Los cereales son uno de los pilares de cualquier dieta, ya que son la principal fuente de hidratos de carbono (nutrientes que nos proporcionan energía, junto a las proteínas y las grasas). De hecho, para muchos esta es una de las maneras más fáciles de tomar carbohidratos.
Sin embargo, no todo vale. Los cereales que se venden en cajas con diseños muy atractivos son puro azúcar, un producto manufacturado americanizado que no tiene nada que ver con la dieta mediterránea. Su alto índice glucémico –elevan la glucosa de la sangre muy rápido- los aleja de la idílica imagen saludable que proyectan los anuncios de la tele.
Hace un par de años, la OCU publicó los resultados de un trabajo coordinado por la World Action on Salt and Health (WASH), una organización internacional vinculada a la London School of Medicine and Dentistry, en el que se analizó el contenido nutricional de 19 tipos de cereales distintos que se venden en nuestros supermercados. El informe concluyó que el 58% de los cereales de desayuno contienen niveles altos de azúcar, superiores al 22,5%.
No es una buena época para tener las ideas claras en cuestiones de alimentación. Entre nutricionistas, científicos, periodistas, chefs, famosos que opinan de cualquier cosa y páginas webs para todos los gustos podemos volver loco al consumidor. Entonces, ¿qué debemos hacer para no equivocarnos? Entre otras características, podemos fijarnos en la cantidad de azúcar (que viene indicada en su información nutricional) para saber si los cereales son ultraprocesados o no.
Es lo que recomienda el conocido dietista-nutricionista Carlos Ríos, que acuñó el término real food (comida real en inglés) para referirse a la opción más saludable en lo que a alimentación se refiere. Precisamente la cantidad de azúcar ayuda a clasificar las distintas variedad de este conocido desayuno en tres categorías:
- Ultraprocesados: (con una cantidad superior a los 5 gramos de azúcar por cada 100), cuyo consumo no se recomienda.
- Buenos procesados: (cantidades por debajo de 5 gramos por cada 100 gramos), que podemos consumir.
- Alimento real: cuando además de no contener azúcares añadidos encontramos el cereal en grano entero, es decir sin procesar, y la opción que Ríos recomienda.
Si hay que quedarse con alguno de esos productos, los mejores son los salvados, la cáscara del grano de los cereales que se desmenuza con la molienda. Es decir, lo que se desprecia para conseguir las harinas refinadas es en realidad lo más sano, puesto que contiene mucha fibra, minerales, vitaminas, proteínas y grasas insaturadas. También los copos de avena son un buen producto, con más carbohidratos, pero de absorción lenta. En el otro extremo, están los cereales más ultraprocesados, cargados de azúcar y, paradójicamente, muy frecuentes en el desayuno de los niños occidentales.