Unas patatas fritas bien cargaditas de sal.

Unas patatas fritas bien cargaditas de sal. Pixabay

Nutrición

Estos son los alimentos que pueden estar interfiriendo en tu concentración

Una única comida rica en grasas insanas puede ser la diferencia entre una mayor o menor atención y concentración.

28 mayo, 2020 02:10

Noticias relacionadas

Los alimentos ricos en grasa pueden parecer una buena vía de escape en momentos difíciles o estados de ansiedad, dado que se conoce su estrecha relación con el circuito de recompensa cerebral. Sin embargo, este efecto tiene un doble filo que puede llegar a ser muy perjudicial, en muchos otros sentidos más allá del evidente riesgo de caer en el sobrepeso o la obesidad a medio y largo plazo.

De hecho, las comidas ricas en grasa, como la comida basura, han demostrado perjudicar incluso al sistema nervioso central, y especialmente al cerebro, diezmando su capacidad cognitiva y de concentración. Ahora, un nuevo estudio ha hecho hincapié en esta última capacidad, sugiriendo que una sola comida rica en grasas saturadas puede dificultar la capacidad de concentración.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio analizaron a 51 mujeres que realizaron una prueba de atención tras consumir una comida rica en grasas saturadas, o bien la misma comida hecha con aceite de girasol (rico en grasas insaturadas).

Según los investigadores, cuyo estudio se ha publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, el desempeño de la prueba fue peor tras la comida rica en grasas saturadas, en comparación a la comida rica en grasas insaturadas, lo que indicaría una relación entre las grasas y el desempeño cerebral: mejor si la grasa es saludable o insaturada, según los investigadores.

Para llegar a tal conclusión, Annelise Madison, estudiante de posgrado de psicología clínica, y Janice Kiecolt-Glaser, profesora de psiquiatría y psicología y directora del Instituto de Investigación de Medicina del Comportamento del estado de Ohio, analizaron los datos del estudio de Kiecolt-Glaser para evaluar si las comidas altas en grasa aumentaban la fatiga y la inflamación en los supervivientes por cáncer.

Las mujeres del estudio completaron una prueba de atención inicial durante una visita matutina al laboratorio, denominada prueba de rendimiento continuo, donde se mide la atención sostenida, concentración y tiempo de reacción en 10 minutos.

La comida rica en grasas consistía en huevos, galletas, salchichas de pavo y salsa; en total contenía 60 gramos de grasa en forma de ácido palmítico (rico en grasas saturadas), o bien aceite de girasol (bajo en grasas saturadas). En ambas comidas se contabilizaron 930 calorías, y pretendían imitar a la comida rápida típicamente servida en locales como Burger King o McDonalds.

Cinco horas después, las mujeres volvieron a realizar la prueba de rendimiento continuo. Tras el paso de unas semanas, volvieron a repetir el mismo experimento, pero consumiendo la comida opuesta a la primera vez (intercambiando el tipo de aceite usado).

Asimismo, también se analizaron muestras de sangre de las participantes en ayunas, para comprobar si existían signos de permeabilidad intestinal. Por otro lado, los investigadores también analizaron si existía alguna relación entre sufrir intestino permeable, donde se sabe que las bacterias intestinales y algunos productos tóxicos no deseados pueden acabar en el torrente sanguíneo, y la concentración. De nuevo, se objetivó que las pruebas de atención eran peores en este caso, independientemente de la comida consumida.

Los investigadores recuerdan que en trabajos previos ya se habría analizado los potenciales efectos de la dieta con el paso del tiempo. En este caso, se analizaron los efectos de una sola comida, siendo sorprendente hallar alguna relación significativa en un lapso de tiempo tan escaso. Y, puntualizan, teniendo en cuenta que la comparación es con aceite de girasol, que aunque posea un bajo porcentaje de grasas saturadas, sigue siendo rico en grasa en general.

Cabe destacar que el estudio no determinó qué estaba sucediendo exactamente en el cerebro de las participantes, aunque la hipótesis barajada es que las grasas saturadas aumentan la inflamación corporal, y también a nivel cerebral.

Finalmente, también se detectó que aquellas participantes más ansiosas o más estresadas tendrían peores datos de atención y concentración, aunque a su vez este tipo de personas son las que suelen recurrir más al consumo de alimentos altamente calóricos y ricos en grasas.