José Francisco Matías recuerda que “la Zamora vaciada demanda presencia, interés, respuestas institucionales y medios materiales”
El administrador de la Diócesis de Zamora, José Francisco Matías, recordó hoy, durante la ceremonia de ordenación episcopal del nuevo obispo, Fernando Valera, que “la España vaciada, esta Zamora vaciada, demanda presencia, acompañamiento, interés, preocupación, respuestas institucionales y medios materiales, que la Iglesia está procurando ofrecer y llevar a cabo, con todas sus energías, para que el Evangelio tenga su impronta en el aquí y ahora de estas gentes, tanto en el crecimiento cristiano como en la promoción social”.
José Francisco Matías, quien desempeñó la función de administrador en sede vacante tras el fallecimiento, el 20 de septiembre de 2019, del anterior prelado de Zamora, Gregorio Martínez, señaló que, desde entonces, “hemos invocado al señor que nos asistiese en nuestras necesidades” y dio “gracias a Dios” porque, en esa situación, “sentido su calor de Padre, su acompañamiento, su protección y su guía por el Espíritu”.
“Nos faltaba la persona del obispo, pero puedo decir que la grey ha colaborado eficazmente para pedir su presencia y encajar la situación desde la fe, la aceptación, la colaboración y la esperanza”, indicó.
El administrador diocesano trazó durante su intervención un exhaustivo perfil, con profusión de cifras, de la realidad de la Diócesis de Zamora, que presentó al nuevo obispo de Zamora. “La Diócesis ocupa una extensión de casi 7.000 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 150.000 habitantes; 303 parroquias, agrupadas en siete arciprestazgos, atendidas por 82 sacerdotes en activo y 22 jubilados”, precisó, además de mencionar las siete congregaciones de religiosas de vida contemplativa, agrupadas en trece comunidades, con 154 miembros; 16 congregaciones de vida apostólica, once femeninas y cinco masculinas, con 228 integrantes en total; tres institutos seculares y 95 misioneros.
Igualmente, mencionó a “un buen número” de celebrantes de la Palabra, catequistas, voluntarios de Cáritas, animadores de la liturgia y laicos asociados en grupos. “Se puede decir que gran parte del laicado es más voluntarista que comprometido. Una buena parte de cumplimiento dominical, el que lo practica; pues se deja sentir, como en toda la Iglesia de Europa, el proceso de secularización que está padeciendo de forma paulatina nuestra sociedad actual”, advirtió.
Once siglos de historia
“Viene a una diócesis con más de once siglos de historia y algunos más de fe cristiana ya vivida en estas tierras. El número 98 en la sucesión apostólica. Una iglesia ubicada en la denominada España vaciada’ que empezó a serlo cuando usted daba los primeros pasos”, señaló. “Se ha ido desangrando a lo largo de estas seis décadas hasta despoblar los pueblos y convertirlos en lugares de gente mayor, resignados a su suerte, nostálgicos de tiempos pasados y sin más esperanza, en muchos casos, que el discurrir cotidiano”, añadió.
El administrador diocesano aseguró que la Iglesia de Zamora acoge a Fernando Valera “como agua de mayo, aunque estemos en pleno diciembre, con las nieblas de la Inmaculada por medio, y viviendo la situación de preocupación e incertidumbre por la COVID-19” y apostilló: “Hemos puesto la confianza en Dios y asentado en Él nuestra esperanza. Ahora, con su presencia e padre y pastor, sentiremos más la fuerza y la gracia de Dios para mantener la confianza, el ánimo y la esperanza, encajar las dificultades externas y ahuyentar las reticencias internas”.
Por último, pidió la “intercesión” de los santos Atilano e Ildefonso, patronos de la Diócesis y de la ciudad de Zamora, respectivamente, para que el ministerio de Valera Sánchez “sea fecundo” y concluyó: “Que el coraje del primero y la clarividencia del segundo le acompañen en su tarea episcopal. Que el Señor le bendiga y acompañe siempre”.