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Este es el café que aumenta el riesgo de cáncer pero se sirve a diario en España: el truco para reconocerlo según los expertos

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El café es una de las bebidas más consumidas en la mayoría de hogares en España. Nuestro país se encuentra dentro de la lista de los 20 países del mundo en los que más café se consume por habitante. Según las estadísticas, cada habitante de nuestro país consume de media unos 4,5 kg de café al año, aunque muy por debajo de los 12 kg por persona que se consumen en Finlandia.

Una bebida a la que se le asocian todo tipo de beneficios para la salud, entre los que encontramos la reducción de las posibilidades de sufrir alzhéimer. También protege de las enfermedades cardiovasculares y hepáticas, ayuda a ser más productivos, mejora la concentración, aliado para combatir la depresión... Sin embargo, hoy vamos a hablar de una variedad menos saludable y que lamentablemente se ha vinculado con el cáncer.

Una variedad que ya se ha prohibido en media Europa pero que en España sigue comercializándose y consumiéndose, al igual que sucede también en Portugal. Se trata del café torrefacto, que se elabora añadiendo azúcar a los granos de café durante el proceso de tostado, el cual se realiza a altas temperaturas. 

Un café que podemos reconocer en muchos supermercados españoles a través de la palabra "mezcla" y que a pesar de ser de baja calidad y estar desaconsejado por los expertos de la salud, son muchos los hogares y cafeterías en los que se continúa consumiendo en España debido a su bajo precio.

Cómo saber si el café es torrefacto

Este es un tipo de café que a menudo puede pasar inadvertido entre otras variedades de café. "Mucha gente no sabe que, cuando está consumiendo torrefacto, está consumiendo azúcar", se hacía eco el programa TardeAR. Un hecho que ya por sí solo resulta perjudicial para la salud, sobre todo si se hace en grandes cantidades.

Además, en este caso se suma otro factor, la acrilamida, una sustancia química dañina que se genera en los alimentos que se elaboran a altas temperaturas. "Como todo producto quemado, genera acrilamida, producto cancerígeno", apuntaban.

Un mensaje al que otros expertos restan importancia y al que se une la explicación de la organización europea EFSA. "En la actualidad, los estudios en seres humanos han aportado pruebas escasas y poco consistentes en cuanto al incremento del riesgo de padecer cáncer", detallan. 

Aún así, esta misma asociación asegura que las pruebas realizadas en animales de laboratorio sí han evidenciado que puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer en diversos órganos y mutaciones genéticas. Estos resultados invitan a reflexionar sobre los posibles riesgos del consumo de café torrefacto.

Para distinguir esta variedad de otras más naturales, un experto en café explicó en Telecinco que existen dos formas sencillas. Una es observar los granos, que tienen un color significativamente más oscuro.

La otra consiste en un truco práctico: poner los granos en una taza, añadir agua caliente y observar el resultado. Si el agua permanece clara, es café natural pero si se tiñe rápidamente es torrefacto. Lo mismo sucede al añadir leche caliente, que también adquiere un tono oscuro con esta variedad.

Origen del café torrefacto en España

El café torrefacto se caracteriza por un distintivo proceso de tueste en el que se añade azúcar en la fase final. Esta técnica, al caramelizarse el azúcar sobre los granos, crea una capa protectora que les otorga un color negro brillante y un sabor fuerte y amargo. Este método no solo influye en el sabor del café, proporcionando un cuerpo intenso y una persistencia amarga, sino que también fue diseñado para alargar la vida útil del café, protegiéndolo de la oxidación y el enranciamiento.

La introducción del café torrefacto en España comenzó a finales del siglo XIX, con el industrial José Gómez Tejedor. En 1887, Gómez Tejedor fundó su primera fábrica en Badajoz tras aprender esta técnica en sus viajes a Cuba y México, donde el tostado con azúcar era común para preservar los granos frente a las altas temperaturas y la humedad. Su visión empresarial lo llevó a patentar este método en 1901, obteniendo derechos exclusivos de producción durante dos décadas.

Aunque la técnica del torrefacto fue clave en una época en la que la conservación era prioritaria, su popularidad se ha mantenido principalmente en países como España y Portugal. A día de hoy, este café suele ser una opción más económica y es apreciado por quienes disfrutan de un café fuerte y amargo. Sin embargo, el avance en la producción y la creciente demanda de cafés naturales de alta calidad, han ido cambiando las preferencias de muchos consumidores. Aún así, el café torrefacto sigue ocupando un lugar en el mercado español.