Los brotes de sequía que están sacudiendo gran parte del planeta Tierra en los últimos años hace inevitable pensar en cómo sería no tener acceso a agua potable durante un tiempo demasiado largo.
Sin duda sería un gran problema, ya que este preciado líquido es esencial para el correcto funcionamiento del organismo pero, ¿cuánto tiempo exactamente puede vivir un ser humano sin tomar ni una gota?
No hay una respuesta clara a esta cuestión. Entre otros factores, la cifra depende de la actividad física y la edad o la salud del individuo. En cualquier caso, se trata de un tiempo corto, por lo que en caso de deshidratación es importante reponer el agua a tiempo, antes de que sea demasiado tarde.
Entre unas pocas horas y dieciocho días
Como norma general, se establece que el tiempo que una persona puede vivir sin tomar agua se encuentra entre los dos y los siete días.
Sin embargo, existen casos extremos en ambas direcciones. Por un lado, si una persona se encuentra en un ambiente muy cálido, como un coche aparcado al sol, puede deshidratarse y morir en pocas horas.
Sin embargo, en el lado opuesto se encuentra el caso de Andreas Mihavecz, un joven de dieciocho años que en 1979 fue abandonado por error en una celda de detención durante dieciocho días, durante los que no pudo beber ningún tipo de líquido.
Esto le llevó a ostentar el récord de la persona que ha pasado más tiempo sin beber agua, pero en realidad no puede decirse definitivamente que no lo hiciera, pues sobrevivió gracias a la idea de lamer la condensación de las paredes.
Primero los riñones
Cuando el organismo comienza a experimentar un descenso notable en los niveles de agua, se activa un sistema de emergencia con el que se optimiza la poca que aún se encuentra disponible en el cuerpo.
Para empezar, se libera la hormona anti diurética, que viaja hasta los riñones, activando la generación de acuoporinas, que favorecen el transporte de agua y su acumulación como reserva en la sangre.
Como consecuencia, la orina se vuelve más oscura y con un olor más fuerte y disminuyen tanto las ganas de orinar como la salivación.
A continuación, las células comienzan a perder agua, que viaja hasta la sangre, por lo que comienzan a contraerse. Un claro ejemplo es el de las células cerebrales, que al contraerse provocan sensación de cansancio y dificultad para pensar.
Finalmente comienzan a fallar los órganos, empezando normalmente por los riñones, que dejan de filtrar la sangre, con la acumulación de toxinas que eso supone.
Afortunadamente, si se detecta a tiempo una deshidratación es fácil de tratar. Basta con reponer los electrolitos perdidos, para que el organismo recupere su funcionamiento normal. Lo que está claro es que no se debe apurar y que es muy importante beber agua frecuentemente, especialmente los días calurosos o después de realizar ejercicio físico.