La cúrcuma (Curcuma longa) llevaba formando parte de la dieta tradicional del sudeste asiático desde incontables generaciones cuando Marco Polo le echó el ojo por primera vez en 1280. Describiendo los cultivos en China, el comerciante veneciano habló de "un vegetal con todas las propiedades del azafrán", incluyendo su olor y color, pero sin serlo. Lo hizo con visión de negocio: introducir una alternativa barata al azafrán, la especia mejor cotizada en Europa, habría tenido una rentabilidad infinita.
El plan no prosperó, porque el paladar de los aristócratas occidentales no se acostumbró a su gusto amargo. Pero hoy en día, la cúrcuma es un requisito para cualquiera que presuma de hacer un curry decente en casa. Se extrae en forma de polvo de las raíces secas de planta y dota de un particular color amarillo a los platos. Por ese mismo motivo, ha servido tradicionalmente de colorante vegetal, particularmente para túnicas de sacerdotes, y se arroja a puñados como parte de las bendiciones que se reparten en determinados festivales.
Cuando gastronomía y religión van de la mano, no es extraño que aparezca un tercer vértice del triángulo, que es la medicina tradicional. La cúrcuma aparece en la medicina china y la ayurvédica, pero los defensores de las terapias alternativas no están desarmados en este caso: pueden citar una abundante panoplia de estudios científicos que atribuyen a un componente de esta especia, la curcumina, propiedades antiinflamatorias, protectoras contra el alzheimer o el cáncer, la potestad de retrasar el envejecimiento o incluso de curar la disfunción eréctil y la calvicie.
Es fácil encontrar así páginas que listan no menos de 50 estudios para defender los "beneficios probados" de la cúrcuma. Pero, como tiende a ocurrir con la proliferación de consejos de salud en la red poco rigurosos, se dan por hechos lo que son indicios obtenidos en ensayos pequeños. El pasado enero, un ensayo publicado en el American Journal of Geriatric Psychiatry atribuía un efecto de mejor de la memoria y el humor a los suplementos alimenticios de curcumina. Los investigadores se habían inspirado en la menor prevalencia del alzhéimer en los ancianos indios con respecto a los occidentales, aunque admitían que, con una muestra de 40 pacientes, era prematuro extrapolar.
Un año antes, un metaestudio publicado en el Journal of Medicinal Chemistry arrojaba una conclusión demoledora: pese a miles de publicaciones y hasta 120 ensayos clínicos, ninguno ha acreditado los beneficios de la curcumina para la salud de forma exhaustiva. Esta sustancia, con el nombre químico de diferuloilmetano, solo está presente en el 5-7% de la cúrcuma que se ingiere, que ya de por sí no suele exceder de una o dos cucharadas al tratarse de un sazonador.
E incluso entonces, se trata de una molécula inestable que difícilmente se absorbe por vía gastrointestinal. Fisiológicamente hablando, comer cúrcuma aporta una cantidad de curcumina intrascendente desde el punto de vista terapéutico- incluso con el truco de mezclarla con pimienta.
No sirve como 'ibuprofeno natural'
Una de las refutaciones más importantes a la idea de que la curcumina pueda llegar a sustituir a los fármacos antiinflamatorios acaba de ser publicado en el Canadian Medical Association Journal. En este caso, después de que investigaciones anteriores en modelos animales y en pacientes de un único centro sanitario apuntasen a los beneficios de este compuesto para reducir la inflamación de personas sometidas a cirugía cardiovascular, el Instituto Canadiense para la Investigación Sanitaria se propuso comprobar estos resultados a gran escala.
Así, se reclutaron a más de 600 pacientes en diez hospitales del país, todos ellos seleccionados para ser sometidos a una operación de reparación endovascular de aneurisma. Una mitad recibió suplementos concentrados de curcumina por vía oral: 2.000 mg, dos veces al día, durante los cuatro días previos a la intervención. La otra mitad recibió un placebo. Los análisis posteriores demostraron que no había beneficios apreciables del consumo del compuesto en los niveles posoperatorios de inflamación. De hecho, los pacientes que tomaron los suplementos desarrollaron un mayor riesgo de daño renal.
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La curcumina, molécula tramposa
¿Significa por lo tanto que el derivado de la cúrcuma no tiene ninguna aplicación médica? Un documento del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Granada reseñaba en el año 2000 los beneficios potenciales de los extractos de Curcuma longa L.: antiinflamatorios, anticancerígenos, efectivos contra enfermedades hepáticas, cardiovasculares, neurodegenerativas, la diabetes, las cataratas...
Si ninguna de estas promesas ha logrado concretarse en ensayos a gran escala, razonaban los autores del metaestudio de 2007, es porque la curcumina tiende a provocar falsos positivos en las pruebas farmacológicas. Los químicos tras este trabajo revelaban que llaman a estas moléculas 'compuestos de interferencia pan-ensayísiticos', lo que en inglés da el divertido acrónimo de PAINS ('dolores'). "La curcumina es un ejemplo perfecto de estas moléculas promiscuas que aparecen a menudo en los cribados"- explicaba James Inglese, del National Center for Advancing Translational Sciences de Bethesda (EEUU).
Así, la curcumina tiende a activarse de forma espontánea, simulando reaccionar con los marcadores de una enfermedad. Los extractos de cúrcuma contienen además una docena de sustancias adicionales que pueden estar detrás del efecto. Finalmente, advierten que el mito de este "súper alimento" que también es un "súper medicamento" hace que la literatura médica previa se de por buena y se planteen hipótesis basadas en evidencias insuficientes. Una treintena de artículos han sido retractados o corregidos desde 2009 en consecuencia, muchos de ellos en relación con la curcumina como bloqueante de células tumorales.
No queda descartado, por tanto, que el extracto de cúrcuma llegue a tener aplicaciones sanitarias, pero la investigación médica está todavía muy lejos de proporcionar resultados concluyentes. En cualquier caso, el consumo de esta especia no sirve para sustituir tratamientos. Aunque sí se puede decir que sirve para prevenir graves enfermedades, como cualquier otro alimento que forme parte de una dieta saludable, variada y baja en azúcares, calorías y grasas saturadas.
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