Con las vacaciones llegan los planes para viajar, en algunas ocasiones a sitios remotos y paradisíacos que incluyen interminables vuelos… Y con ellos, el incómodo jet lag. Pero ¿qué es peor, viajar de este a oeste, o de oeste a este?
Las matemáticas pueden ayudarnos a resolver esta pregunta de una vez por todas, más allá de la experiencia personal de cada uno. Expertos del Instituto de Investigación en Electrónica y Física Aplicada de la Universidad de Maryland han investigado la asimetría que existe en la recuperación de este incómodo desfase horario que experimentamos al viajar de este a oeste -y viceversa- en un artículo publicado en la revista Chaos.
Los científicos se dieron cuenta de que los viajeros se quejaban más a menudo de la lentitud de la recuperación de su ritmo de sueño al viajar hacia el este -por ejemplo, de Madrid a Tokio-, y se pusieron a trabajar para averiguar si esto es realmente así o se trataba de algo subjetivo.
El jet lag no es más que una serie de consecuencias que sufrimos desde que existen los vuelos de larga distancia, y se produce a partir de la falta de sincronización entre nuestros ritmos corporales y los del medio ambiente, especialmente el ciclo luz-oscuridad.
En el estudio se recuerda que nuestros relojes biológicos se controlan mediante la sincronización de un gran número de osciladores neuronales en el cerebro. Células dentro del hipotálamo -la región que regula, precisamente, los ritmos circadianos- se someten a ciclos diarios de actividad. Pero después de un cambio de zona horaria rápida, estas células son incapaces de ajustarse instantáneamente a un ritmo adecuado a la nueva zona horaria.
Tardamos más en recuperarnos
Para explorar este fenómeno, el equipo de investigadores decidió buscar algún modelo matemático que explicara la oscilación de esas células en el cerebro. Comenzaron modelando la dinámica de un gran número de células y, a continuación, usaron un nuevo método para simplificar el sistema y reducirlo a una sola ecuación que se puede analizar fácilmente.
"En nuestro estudio, la recuperación de jet lag está descrita por esa ecuación dinámica", comenta a EL ESPAÑOL Zhixin Lu, que participa en la investigación. "A partir de esa ecuación y usando parámetros razonables, nos encontramos con que la recuperación del desfase horario después de un viaje hacia el este es más lenta comparada con la de un viaje hacia el oeste, en ambos casos después de haber atravesado el mismo número de husos horarios".
Si bien se sabe que el ritmo circadiano natural de una persona promedio es de un poco más de 24 horas, el modelo matemático de estos investigadores indica que esta pequeña cantidad de tiempo extra -cerca de 30 minutos- es significativa y puede explicar los problemas para readaptarse a los horarios, que puede equivaler incluso a días cuando se viaja a través de varias zonas horarias.
"Los viajeros a menudo afirman que la recuperación del jet lag es más rápida cuando se viaja hacia el oeste", añade Lu. "Al utilizar el modelo matemático, podemos explicar el origen de la asimetría que existe en la recuperación de nuestro ritmo y además mostramos que, si bien el periodo natural de células osciladoras es sólo media hora más de 24 horas, existe una gran diferencia en el tiempo de recuperación del jet lag después de cruzar varios husos horarios hacia el este".
Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, confirma a este diario que "hacia el este, la tendencia natural de nuestro reloj es a retrasar, por eso los viajes que implican adelantar nuestro horario y acortar nuestro día nos cuestan más que los que implican alargarlo".
Una útil aplicación
Investigaciones anteriores han abordado el problema del desfase horario también desde el punto de vista matemático. Así, en un estudio publicado en PLOS Computational Biology, los investigadores exponen cómo nuestro "reloj interno" es capaz de cambiar más rápidamente de lo que se pensaba anteriormente, simplemente calculando los horarios óptimos de exposición a la luz y ajustando el tiempo de inicio y al final de cada día, algo que puede cambiar nuestro reloj circadiano en en el menor tiempo posible.
"Superar el desfase horario es fundamentalmente un problema de matemáticas y hemos calculado la forma óptima de hacerlo", afirma uno de los autores del estudio, Danny Forger, de la Universidad de Michigan, que reconoce que su equipo no es el primero en abordar este asunto pero apunta que el resultados de sus cálculos muestran el mejor y más rápido camino para ajustar nuestro cuerpo a las diferencias horarias.
Basada en estos hallazgos, estos científicos crearon una aplicación, Entrain, disponible gratis para iOS y Android, y que recomienda el tiempo de exposición a la luz para volver a recuperar el ritmo biológico normal.
Mientras, Zhixin Lu nos da un consejo para paliar, en la medida de lo posible, este incomodo trastorno. "Sobre la base de nuestro modelo", comenta, "una estrategia práctica y sencilla sería la de exponerse a la luz del sol tanto como sea posible al llegar a destino, lo que ayudará a reducir el tiempo de recuperación del "jet lag"". "Si el tiempo en el destino está nublado", añade, "se puede utilizar una fuente de luz artificial durante el día y evitar la luz durante la noche".
María Ángeles Rol, profesora titular de Fisiología en la facultad de Biología de la Universidad de Murcia, recuerda que "además de la diferencia horaria ente nuestro lugar de partida y el de destino, influye a qué hora viajamos, pero en términos generales, para una resincronización rápida, conviene exponerse cuanto antes al ciclo luz-oscuridad del lugar de destino". "Si lo que queremos es retrasar nuestro reloj biológico, conviene evitar la luz al principio del día y exponerse a ella al final del día, y al revés si queremos adelantar dicho reloj", concluye.
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