Los misticismos y las creencias sin fundamentos científicos han identificado los cambios en la clara de los huevos como símbolo de mal augurio, mal de ojo o, incluso, posesiones demoníacas. Sin embargo, la realidad es bastante más aburrida, aunque entraña un peligro real para la salud. Si cascas un huevo y la clara es de color negro o rojo, no tienes mal de ojo, pero mejor no te la comas.
Los huevos son un alimento base en la dieta, aportan proteína de origen animal y son ricos en vitaminas como la B12 y la vitamina D. En esencia, están compuestos de dos partes diferenciadas, clara y yema, una transparente y otra anaranjada, y cada una tiene un aporte nutricional distinto y complementario.
No es muy probable, pero puede ocurrir que un día te encuentres una clara roja al tratar de cocinar un huevo, como lo que le ocurrió a una ciudadana británica, Beena Sarangdhar, según relata The Mirror. Sarangdhar también subió la foto del huevo con la clara roja a las redes sociales, donde se hizo viral.
Allí, varios usuarios le advirtieron sobre el extraño color, pidiendo que no consumiera ese huevo y los que hubieran estado en contacto con él, ya que en la foto se podía ver como la mujer había echado más huevos a la sartén. "Lo que dio el color rojo a la yema es la bacteria Pseudomona, un microorganismo peligroso para los seres humanos", explica José Gallardo, nutricionista especializado en obesidad y sobrepeso.
Resistencia a los antibióticos
El término Pseudomona se refiere a la Pseudomonas aeruginosa, responsable de distintas infecciones en humanos que, además, presenta una alta resistencia contra los antibióticos cuando está protegida por una biopelícula. Los síntomas de una infección por este microorganismo dependen del lugar del cuerpo en el que se produzca.
Puede causar infecciones pulmonares severas o incluso septicemia. Además de enfermedades del tracto urinario, oído medio y válvulas cardiacas. En España, es responsable casi del 10% de todas las enfermedades nosocomiales y, en Europa, en la actualidad, ya se producen al año más de 25.000 muertes causadas por infecciones de patógenos resistentes a los antibióticos.
Es cierto que las personas inmunodeprimidas, con diabetes o fibrosis quística son más propensas a sufrir complicaciones tras ingerir o entrar en contacto con esta bacteria, pero también presentan un peligro para el resto de personas. Gracias a los altos niveles de resistencia a los antibióticos, éstas representan un gran riesgo potencial.
Los huevos no son cápsulas estériles
Durante muchos años, se creyó que el huevo, antes de la puesta, era prácticamente estéril, algo que podría ser cierto para las bacterias responsables de la putrefacción. Sin embargo, gracias al avance tecnológico, se descubrió que el huevo puede ser infectado de forma congénita por la Salmonella enteriditis.
Además, puede haber otros escenarios en los que este alimento sea infectado, incluso antes de ver la luz. Por ejemplo, de forma transovárica. Es poco frecuente, pero la yema puede ser colonizada por microorganismos que se encuentran en el ovario del ave. También de manera oviductal, con una contaminación de la membrana vitelina durante su paso por la gallina; y trasncascárida, es decir, una causa ambiental.
Los huevos también pueden sufrir una colonización bacteriana en su cáscara, a partir de las heces de los nidales donde reposan o, incluso, por las manos de los operarios que los recogen. "Por eso, cuando veas un huevo con roturas o fisuras, lo mejor es tirarlo a la basura", subraya el nutricionista.
El semáforo del peligro
Los huevos suelen presentar distintas alteraciones que pueden indicar que no son aptos para el consumo. Por ejemplo, cuando la yema adquiere un color verduzco o rosado es porque está infectada por Pseudomona fluorescens. También puede ir acompañado de un olor afrutado o dulzón. Si la yema se desmorona o adquiere una densidad algo granulada o distinta a la de otros huevos, puede estar colonizada por Pseudomonas, Acinetobacter, Alcaligenes, mientras que, si el huevo se muestra completamente opaco o presenta un color negro, está infectado con Proteus y Aeromonas.
En ninguno de estos casos ha de consumirse el huevo y hay que evitar que la cáscara caiga en la sartén o en el plato, ya que su ingesta podría desencadenar diferentes problemas de salud.