El volcán que unió a científicos occidentales y norcoreanos
Los ojos de China, las dos Coreas y Japón, entre otros países asiáticos, están pendientes del Monte Peaktu, un gran volcán cuyo estudio ha derribado algunas fronteras.
16 abril, 2016 00:44Noticias relacionadas
Un poderoso gigante duerme plácido justo en la frontera entre Corea del Norte y China. El monte Peaktu, un simbólico volcán que fue responsable de una de las mayores erupciones de la historia hace más de mil años, desvela ahora parte de sus secretos gracias a una colaboración inédita entre científicos norcoreanos, británicos y estadounidenses.
Los expertos han obtenido por primera vez información detallada sobre lo que hay debajo de este volcán, que los chinos llaman Tianchi o Changbaishan, los coreanos Baegdu-san y los japoneses, Hakuto-san. En concreto, se han extraído valiosos datos sobre la evolución magmática que publican en la revista Science Advances.
Cerca de dos terceras partes del monte, de 2.744 metros de altitud y que alberga un espectacular lago en su cráter, se encuentran en territorio de Corea del Norte. El resto pertenece a China. Este volcán protagonizó una masiva erupción en el año 946 que afectó a toda la región: con un índice de explosividad volcánica de 7, se consideró una de las erupciones más violentas en los últimos 5.000 años.
El monte es todo un emblema cultural para toda Corea: fue supuestamente la cuna de Dangun, fundador de Gojoseon, el primer reino coreano. El macizo impregna la simbología norcoreana, es un lugar de peregrinación regular, aparece aludido en el himno nacional y suele ser el fondo de los retratos de los líderes.
Ahora, existe una preocupación más que justificada por conocer el comportamiento del Peaktu, tras una serie de episodios de actividad volcánica observados en la región entre 2002 y 2005.
"Nuestro estudio está tratando de abordar algunas de las cuestiones fundamentales sobre cómo funciona el volcán, básicamente investigamos su sistema de tuberías magmáticas", explica a EL ESPAÑOL James Hammond, coautor del artículo y vulcanólogo de la University of London, con una larga carrera de estudio de volcanes en lugares poco accesibles. "Podemos comparar esto con otros estudios que utilizan rocas que hemos recogido para ver cómo era el volcán antes y después de las grandes erupciones", apunta, y añade: "El trabajo se ha publicado es el primer paso en ese proyecto".
De momento, tanto la estructura del interior del volcán como su evolución magmática sigue siendo un misterio. Pero ahora se han utilizado datos de seis estaciones sísmicas situadas en Corea del Norte para estudiar las características de la corteza en la zona, un trabajo capitaneado por el científico norcoreano Ri Kyong Song y su equipo. "Todo este trabajo tiene como resultado que ahora estamos viendo la corteza con mucha mejor resolución que antes", comenta el vulcanólogo británico. "El volcán está tranquilo por el momento, pero debe vigilarse; es lo que están haciendo tanto China como Corea del Norte".
"En general, cuando estamos tratando de comprender cualquier volcán, buscamos información sobre sus erupciones pasadas (que encontramos en las lavas, piedra pómez, etc.) y la comparamos con estado actual", explica a este diario Clive Oppenheimer, también coautor del estudio y vulcanólogo de la Universidad de Cambridge. "La vigilancia del volcán mediante geofísica, geoquímica y otras técnicas nos puede decir día a día la actividad que podría estar ocurriendo bajo la superficie".
Oppenheimer destaca también que esta información es valiosa para construir una imagen del sistema de tuberías del volcán: "Aquí es donde es importante ser capaz de obtener una imagen sísmica del subsuelo", afirma. "Este tipo de trabajo puede identificar cuerpos de roca fundida en la corteza terrestre y revelar su profundidad por debajo de la superficie".
Una cooperación inédita
Corea del Norte, uno de los países más herméticos del mundo y controlado por un férreo régimen totalitario, abre una puerta en sus inexpugnables fronteras gracias a la ciencia, aunque sólo sea una rendija.
"Hubo muchos desafíos en este proyecto", reconoce Hammond a este diario. "Por un lado, la experiencia ha sido positiva, gracias a la buena cooperación y el entendimiento entre los científicos". No obstante, el mayor reto al que se enfrentaron los científicos occidentales "eran las sanciones internacionales".
Su primera visita a la República Popular Democrática de Corea tuvo lugar en 2011, para discutir la posibilidad de una cooperación internacional. "Nos costó dos años obtener las licencias necesarias para trasladar nuestros equipos científicos a Corea del Norte y, al mismo tiempo, asegurarnos de que respetábamos las sanciones y los embargos" que padece el país, reconoce Hammond, que recuerda que su equipo sufrió retrasos constantes por motivos tales como las maniobras de Corea del Sur y EEUU en la zona, o las supuestas pruebas nucleares del régimen de Pyongyang (y la correspondiente condena internacional).
Oppenheimer destaca que "la cooperación ha sido un reto, ya que ha requerido descubrir y dominar nuevas formas de comunicarse y construir un programa científico”. “Estos desafíos son a menudo divertidos", afirma, y añade: "Éste ha sido gratificante para todos los involucrados, creo".
Sobre los posibles efectos de estas pruebas nucleares en el volcán, ambos vulcanólogos se muestran prudentes y prefieren no "especular". Eso sí, los dos reconocen que el trabajo con sus colegas norcoreanos fue positivo, "como en cualquier tipo de colaboración en la que existen diferencias culturales". Oppenheimer recuerda momentos de diversión con sus colegas norcoreanos, tales como "canciones en el minibús desde el hotel hasta el volcán", visitas al karaoke y "a importantes lugares culturales" todos juntos.
Ciencia sin agendas
Curiosamente, y en contraste con el hermetismo político del país, Hammond confirma que "los coreanos están abiertos a la colaboración científica internacional". "La ciencia puede ser muy eficaz para iniciar un diálogo con países en los que ciertas herramientas indispensables no están disponibles", afirma este científico, desde su experiencia. "Lo cierto es que podemos construir relaciones y entendemos entre nosotros sin que la política complique las cosas".
En opinión del vulcanólogo, el estudio del planeta y las ciencias ambientales son magnificas excusas para tender puentes de diálogo entre naciones, al ser áreas del conocimiento independientes de cualquier agenda política.
Oppenheimer comenta que hay previsto realizar un taller en Pyongyang este verano para discutir y desarrollar nuevas ideas. "Sabemos que nuestros colegas norcoreanos están a favor de construir colaboraciones en el campo de la ingeniería sísmica, por ejemplo", asegura. "La ecología es otra área posible a desarrollar".
"Los científicos solemos entusiasmarnos con nuestras investigaciones, por eso ha sido fácil y fructífero trabajar con ellos", afirma Hammond, y añade: "Ha existido una verdadera colaboración en la que hemos aprendido mucho de los coreanos, y esperamos que ellos hayan aprendido algo de nosotros".