La hembra del Aedes albopictus, el mosquito tigre, es toda una estratega. El lugar que escoge para poner sus huevos no son las más que obvias aguas estancadas que eligen otras especies.
Este insecto busca zonas que sabe que se inundan de vez en cuando, pero que en ese momento pueden estar secas. La consecuencia: cuando una empresa de control de plagas procede a hacer su trabajo, puede saltarse estos nidos; lo que buscan destruir son aguas encharcadas, que la astuta albopictus ha eludido.
Lo cuenta Javier Lucientes, profesor de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza y uno de los expertos que está asesorando al Gobierno sobre cómo poner coto a un posible aumento de casos del virus del Zika y otros patógenos, como el del dengue y el chikunguña. "Por eso es un bicho difícil de controlar", resume, antes de añadir el penúltimo truco de la hembra de mosquito: "No pone los huevos juntos, los reparte y pueden aguantar así meses, hasta que las zonas vuelven a tener agua y se convierten en larvas y posteriores adultos".
Afán de supervivencia
El veterinario no lo achaca a una especial inteligencia por parte del mosquito sino a su afán de supervivencia y adaptación, el mismo que le hizo capaz de llegar a Europa -aunque en cantidades mucho menores que en los países tropicales- escondido en los neumáticos usados importados que entraban al continente.
Ahí, entre las ruedas, entró a la costa mediterránea española -vía Cataluña- el vector no sólo del Zika sino también de otras enfermedades. "Estos mosquitos, que suelen criar en los huecos de los troncos de los árboles, viven ahora en un medio artificial que les hemos creado nosotros", reflexiona Ricardo Molina Moreno, del Instituto de Salud Carlos III y también consejero del Ministerio de Sanidad en estas lides.
Esa capacidad del insecto para criar en sitios dónde no se los espera hace muy difícil erradicarlos, algo que, por otra parte, los expertos consideran "imposible". Eso sí, tranquilizan, una situación como la que se vive en América Latina sería muy difícil que se replicara aquí por una cuestión de números: en las zonas tropicales estos vectores son muchísimos más abundantes.
Pero hay un arma que podría ayudar y no es otra que la propia ciudadanía. Un estudio catalán, que cita Lucientes, demuestra que el 80% de los mosquitos tigre se crían dentro de las casas, por lo que serían inmunes a medidas globales.
Éstas están muy establecidas desde antes de la llegada del Zika. Así, la Asociación del Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) tiene ya en marcha protocolos para fumigar aviones que viajan o vuelven de países tropicales, donde el mosquito que realmente transmite el virus -Aedes aegypti- sí es común y abundante. De hecho, esta práctica se está realizando en España, en este tipo de aviones. Lo mismo sucede a la hora de fumigar zonas de aguas encharcadas, como los lagos que hay en los campos de golf.
Colaboración ciudadana
"Es importante la colaboración ciudadana", afirma Molina, algo que también destaca Lucientes, que propone algunas medidas: "Sustituir los cuencos con agua donde se ponen las macetas por recipientes con tierra, tapar con mosquiteras los contenedores de plástico necesarios y poner bocabajo el resto".
Porque, como destaca Molina, cualquier sitio puede ser apto para la cría del mosquito tigre. Por ejemplo, esos juguetes -como un camión de plástico que se deja en el jardín- con espacios donde se puede acumular agua.
En cualquier caso, ninguna de estas medidas tendrán sentido hasta que aumenten las temperaturas. En ese momento se podrán dar distintos escenarios. Por ejemplo, Lucientes comenta que, cuando se detecte un caso importado de la enfermedad -como los siete que se han localizado hasta la fecha-, podría requerirse la fumigación del área donde vive esa persona.
Sería difícil que se repitieran, eso sí, las escenas vistas en América Latina, que ambos expertos califican de exageradas. Esas fumigaciones pueden incluso perjudicar al medio ambiente. "Aquí se podría hacer de forma puntual, si hubiera casos autóctonos, pero la terbonebulización aquí está muy controlada", comenta el experto de Zaragoza, que califica de curioso que las personas que en estas zonas aplican los insecticidas a gran escala estén tan protegidas mientras que sus habitantes aparecen en las imágenes en camiseta y bañador. "¡No vaya usted tan cubierto", bromea el experto.