El legado de Maria Branyas tras su muerte: sus 117 años ayudarán a revelar el secreto de la longevidad
El investigador Manel Esteller le tomó muestras de sangre, saliva y orina para determinar qué es lo que la hizo tan especial.
21 agosto, 2024 02:37El 17 de enero de 2023, la fama de Maria Branyas se volvió mundial: la francesa Lucile Randon moría con 118 años y 340 días y ella pasaba a ser la persona viva de más edad.
Ya era la española más longeva de la que se tienen registros y en este último año se coló en el top 10 mundial: es la octava persona más longeva de la historia, con solo 5 años menos que Jeanne Calment, que encabeza esta lista.
Fallecida este lunes con 117 años y 168 días, Branyas deja un legado no solo de amor por los suyos sino para toda la humanidad: los científicos buscan desentrañar los secretos de su longevidad.
Ella ya llevaba más de 20 años en una residencia de Olot pero desde hace un tiempo sus hijas habían decidido espaciar las visitas para no agobiarla.
Los orígenes de Branyas se encuentran lejos de la localidad gerundense de sus últimos años. Nació el 4 de marzo de 1907 a miles de kilómetros al oeste, en San Francisco (EEUU) Sus padres habían recalado en el Nuevo Mundo tres años antes.
La Maria Branyas ens ha deixat. Ha mort com ella volia: mentre dormia, tranquil·la i sense dolor.
— Super Àvia Catalana (@MariaBranyas112) August 20, 2024
Fa uns dies ens deia:
“Un dia me n'aniré d'aquí. No tornaré a provar cafè, ni a menjar iogurt, ni a acaronar a la Fada..., deixaré també els meus records, les meves reflexions... 👇
La infancia de esta heroína tranquila transcurrió entre los estados de California, Texas, Arizona y Luisiana, para regresar a España en 1915.
Branyas ha vivido los gobiernos de la Restauración, la dictadura de Miguel Primo de Rivera (y la 'dictablanda' de Dámaso Berenguer), la II República, la Guerra Civil, la dictadura de Franco, la Transición y cuatro décadas de democracia en España.
El mundo en que nació y se crió era un mundo newtoniano, sin Big Bang y con un espacio y tiempo absolutos e infinitos, un átomo sin neutrones y en el que apenas se empezaba a poner interés en las leyes de la genética que había formulado casi medio siglo antes Gregor Mendel.
El mundo que deja es finito, relativo y extraño, sustentado en probabilidades y en el que los secretos del ADN parecen a nuestro alcance.
Son esos secretos los que un científico de talla internacional como Manel Esteller trataba de desentrañar con la colaboración de Branyas.
"Cuando miramos sus células, vemos que son más jóvenes de lo que pone en su DNI", comentaba Esteller, catedrático de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, a EL ESPAÑOL el año pasado.
"Con personas como Maria se puede aprender muchísimo del envejecimiento, dar con los mecanismos que le han hecho vivir más que la media: genéticos, epigenéticos, ambientales, etc. Una mezcla adecuada que se ha conjuntado para hacer esa supervivencia tan avanzada", añadía. "Por eso estamos estudiándola".
Con 117 años cumplidos, Branyas no había tenido cáncer, alzhéimer o patología cardiovascular, enfermedades comunes en personas con 50 años menos que ella. Incluso pasó la Covid sin inmutarse, siendo la persona de más edad que había sobrevivido a la infección. No solo su edad era excepcional sino también su salud.
Hacía ya algún tiempo presentaba problemas de movilidad y su oído se había deteriorado. En época más reciente eran su visión y su memoria las que se estaban resintiendo.
Este lunes, en su cuenta de X —que manejaba su hija Rosa— citaba al Nobel de Literatura Rabindranath Tagore: "Y cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón seguirá hablando de amor".
Y seguía: "Me siento débil. Se acerca la hora. No llorad, no me gustan las lágrimas". Un día después llegaba la noticia: "Maria Branyas nos ha dejado. Ha muerto como ella quería: mientras dormía, tranquila y sin dolor".
Genes y epigenética
Esteller había tomado muestras de sangre, saliva y orina de la anciana. En ellas puede observar los cambios en su ADN que dan pistas de su salud de hierro.
Se han identificado unos 200 genes relacionados con el envejecimiento. Es la epigenética (las modificaciones exteriores del material genético, moléculas que van acoplando o desacoplando de la doble hélice que modifica la expresión de esos genes) la que se cree que puede explicar el éxito de los supercentenarios, aquellas personas que han vivido más de 110 años.
"Un privilegio haber conocido a María, que se hizo querer por todos. El mejor homenaje que podemos hacerle es continuar la búsqueda por un envejecimiento saludable y una longevidad plena. Dar calor a la familia y amigos. Descanse en paz", ha escrito en la red social X.
Un privilegi haver conegut a la Maria que es va fer estimar per tots. El millor homenatge que li podem fer és continuar la recerca per un envelliment saludable i una longevitat plena. Donar escalf a la familia i amics. Descansi en pau. https://t.co/dM40GTJVSk
— Manel Esteller (@ManelEsteller) August 20, 2024
En los análisis preliminares de su material genético, el científico catalán advertía que su edad biológica era, al menos, una década menor que su edad cronológica.
De hecho, el investigador, que también es director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, recuerda que en el árbol genealógico de Branyas vemos que su familia "tiene tendencia a vivir un poco más, pues hay varias personas de 90 años".
Pero los genes no lo son todo. Son factores ambientales y la dieta los que influyen profundamente en la epigenética, ese regulador externo del ADN.
A veces estos factores dan sorpresas. De hecho, Esteller comentaba a EL ESPAÑOL en su momento que "se cree que la gente que sobrevive a catástrofes desarrolla una ventaja adaptativa. Personas que han sobrevivido a grandes hambrunas o guerras, algo les cambia que les hace sobrevivir más". Branyas sobrevivió a terremotos, incendios y una Guerra Civil.
A Branyas le sucede la japonesa Tomiko Itooka que, con 116 años y 89 días, es la persona viva de más edad. Tiene solo 16 días más que la brasileña Inah Canabarro Lucas, que le sigue en la lista.
La inmensa mayoría de estas personas supercentenarias son mujeres. El primer hombre es Christian Mortensen, en el puesto 38 y que murió con 115 años y 252 días. Entre las 100 personas más longevas solo hay tres hombres más.