Carl H. June, premio Abarca Prize 2024: "Las terapias CAR-T son lo más cerca que estamos de curar algunos cánceres"
- "Las CAR-T funcionarán para prácticamente todos los tipos de cáncer" / "Si la gente fuese consciente del impacto de la investigación positiva en sus vidas, votarían a políticos que la priorizasen" / "Con las CAR-T pasará como con los móviles, antes los tenían solo los ricos y ahora todo el mundo".
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El futuro del tratamiento del cáncer lo inició Carl H. June. Su laboratorio desarrolló el primer tratamiento basado en células CAR-T, es decir, en extraer los glóbulos blancos del paciente para modificarlos genéticamente de forma que ataquen el cáncer.
El resultado ha sido espectacular: hay pacientes que siguen vivos (curados) en tumores donde la esperanza de vida era de meses con una sola inyección de estas células.
Su contribución a la medicina ha sido reconocida en múltiples ocasiones. La última de ellas ha sido este martes, cuando ha recibido el IV Premio Abarca Prize, Premio Internacional de Ciencias Médicas Doctor Juan Abarca.
Las primeras terapias CAR-T llegaron a Europa en 2018 y actualmente hay seis aprobadas, todas ellas para cáncer hematológico (leucemias, linfomas y mielomas), el más fácil de atacar.
Pero June, que es catedrático Richard W. Vague de Inmunoterapia en la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania y director del Instituto Parker de Inmunoterapia del Cáncer en la misma universidad, está convencido de que casi cualquier tipo de tumor, sea sólido o líquido, podrá tratarse con esta nueva herramienta terapéutica.
También cree que el alto coste de estos tratamientos (alrededor de 300.000 euros por paciente) podrá reducirse notablemente en poco tiempo, automatizando procesos, fabricando células a escala industrial —ahora cada paciente utiliza las suyas propias— y mejorando la tecnología.
¿Cómo ha avanzado el conocimiento del sistema inmune desde que usted comenzó a investigarlo?
En cierto modo, Paul Ehrlich, en Alemania, fue el primero que propuso el concepto de que el sistema inmune pudiese servir para controlar el cáncer. Esto fue en 1860 y solo tenía un microscopio tradicional, no tenía ni idea de qué eran los linfocitos T, pero sí elaboró una hipótesis de que el sistema inmunológico creaba unas 'balas mágicas' que podrían atacar las células cancerígenas.
Hubo muchos investigadores que probaron esa idea pero fracasaron. No fue hasta el 2011 cuando se fabricaron esas primeras balas mágicas, los inhibidores del punto de control.
Las herramientas para estudiar el sistema inmunológico han mejorado espectacularmente. Aprendimos mucho durante la pandemia de Covid, porque hubo múltiples equipos científicos de todo el mundo que tenían tecnologías muy sofisticadas para estudiar el sistema inmune y se pusieron a ello.
Hasta entonces, los científicos habían estudiado mucho más los ratones que los seres humanos. Por fin estamos estudiando células humanas y hemos aprendido mucho de por qué hay personas que responden bien a la vacuna de la Covid y otras que no, o por qué hay personas que desarrollan Covid persistente, y eso nos ha ayudado a entender mejor el funcionamiento de las células CAR-T.
Es decir, que ha habido cambios espectaculares en la comprensión detallada de una molécula y de cómo funciona un sistema tan complejo como el inmune, que es completamente distinto de lo que sabíamos cuando yo estudiaba en la facultad de Medicina.
¿Son las CAR-T lo más cerca que estamos de curar, no 'el' cáncer pero sí un cáncer en particular?
Sin duda. Si cogemos placas de laboratorio con células de pacientes a los que les han operado de un cáncer, podemos producir las CAR-T y en laboratorio siempre van a funcionar. Una cosa es muy diferente cuando las células las utilizas para tratar un tumor en el interior del cuerpo.
