¿Carne sí o carne no? El debate nutricional, para simplificar, tiene una respuesta sencilla para cuando vayamos a hacer la compra: carne, menos. Introducir más alimentos de origen vegetal en nuestra dieta mientras reducimos los que provienen de animales tiene efectos positivos sobre nuestra salud. Adquiriremos, por ejemplo, nutrientes esenciales como la fibra y la proteína vegetal al tiempo que recortamos grasas nocivas y calorías. Y puestos a recortar la ingesta cárnica, es importante tener clara la diferencia entre la 'carne blanca' o magra que podemos tomar a menudo, y la roja a limitar.
"La carne blanca es la que tiene muy poca cantidad de hemoglobina y hierro y, por tanto, una coloración más blanca", explicaba a EL ESPAÑOL Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación. Pollo, conejo y pavo contienen menos colágeno que la ternera, cerdo y cordero, por lo que son menos difíciles de digerir; sin embargo, las grasas saturadas intramusculares son el verdadero problema de las 'carnes rojas': están relacionadas con problemas cardiovasculares como la hipertensión y un incremento del riesgo de cáncer, especialmente del tumor de colon.
En línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Villarino recomendaba un consumo de carne blanca que no excediera entre tres y cuatro veces semanales. "La carne roja hay que espaciarla más, la idea sería consumirla una vez por semana", explicaba. Pero matizaba que la cantidad y la calidad cuentan: varios productos promocionados como 'ligeros y saludables' tienen tantos aditivos y tan poca materia prima como para ser considerados 'carne procesada', la más denostada por la OMS por su acción inflamatoria en el intestino.
Así lo explicaba Miguel Ángel Lurueña, doctor en Tecnología y Ciencia de los Alimentos y divulgador: "La pechuga de pavo y el jamón cocido, tal y cómo los compramos en el supermercado, son lo mismo: un producto cárnico procesado que no se considera saludable. La pechuga de pavo, en sí, sí lo es". Así, no es difícil encontrar fiambre de pavo o pollo que solo sea un 50% carne, rellenando el resto con agua, fécula de patata, azúcares y jarabe de glucosa, leche en polvo, aromas, extracto de especias, aditivos y conservantes. Si vamos a adquirir carne de ave envasada, tenemos que comprobar primero que ése es el ingrediente básico.
Un producto que cumple estos requisitos llega renovado a los estantes de los supermercados Mercadona: los 'Filetes de pechuga de pavo corte fino' de Hacendado, en bandeja de 570 g aproximados que equivalen a unas nueve o diez piezas. Lo elabora la andaluza Procavi, el proveedor totaler detrás de otros éxitos de la marca blanca como la pavita para Navidad. Como en el caso del pavo entero que se comercializó con ocasión de las fiestas, se trata de carne fresca y sin aditivos, destinada a ser consumida en las 24 horas posteriores a la apertura del envase y tras ser cocinada por completo.
Lo cierto es que el ave más consumida en España es el pollo, pero darle una oportunidad al pavo es interesante desde el punto de vista nutricional. El primero tiene 167 kilocalorías por cada 100 gramos, mientras que esto filetes solo tienen 112 kcal en la misma proporción. En el pollo, la grasa ocupa casi un 10% del alimento, y conuna mayor cantidad de colesterol; pero en el pavo, más musculoso, apenas supera el 2%. Esto se traduce en apenas 1,3 gramos de grasa por cada 100 de producto a cambio de 25 gramos de proteína, lo que lo convierte en un excelente alimento proteínico.
Eso sí, para sacarle realmente partido hay que dedicarle un rato en la cocina. Aunque se pueden consumir sencillamente a la plancha, nuestros compañeros de Cocinillas nos dan ideas para dar salida a estas lonchas finas: de un Gratinado de pavo y verduras para el horno a un socorrido pero estupendo Burrito Light de Pavo y Queso.