La industria de la alimentación se las ha ingeniado durante años para colarnos variedades de pan blanco con reclamos como "rústico", "artesano", "100% natural" o "con masa madre". Unas denominaciones que parecen elevar el producto a una categoría superior o que, incluso, pueden llevarnos a pensar que estamos ante un alimento con unas mejores propiedades. En realidad, se trata de una estrategia marketing que llevamos años tragándonos sin darnos cuenta. La triste realidad es que, desde el punto de vista legal, estos términos no significan nada.
De entre todos los panes, el que tal vez goza de una mayor popularidad es el "pan de pueblo". El término apela directamente a nuestro estómago y es fácil imaginar una hogaza elaborada a la antigua usanza, por un maestro panadero, en un horno de leña, con masa madre y los mejores ingredientes. Nada de esto ocurre. No al menos con el pan industrial que encontramos en el súper, que está elaborado con harinas refinadas y que es vendido bajo este reclamo.
En realidad, el único elemento que nos va a permitir distinguir si este producto es una opción saludable es la lista de ingredientes. De esta forma, no será una buena opción si no contiene una elevada cantidad de harina integral. El pan integral, elaborado con grano entero (esto es: incluyendo el germen y el salvado), es un alimento mucho más recomendable para nuestra salud porque incluye el cereal al completo.
[Más información: El pan de pueblo no existe: así es realmente la hogaza más popular de España].
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