Yo digo que un tumor es como un castillo que tiene un foso que le protege. Ese foso, el mecanismo de defensa, impide a las células del sistema inmune entrar en él. Por eso ha sido tan difícil conseguir un efecto en determinados tumores y ahora mismo la investigación, está centrada en eso.
Tuvimos suerte con la leucemia y el cáncer sanguíneo porque no tienen ese foso: empieza en la célula ósea y, cuando administramos las CAR-T en la circulación sanguínea, van directamente a la médula ósea, pero con los tumores sólidos esto no basta.
Hay muchos ensayos clínicos en tumores sólidos. ¿Van a funcionar las CAR-T en todos ellos? ¿Cuál es la clave que nos dice si van a funcionar en unos u otros?
En la mayoría de los casos, coges cualquier célula tumoral y en el laboratorio, en una placa o una probeta, las células CAR-T la destruyen. Pero en los pacientes hay muchísimos mecanismos de resistencia diferentes.
Hay como 300 tipos distintos de cáncer y cada uno de ellos tiene mecanismos de resistencia distintos pero también su tumor de Aquiles, al que podemos atacar para destruir las células tumorales. Tenemos que encontrar ese talón de Aquiles para cada tipo de cáncer.
Yo creo que, al final, las células CAR-T funcionarán para prácticamente todos los tipos de cáncer pero no habrá una única solución, una única línea de células que funcione para todos ellos. Hacen falta distintas especializaciones: por ejemplo, cómo estamos tratando ahora los tumores cerebrales es distinto a cómo tratamos el cáncer de páncreas o de pulmón.
El procedimiento para obtener CAR-T es complejo y esto hace que sea caro. ¿Va a ser esto un hándicap para el desarrollo de estas terapias y su acceso?
Creo que va a pasar lo mismo que con prácticamente todas las tecnologías. Al principio, los teléfonos móviles eran carísimos y solo los tenían los ricos y ahora cualquiera tiene uno. La curva de precios va bajando rápidamente.
Parte del motivo de que resulten tan caras es porque es muy complejo producir las CAR-T, ya que se obtienen siempre a partir de las células T del paciente y hay que amplificarlas, y para ello se utilizan unos procesos que nunca se habían usado en el sector farmacéutico: extraerlas a los pacientes, enviarlas a un centro y, a las dos o tres semanas, te devuelven la muestra. Es un proceso muy complejo.
Cuando nosotros hicimos el ensayo internacional para que nos aprobasen las células CAR-T, tratamos algunos pacientes en Europa: en España, Alemania, etc. se les sacó sangre, esta se envió en avión a Nueva Jersey y las células se volvieron a enviar a través del Atlántico para tratar a los propios pacientes. Eso costó muchísimo dinero.
Una posible solución es estandarizar las células: en lugar de ser autólogas [del propio paciente], aprenderíamos a hacerlas de forma estándar a partir de otras fuentes, por ejemplo, a partir de sangre del cordón umbilical, células madre pluripotentes... Con todas esas se pueden crear CAR-T y se hacerlo a gran escala, a nivel industrial, y no ir uno por uno con esa logística.
Eso sería mucho más barato; el problema es que estas células no funcionan tan bien como las autólogas. Tenemos que investigar más.
Otra posibilidad con las células autólogas es utilizar métodos de fabricación más modernos. En 2010 tratamos a nuestro primer paciente con leucemia usando tecnología que creamos en 1995. Una vez que se consiguió la aprobación de la FDA en 2017 con esa tecnología la estamos modernizando porque tenemos tecnología más potente y, en lugar de tardar 20 o 30 días en producirlas podemos hacerlo en dos o tres, se acorta muchísimo el tiempo y es más barato.
Otra cosa que abarataría muchísmo los procesos: hay empresas que están empezando a utilizar robots para producir CAR-T en lugar de técnicos y científicos muy cualificados. La mano de obra es lo más importante y encarece el proceso; hacer esto lo abarata. Se han podido abaratar los costes como a un tercio de lo que costaban en EEUU.
