El pasajero expulsado de un vuelo desde Canarias por su mal olor muere por la 'bacteria comecarne'
El hedor del ruso Andrey Suchilin no estaba provocado por su mala higiene sino por la gravísima necrosis de los tejidos que estaba sufriendo.
2 julio, 2018 13:20Noticias relacionadas
Hace exactamente un mes, una noticia se abría paso en las secciones de curiosidades y sucesos virales de los diarios. Un vuelo de la compañía holandesa Transavia que había partido del aeropuerto de Gran Canaria con destino a a Ámsterdam tuvo que aterrizar de emergencia en Faro, Portugal, para expulsar a un pasajero cuyo hedor hacía imposible al pasaje continuar con el trayecto.
"Olía como si no se hubiese bañado en semanas" - declaraba uno de los testigos del desagradable incidente a la prensa holandesa. "Varias personas vomitaron". No faltaron detalles escabrosos como los pasajeros de las seis últimas filas huyendo para refugiarse en la parte delantera del avión, la tripulación combatiendo el mal olor con ambientadores y, admitiendo finalmente su derrota, solicitando al hombre que se encerrase en los servicios.
El desafortunado pasajero era el músico ruso Andrey Suchilin, y ahora sabemos que no tenía ningún problema de higiene sino una grave enfermedad que le ha terminado costando la vida en el mismo hospital portugués en el que fue ingresado después de ser expulsado del avión. Había contraído fascitis necrosante, una terrible infección en la que la denominada 'bacteria devoradora' o 'bacteria comecarne' destruye los tejidos y se extiende rápidamente por el organismo.
Según explicaba su esposa en su perfil de Facebook, Suchilin, de 58 años, había acudido a los médicos en Canarias, pero le habían diagnosticado una infección de playa común. Según informa ScienceAlert, herirse al contacto con corales haciendo submarinismo o caminando por arrecifes puede ser la fuente de contagio de una bacteria comecarne marina. Estas prosperan en un entorno anaeróbico, es decir, en ausencia de oxígeno, por lo que cortan el riego sanguíneo a las células y provocan la necrosis o descomposición de los tejidos.
Para cuando subió a bordo, la infección se había extendido por el cuerpo del paciente: dicho de otro modo, se estaba pudriendo vivo. Para cuando fue ingresado, había rebasado el umbral del tratamiento, por lo que se optó por inducirle un coma para evitar la progresión de la enfermedad que finalmente le ha costado la vida. Las infecciones por bacteria devoradora son muy raras, pero difíciles de distinguir de las convencionales en un primer momento. Los especialistas recomiendan vigilar la zona por si la piel se vuelve tensa y pálida, y se sufren mareos y baja tensión.