Este miércoles comienza una nueva ola de calor, con la consecuente preocupación por parte de las autoridades sanitarias por los niños o los ancianos, los principales candidatos a sufrir las consecuencias del calor y la deshidratación. Si no se toman las precauciones adecuadas, también otros pueden tener problemas, como las personas que trabajan en la calle o los deportistas.
Los trabajadores no tienen más remedio que soportar la situación, siguiendo una serie de pautas preventivas. Pero, ¿qué pasa con los deportistas? ¿Deberían abandonar los ejercicios al aire libre para evitar golpes de calor?
En Murcia, donde el calor arreciaba ya desde este lunes, la policía municipal no ha dudado en lanzar su propia recomendación: "No utilices horas de fuerte calor para hacer deporte".
Correr en el infierno
En un artículo reciente de The Conversation, la profesora de Ciencias del Deporte de la Universidad de Kingston, Hanna Moir, cuenta cómo su grupo de investigación analiza cada año las consecuencias de correr en lugares de climas excesivamente calurosos.
Un claro ejemplo es el de la Maratón Anual des Sables, una carrera de 250 kilómetros celebrada cada año a través del desierto del Sáhara. En esta prueba se llegan a alcanzar hasta los 50 Cº.
Lógicamente, correr en este ambiente no tiene nada que ver con hacerlo en otros climas más suaves. Estos corredores deben tener más cuidado del habitual y, sobre todo, entrenar poco a poco, permitiendo que su cuerpo se adapte a la situación.
Enseñando al organismo
El mayor peligro de correr a temperaturas muy elevadas se debe a que el cuerpo trata de refrigerarse a través del sudor, que consume buena parte del agua presente en la sangre.
Para facilitar este proceso, la sangre se desplaza en mayor cantidad a la superficie de la piel, por la que se secreta la sudoración. Como consecuencia de esto, disminuye la disponibilidad para los músculos, haciendo que el cansancio aparezca muchos antes.
Todo esto se exterioriza a través de síntomas como debilidad, dolores de cabeza, náuseas o deshidratación y puede solventarse de varias formas.
Por un lado, queda clara la necesidad de aumentar la toma de agua durante el ejercicio, para compensar los líquidos que se pierden a través del sudor. Por otro, también es aconsejable evitar el ejercicio en las horas más cálidas, entre las 11 y las 15.
Pero, sobre todo, es muy importante aumentar la intensidad del ejercicio de una forma mucho más lenta de lo normal, para que el organismo se adapte a los cambios de temperatura. Y es que el cuerpo humano ha evolucionado desarrollando una gran capacidad de adaptación al calor, a través de modificaciones como el aumento de las tasas de sudoración y el volumen sanguíneo, la disminución de la pérdida de sales en el sudor o la reducción de la frecuencia cardíaca. Por lo tanto; ¿se puede hacer ejercicio a temperaturas muy elevadas? Sí, pero con cabeza.