Sofia Zago, de cuatro años, había pasado varias veces por el hospital en las últimas dos semanas. El pasado 13 de agosto acudió por una fiebre alta a un centro sanitario en la localidad en la que se encontraba de vacaciones, donde le diagnosticaron un "inicio de diabetes infantil". Pocos días más tarde ingresó en la unidad de pediatría de un hospital de Trento -su ciudad natal-, en el que se recuperó completamente hasta que recibió el alta pasados cinco días. A final de mes volvió a urgencias con una inflamación en la garganta y pronóstico de faringitis. Hasta que el pasado 2 de septiembre regresó por tercera vez a este hospital casi inconsciente y dos días después murió como consecuencia de la malaria.
La pequeña no había salido de Italia en todo este tiempo, simplemente había viajado a la costa del Véneto, a unos 200 kilómetros de casa. El seguimiento lo realizó a la vuelta de vacaciones, en el hospital Santa Chiara de Trento, donde coincidiendo con el primer ingreso de la niña dos hermanos se recuperaban de la llamada malaria cerebral, un tipo extremadamente agresivo de la enfermedad, que habían sufrido tras un viaje a Burkina Faso. Además según los últimos exámenes, el parásito que afectó a Sofia es el mismo que el que padecieron los pequeños, el Plasmodium falciparum, una bacteria que se extiende en la sangre y que acaba con los glóbulos rojos, provocando falta de oxígeno en el cerebro.
La ministra de Sanidad, Beatrice Lorenzin, señaló que "después de los primeros datos es posible que la niña haya contraído la malaria en el hospital de Trento, lo que significaría un episodio muy grave". La fiscalía de la ciudad ya ha iniciado una investigación para determinar si los responsables sanitarios pudieron haber cometido homicidio involuntario. Sin embargo, para que la enfermedad pasara de los hermanos enfermos a la niña sería necesario una transfusión de sangre infectada o la utilización de una jeringuilla que hubiera pasado por ellos. La directora de la unidad de pediatría del centro sanitario reconoció finalmente que "el contagio seguramente se haya producido en el hospital, pero queda saber el modo".
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 hubo 212 millones de casos de esta enfermedad, que le costó la vida en ese año a 429.000 personas. En el 90% de las ocasiones se producen en África, un 7% en Asia y el resto en algunos países de América Latina. En 1970 la OMS declaró a Italia una zona indemne de malaria –también llamada paludismo-, ya que como en el resto de países occidentales los pocos casos registrados se producen como consecuencia de viajes a zonas endémicas. El año pasado Italia importó 637 de estas infecciones, números similares a los que se registran anualmente en España.
Por esto, la segunda de las hipótesis que han manejado los expertos en el caso de Sofia es que el portador de la enfermedad fuera un mosquito que haya llegado a este país en una maleta. La hembra de una treintena de variedades de estos insectos de género Anópheles es la responsable de contagiar el virus. Incluso uno de estos animales sanos se lo puede puede transmitir a otra persona después de picar a otro humano infectado previamente. Esta especie de mosquito vive unas tres semanas y según los doctores puede sobrevivir sin demasiados problemas en el interior de un espacio cerrado a una temperatura cercana a los 20 grados.
La hipótesis del mosquito viajero ha sido, por tanto, una de las explicaciones más verosímiles para el aluvión de especialistas en enfermedades de este tipo que han aparecido en la prensa local. Según un estudio realizado en 2009 por el Instituto Superior de Sanidad italiano, en este país existen sólo dos tipos de mosquitos de variedad Anópheles. Aunque las pruebas revelaron que las posibilidades de que estos puedan transmitir el Plasmodium falciparum son "remotísimas".
Se trataría del primer caso de malaria autóctona en Italia desde hace casi tres décadas. Y aunque desde la Sociedad italiana para las enfermedades contagiosas y tropicales rechacen que otra cepa de mosquito pueda actuar como portadora del paludismo, otros expertos como la viróloga Ilaria Capua, citada por la agencia Ansa, señalan que estos insectos son una incógnita "ya que al trasladarse junto a los viajeros mutan continuamente".
Existen métodos para prevenir la malaria, pero no una vacuna completamente eficaz. También desde la OMS advierten de que un diagnóstico precoz y un tratamiento inmediato pueden evitar la muerte del paciente. En el caso de Sofía, sin embargo, los expertos exoneran a los médicos que la atendieron porque las posibilidades de padecer la enfermedad son escasas sin haber estado expuesta en un país endémico. Los más vulnerables a contraer el virus y fallecer por esta causa son precisamente los menores de cinco años.