos están en cuarentena, así que hemos decidido proponer las mismas actividades que teníamos previstas para que se puedan hacer desde casa”, detalla Andrea. Así, cada semana, desde sus redes sociales propondrán un título que podrá adquirirse con un cinco por ciento de descuento tanto en su tienda física como online, y facilitarán a quien lo desee lo materiales para que los jóvenes lectores puedan hacer una manualidad en sus casas tras la lectura. “Se pierde el contacto con los demás niños, que era algo muy enriquecedor, pero en la actual situación no queda otra que adaptarnos”, señala.
Por su parte, tras meses de agenda vacía, en Oletvm han retomado la firma de libros a cargo de sus autores el pasado jueves, 5 de noviembre, con el vallisoletano César Pérez Gellida dedicando ejemplares de ‘La suerte del enano’, su última novela, cumpliendo eso sí siempre la distancia de seguridad y brindando a sus clientes la posibilidad de adquiririr el libro online y recogerlo ya dedicado. La próxima firma de libros prevista allí llegará el próximo viernes a las 18.30 horas, coincidiendo con el Día de las Librerías, a cargo del también vallisoletano Daniel Monedero, que firmará ejemplares de su libro de cuentos ‘Volar a casa’. “Si las cosas mejoran intentaremos el próximo año retomar las presentaciones, aunque me temo que nunca volverán a ser lo que eran… No imagino reunir ahora a 200 personas en el sótano de la librería, como pasó con Almudena Grandes o con Fernando Aramburu las últimas veces que vinieron”, lamenta Estrella.
“Tenemos que seguir adelante con nuestra vida”, sentencia Raquel San José, de La Librería de mi Barrio. En su caso particular, reconoce que este es el año en que más ha leído de toda su vida. “Los libros te permiten olvidarte de todo, es como quien ve la televisión horas y horas, pero en estos momentos la tele solo aporta nerviosismo, incertidumbre y estar mal, mientras que un libro te permite evadirte y escapar a otras realidades. Leer es lo mejor que puede hacer la gente para olvidarse de lo que estamos viviendo y aprovechar todo el tiempo que ahora tenemos por delante”, concluye. “Un buen libro nos brinda un viaje a sitios fantásticos para evadirnos. Eso no puede faltar. Se ha demostrado que en los momentos de confinamiento no hay mejor compañía que la de un libro”, remacha Andrea Álvarez, de La Marmota.