Es el paradigma del cáncer más curable, el tumor maligno que se pone como ejemplo cuando se habla de lo mucho que se ha avanzado en la lucha contra esta enfermedad. El cáncer de mama -que se diagnostica a 26.000 mujeres cada año- sigue causando, sin embargo, alrededor de 6.000 muertes anuales, la mayoría a personas con enfermedad metastásica bien desde el diagnóstico o después de una primera recuperación.
Un porcentaje elevado de estos fallecimientos pertenecen a los dos subgrupos de tumores mamarios de peor pronóstico: los que tienen sobreexpresada la proteína Her2 -cuyas afectadas viven alrededor de cinco años de media- y los triple negativo, con una mediana de supervivencia de cerca de tres años.
Un equipo de investigadores australianos acaban de identificar una nueva familia de fármacos que, según definen, se dirigen al "talón de Aquiles" de las células cancerígenas, pero que no actuarían directamente contra el cáncer, sino que servirían más bien de gasolina para los tratamientos que, muchas veces sin éxito, intentar acorralar a día de hoy a la enfermedad.
Su hallazgo se ha publicado en la revista Science Translational Medicine y el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Miguel Martín, lo califica para EL ESPAÑOL como "interesante" ya que, explica, muestra que el compuesto S63845 tiene actividad sinérgica -potenciadora- con otras terapias convencionales. ¿El principal pero del estudio? No lo hace directamente en pacientes, sino en tumores humanos trasplantados a ratón.
"Esto puede traducirse o no en una potencial utilidad clínica en seres humanos de dicho compuesto. La única forma de saberlo con certeza es desarrollando el medicamento en mujeres con cáncer de mama de mal pronóstico, lo que supone una gran inversión de dinero", comenta a este diario el también director de Oncología Médica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
La novedad de este fármaco reside en que inhibe una proteína, MCL-1 que, según los autores del estudio, "da a las células cancerosas una ventaja de supervivencia que les permite resistir a la quimioterapia y a otros tratamientos anticáncer". Se trata de una proteína que, según se ha visto, se expresa a niveles anormalmente altos en los tumores de mama de peor pronóstico, para los que las opciones terapéuticas -sobre todo para los triple negativo- son más limitadas.
Lo más importante es que la combinación de este inhibidor de MCL-1 mejora la eficacia de fármacos muy utilizados en estos tipos de cáncer, desde algunos clásicos como el docetaxel, hasta otros específicos para los Her2 positivo como el trastuzumab o el lapatinib.
Aunque es pronto para saber si los prometedores resultados publicados ahora se confirmarán en humanos, hay un dato que apoya esta tesis: otro compuesto similar -que inhibe la misma proteína- está ya probándose en ensayos clínicos, aunque para cánceres del sistema inmunológico como linfomas y leucemias.
Mientras se espera que la nueva molécula avance hasta convertirse en esperanza real para las pacientes, Martín advierte: "Desgraciadamente, el 95% de los medicamentos antitumorales nunca llegan a comercializarse, bien porque la actividad en modelos de laboratorio no se confirma en el cáncer humano o porque aparecen toxicidades inesperadas".
"Nuestros hallazgos supone una fuerte evidencia para que se siga investigando en la clínica", concluyen por su parte los autores. Ojalá sea así.