La medicina hace milagros pero, en ocasiones, estos se acompañan de efectos no deseados. Uno de los órganos que más sufre la parte mala de estos beneficios terapéuticos es el riñón y es algo contra lo que los médicos poco podían hacer hasta ahora, más allá de reducir las dosis y evitar el máximo el contacto de los medicamentos con el riñón, órgano por el que tienen que pasar necesariamente para ser filtrados por el organismo.
Ahora, un equipo de investigadores españoles ha patentado lo que podría ser el primer fármaco nefroprotector, es decir, utilizado específicamente para proteger el riñón de la acción dañina de medicamentos muy utilizados e imprescindibles para combatir enfermedades tan graves y prevalentes como infecciones o el cáncer.
El hallazgo de esta molécula, cilastatina, es solo en parte original. Tal y como han contado los descubridores, el fármaco ya existía, pero nadie sabía que podía servir para lo que todo parece indicar que va a hacerlo.
La historia comienza con un antiguo medicamento, que aún se comercializa para uso hospitalario con el nombre comercial de Tienam. Se trata de un antibiótico -imipenem- que se administra en conjunción con la cilastina, que en el prospecto se define como un inhibidor del metabolismo renal que aumenta su concentración. Según los médicos del Gregorio Marañón que ahora lo han patentado como protector del riñón, la única razón de incluirlo en el antiguo fármaco era que el antibiótico fuera eficaz para las infecciones de orina, lo que en efecto se logró.
Pero experimentos casuales con animales en la década de 1990 les llevaron a tirar de un hilo que puede tener un final muy feliz. Según el nefrólogo Alberto Tejedor, uno de los dos promotores del hallazgo -junto con el investigador del mismo hospital Alberto Tejedor- tras intuir que este compuesto podría proteger al riñón del efecto de varios fármacos hicieron un metanálisis; es decir, buscaron trabajos publicados al respecto. Encontraron cinco experimentos que habían comparado la administración de Tienam con la de otros antibióticos y su efecto sobre el daño renal y, en efecto, vieron que estaban en lo cierto. Otros lo habían demostrado, pero ni sabían que ese efecto era por la cilastina ni mucho menos a qué mecanismo se debía.
A partir de ahí, comenzaron dos trabajos en paralelo. El pasar de la bata blanca a la farmacia y hacer un master acelerado en el desarrollo de medicamentos y, en paralelo, el de probar en animales el efecto de la molécula aislada, ya sin el antibiótico.
Respecto a lo primero, Tejedor comenta que contactaron con varias de las llamadas big pharma sin éxito. "Tienen la sede fuera de España y no se querían arriesgar y está claro que necesitamos partners empresariales", se lamenta. La respuesta vino de una pequeña compañía española, Spherium Biomed, a quién finalmente se licenció la patente y que es la que se encargará de toda la parte de producción y comercial.
Con respecto a lo segundo, los investigadores han hecho sus deberes y han llevado a a cabo toda la investigación preclínica necesaria, que han publicado en revistas científicas como Kidney International o Nephrology, dialysis and transplantation.
Ahora queda lo más difícil y, a la vez, apasionante: confirmar que el medicamento funcionará en humanos y se podrá cumplir el sueño de sus descubridores: poder comercializarlo -"a un precio asequible"- y administrarlo junto con todos los fármacos que pueden dañar el riñón, desde muchas quimioterapias a antibióticos de nueva generación, pasando por nuevos antirretrovirales e inmunosupresores para trasplantes. En 2018 se dará el pistoletazo de salida al último sueño español.
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