El Hospital Clínic ha desarrollado dos CAR-T públicas. ¿Esto es competencia desleal para la industria farmacéutica?
En mi opinión, vamos a tener ambas. Son células CAR-T autólogas las que se están produciendo ahora mismo, sin seguir procesos industriales, y esas se pueden crear de forma más eficiente in situ, es decir, donde está el propio paciente, porque te evitas la logística y los transportes, no hace falta una fábrica de una empresa farmacéutica.
En el otro extremo tendríamos esas células CAR-T más estándar, que se podían hacer a gran escala para tratar a miles de pacientes. Eso tendría sentido.
Donde quizá [la industria] sí que se sienta más amenazada es que va a vender mucha menos quimioterapia, que es de lo que han vivido muchos años. Van a tener que pasarse a las inmunoterapias si quieren seguir siendo competitivos. Ahí sí que va a haber un impacto sobre el modelo de negocio porque, ahora mismo, puedes administrar las CAR-T una única vez y va a funcionar durante años y años.
El sector farmacéutico tiene un modelo de negocio basado en productos que tienes que administrar una y otra vez, incluso a diario, y tienes que seguir pagando y pagando, mientras que si tienes un tratamiento único, que es curativo, no es tan bueno para su modelo de negocio pero para la sociedad es muchísimo mejor.
Entonces, el futuro del cáncer está en terapias que se usen una única vez.
Espero que sí. No sabemos exactamente cuánto tiempo van a durar, si diez años o 40. El sueño es conseguir un tratamiento que solo haya que administrar una vez y, además, con detección precoz, de forma que, en lugar de que los pacientes estén en una fase muy avanzada del cáncer, con una masa tumoral de dos kilos, sería mucho mejor tratar a pacientes a los que se hagan una analítica al año y, en el primer momento en que se detecta el cáncer (que probablemente el paciente no haya notado nada), administrar un tratamiento único que les sirva para siempre.
Creo que llegaremos a ese punto. Sabemos que hay mujeres que tienen una genética que les predispone al cáncer de mama y ovario, se les hacen las pruebas genéticas para ver si tienen [el gen] BRCA y ver si tienen el cáncer. Creo que podremos utilizar estos sistemas para tratar con inmunoterapia a estas mujeres y que no tengan que operarse ni quitarse las mamas o los ovarios, como tienen que hacer ahora para prevenir el cáncer.
En España hay un debate sobre la clase media científica y la excelencia. ¿Se puede tener una ciencia excelente sin apoyar a esa clase media?
En la mayoría de los países con ciencia desarrollada, como Europa y EEUU, hay cierto porcentaje del PIB que va a investigación y en todas esas economías está cayendo. En China está aumentando: el problema es que en EEUU y Europa no estamos inviertiendo lo suficiente en renta per capita.
Y eso es algo muy decepcionante porque ahora mismo, gracias a los progresos de la ciencia, podemos mejorar la vida de la gente. Una cosa muy importante de este premio y de la cobertura por parte de los medios de comunicación es que la gente sea consciente de que la investigación médica contribuye a mejorar su calidad de vida: las enfermedades autoinmunes, el cáncer, etc. se están curando gracias a la investigación y hay que priorizar la ciencia.
Luego hay otra cosa, que es la democratización: hay que asegurarse que la gente tenga acceso a los tratamientos y a los avances pero, ahora mismo, si la gente fuese más consciente del impacto positivo de la investigación científica en sus vidas, votarían a políticos que priorizasen la ciencia en sus presupuestos.
La mejor forma de que haya investigación de excelencia es que haya 'peer review', es decir, control por parte de otros científicos, para que, de esa forma, se vayan eligiendo los mejores proyectos y los mejores investigadores. Ese proceso es el mejor.