El misterio de las carpas: así están invadiendo nuestros ríos sin control
Un nuevo estudio sugiere que el transporte a través del intestino aviar de un solo huevo puede ayudar a la dispersión de esta especie invasora.
25 junio, 2020 02:33Noticias relacionadas
La carpa común (Cyprinus carpio) es un pez de agua dulce ampliamente conocido e incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La carpa prusiana (Carassius gibelio) es un invasor más reciente en plena expansión en la península ibérica.
Si bien los ejemplares de esta especie han colonizado a masas de agua en todo el mundo, aún no está claro cómo sus huevos llegan a zonas aisladas. Una nueva investigación, publicada ahora en la revista PNAS, partió de la hipótesis de que la carpa podría dispersar sus huevos a través del sistema digestivo de los patos, ya conocidos por extender plantas acuáticas e invertebrados.
Según los científicos, entre los que han participado investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD) del CSIC en Sevilla, los huevos de las carpas pueden sobrevivir al sistema digestivo de los patos que eventualmente los ingieren como parte de su dieta y ser expulsados vivos entre sus heces en otros cuerpos de agua. Esta podría ser una forma importante de dispersión de las carpas.
Un experimento con patos cautivos
Para determinar si los huevos de pez podían sobrevivir al paso intestinal después de ser ingeridos por un ave, los biólogos alimentaron con unos 500 huevos de carpa vivos a cada uno de los ocho ánades azulones cautivos que se emplearon para el estudio. El equipo utilizó tanto huevos de carpa común como de la carpa prusiana, que son ambas especies invasoras con amplios rangos geográficos.
Los resultados muestran que en las heces de seis de los patos se encontraron huevos vivos. Sin embargo, solo el 0,2 % de los huevos ingeridos se recuperaron intactos en las heces frescas, hasta 24 horas después de su consumo por parte de los patos. De los 18 huevos recuperados, 12 contenían embriones viables. Finalmente, una carpa común y dos carpas prusianas eclosionaron con éxito.
“La dispersión de un solo huevo de carpa prusiana podría establecer una nueva población, dado su potencial para reproducirse asexualmente. Los huevos pasados que no nacieron murieron por infección de hongos”, concluyó Andy Green, profesor de investigación del CSIC en la EBD y coautor del trabajo.