El 'superalimento' español más desconocido: 100% natural, antiinflamatorio y ayuda a prevenir el cáncer
Estas semillas poseen un valor nutricional muy interesante que puede aportar diversos beneficios para nuestro organismo.
18 enero, 2023 02:30El apio es una de esos alimentos que a muchos les resulta especialmente poco apetitoso, junto con otros como el brócoli o las espinacas. No obstante, acompaña a nuestra especie desde hace muchísimo tiempo. Se sabe que, siendo originario de Europa y Asia central, su cultivo se remonta al menos a hace más de 3.000 años, época en la que se cultivaba en Egipto, tanto para usos alimenticios como medicinales.
Poco a poco, su presencia se ha extendido por casi todo el mundo. Hoy, el apio es popular en muchos países de todo el mundo. En Europa, es comúnmente utilizado en ensaladas, sopas y guisos. En América del Norte, se utiliza principalmente en ensaladas y como guarnición para carnes y pescados. También es popular en Asia, especialmente en China, donde se utiliza en multitud de recetas.
Aunque la parte más conocida y usada es el tallo, hay otras que son útiles en la cocina, muy nutritivas y con excelentes propiedades para la salud: en este caso, nos referimos a la semilla. Esta es una especia común, pero también se vende en forma de suplemento dietético. En cuanto a su aspecto, destaca su pequeño tamaño y el color marrón claro.
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Su aroma es terroso y su sabor es cálido y amargo. Una sola cucharada, unos 6,5 gramos, contiene 25 calorías, 2 gramos de carbohidratos, 2 gramos de grasa, 1 gramo de proteína y 1 gramo de fibra. Además, a estas cifras se les une una buena cantidad de minerales esenciales como calcio, manganeso y hierro.
Reducir la presión sanguínea
La semilla de apio se muestra prometedora en el tratamiento de la hipertensión, según un estudio preliminar publicado en el Journal of Medicinal Food en 2013. En pruebas con animales, los autores del estudio observaron que el tratamiento con extracto de semilla de apio redujo la presión arterial en aquellos animales que la tenían elevada.
Prevención del cáncer
Algunas investigaciones indican que el extracto de semilla de apio puede poseer propiedades anticancerígenas. Esta investigación incluye un estudio basado en ratas publicado en Cancer Letters en 2005, que encontró que el extracto de semilla de apio interfiere en el desarrollo del cáncer de hígado.
Además, un estudio sobre células humanas publicado en el Asian Pacific Journal of Cancer Prevention en 2011 encontró que el extracto de semilla de apio puede ayudar a combatir el cáncer de estómago al inducir la apoptosis, un tipo de muerte celular programada esencial para detener la proliferación de células cancerosas.
Efectos antiinflamatorios
Una revisión de 2017 publicada en el Journal of Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine determinó que había suficiente evidencia para sugerir que la semilla de apio puede tener efectos curativos debido a sus poderosas características antioxidantes, que ayudan a eliminar los radicales libres del cuerpo.
La investigación preliminar también sugiere que la semilla de apio puede proporcionar beneficios como la reducción de la inflamación y el dolor en personas con afecciones inflamatorias específicas, como artritis y úlceras. El informe, publicado en 2015 en Progress in Drug Research, examinó las propiedades químicas de la semilla de apio y también encontró que es un tratamiento seguro para estas afecciones.
Huesos fuertes
Los componentes que encontramos en las semillas de apio, las convierte en unas grandes aliadas para mantener una adecuada salud ósea. El alto contenido de calcio, magnesio, manganeso, fósforo y hierro es la razón de ello. Todos ellos juegan, de una u otra forma, un papel fundamental en el mantenimiento de la densidad ósea.
Por ejemplo, si no se ingiere el suficiente calcio, el organismo lo detrae de los huesos, lo que aumenta el riesgo de fracturas. El manganeso es imprescindible para activar las enzimas que producen las proteínas necesarias para la formación de tejido óseo y cartílago. Por último, la deficiencia de magnesio y fósforo puede provocar enfermedades óseas crónicas como la osteoporosis.