Según datos de la Sociedad Española de Cardiología, más de 16 millones de españoles sufren hipertensión o presión arterial elevada, el principal factor de riesgo conocido para acabar padeciendo un ictus o accidente cerebrovascular. Además de una correcta prescripción médica de diferentes fármacos, según la situación del paciente que sufre hipertensión, existen muchos otros consejos para mejorar o controlar la hipertensión: dieta y ejercicio físico, dado que la obesidad se asocia en casi todos los casos a la presión arterial elevada.
Dentro de las pautas dietéticas, la más importante es la reducción del sodio -un componente que representa el 40% de la sal de mesa-. Sin embargo, hasta el 80% de los españoles con hipertensión consumen más sal de la que deberían, es decir, más de cinco gramos de sal al día, o lo que es lo mismo, más de 2.000 mg de sodio. Este exceso de sal puede aparecer en diversos alimentos sin tenerlo en cuenta, y esto suele ser un problema para gran parte de la población.
Por ello, los investigadores del Instituto de Tecnología de Georgía afirman haber inventado un sensor electrónico flexible que puede integrarse en los dientes y controlar, en tiempo real, la cantidad de sal que se está consumiendo. En su estudio, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences, aseguran que todos esos datos podrían leerse inmediatamente desde cualquier smartphone.
El biosensor capaz de medir la sal de la dieta
W. Hong Yeo, autor principal del estudio y profesor asociado de micro y nanoingeniería también dice que sería posible colocar el sensor en la lengua o el paladar, e incluso en un solo diente, ya que el dispositivo inicial que fabricaron tan solo era un prototipo. De hecho, afirma que el mayor desafío en la fabricación del dispositivo fue hacerlo suave y flexible, y lo suficientemente cómodo para llevarlo en la boca, razón por la cual lo montaron en una membrana porosa ultrafina.
Acoplado al biosensor, también existe una batería recargable hecha con micromonedas de apenas 6,8 mm de diámetro, capaz de otorgar al biosensor una carga total de 12 horas. Dicho tiempo sería más que suficiente para un uso práctico del sensor, según los investigadores, ya que la idea sería usarlo tan solo durante las comidas y recargarlo durante la noche. En un futuro cercano, los investigadores también se plantean eliminar totalmente la batería y poder recargar el dispositivo mediante una fuente externa a través de un acoplamiento inductivo.
Los materiales del nuevo dispositivo, por tanto, son baratos y sensibles a la presencia del sodio.
Para comprobar su efectividad, Yeo y sus colegas dieron a un grupo de individuos sorbos de agua con diferentes concentraciones de sal. Cuando el sensor fue capaz de medir adecuadamente las concentraciones de sodio, lo probaron con comida y bebida real habitual: caldo de verduras, sopa de fideos y pollo, e incluso patatas fritas. El dispositivo funcionó bien en casi todos los casos, excepto con las patatas fritas, ya que midió un gran pico inicial de sal cuando las patatas tocaban el sensor pero posteriormente la lectura fue difusa.
Un biosensor mejorable
Sin embargo, los investigadores afirman que el problema puede solucionarse mediante un buen procesado de los datos, es decir, recalibrando el sistema. Además, sugieren que su dispositivo podría conectarse a diferentes aplicaciones de salud actuales, muchas de las cuales ya contienen una enorme base de datos sobre nutrientes y micronutrientes de diversos alimentos.
De hecho, el biosensor ya dispone de una aplicación propia para el sistema operativo móvil Android, y posee un sensor Bluetooth capaz de enviar datos directamente a un smartphone o tablet.
Por el momento, las ideas más inmediatas que bajaran los investigadores consisten en miniaturizar más aún su dispositivo, aunque creen que ya está casi listo para su uso práctico en un ambiente real fuera de laboratorio, siempre que consigan financiación.
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