Robert Kennedy Jr. dando un discurso antivacunas.

Robert Kennedy Jr. dando un discurso antivacunas. Reuters

Salud

EEUU investiga de nuevo la relación desmentida hace años entre vacunas y autismo: "Es una decisión acientífica"

Este tipo de estudios pueden hacer dudar a la población y dan argumentos a los antivacunas para seguir defendiendo sus teorías.

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El viraje de Robert F. Kennedy Jr. hacia la postura provacunas parece que ha durado poco. A principios de marzo, el secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales (equivalente al ministro de Sanidad) publicó un artículo de opinión en Fox News en el que las apoyaba. En él hablaba sobre el brote de sarampión que está viviendo el país norteamericano y las defendía como un medio de protección individual para los niños y para la inmunidad de la comunidad. Sin embargo, solo unos días después se volvió a situar en su posición de siempre.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos van a realizar un estudio a gran escala para volver a investigar si existe una conexión entre las vacunas y el autismo, según anunció el pasado viernes el medio The New York Times, tras recibir información de funcionarios federales.

"Como dijo el presidente Trump en su discurso conjunto ante el Congreso, la tasa de autismo entre los niños estadounidenses se ha disparado. Los CDC no escatimarán esfuerzos en su misión de averiguar qué es exactamente lo que está sucediendo", dijo Andrew Nixon, portavoz del Departamento de Salud y Servicios Humanos, en un comunicado el viernes. De esta forma justificaba la intención de investigar si existe una relación entre las vacunas y este problema.

Lo que parece que se ha obviado al tomar la decisión, es que no es la primera vez que se aborda esta posible relación. Ya existen docenas de estudios científicos que lo han investigado y no han encontrado ninguna evidencia de que exista un vínculo entre desarrollar autismo y las vacunas. 

Más que eso, Estados Unidos es el territorio en el que más se ha investigado esta cuestión, cuenta Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV). De hecho, los Institutos Nacionales de la Salud del país (NIH por sus siglas en inglés) tienen varios trabajos que concluyen "categóricamente" que la relación entre vacunas y autismo no existe, agrega.

El único vínculo que existe es lo que se conoce como "relación temporal", expone el experto. Muchas veces los primeros síntomas pueden aparecer en momentos posteriores, pero cercanos, a la edad recomendada para recibir la primera dosis de la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola y parotiditis). 

No obstante, Pérez cuenta que se ha visto que este vínculo no existe en los países que vacunan antes a los niños. Además, los menores no inmunizados cuentan con el mismo riesgo que los que sí lo están, por lo que es una cuestión de la edad y no de la vacuna en sí. 

El presidente de la AEV considera que esto era esperable y que es una consecuencia lógica de la llegada de Kennedy al frente de la sanidad estadounidense. Cuando la ciencia no obedece a comportamientos científicos, sino a principios ideológicos, se toman "decisiones acientíficas", señala. 

Un desperdicio de recursos

Pérez califica esta decisión como "un abuso de los recursos" y lamenta que va a hacer que se destine financiación a una cuestión que está cerrada desde hace tiempo, quitándosela a estudios más necesarios para averiguar las causas del autismo. "Quitan la posibilidad de hacer una investigación que defina la etiología de forma más clara".

Lo más importante de esta cuestión, resalta Pérez, es que, si se hace bien, puede sembrar dudas en una determinada parte de la población e, incluso, dentro de la comunidad médica. Por otro lado, solo pueden confirmar lo que ya se sabe: "Si están bien hechos, llegarán a las mismas conclusiones a las que se han llegado hasta ahora".

Esta decisión llega en pleno brote de sarampión con más de 222 casos diagnosticados y dos muertos. Se trata de un niño y un adulto, ninguno había recibido la vacuna contra la enfermedad. 

La inmunización contra esta enfermedad solo se consigue de dos formas, recuerda el experto, pasando la enfermedad o vacunándose contra ella. El presidente de la AEV tema que si se conjugan un aumento de las dudas con una menor vacunación, puedan aumentar "de forma importante" el número de casos.

El origen de las dudas

Para encontrar el origen de esta cuestión hay que remontarse a 1998, cuando el médico Andrew Wakefield publicó en The Lancet una investigación que decía que existía la relación entre la vacuna triple vírica y el autismo. Más tardes se demostró que el autor había manipulado el estudio para beneficiarse económicamente, puesto que tenía intereses comerciales, y se retiró el trabajo de la revista científica.

Posteriormente, las investigaciones se han centrado mayoritariamente en investigar la triple vírica, aunque quienes están en contra, relacionan el autismo con esa y con el resto de vacunas.

Sembrar dudas sobre la eficacia o la seguridad de esta herramienta puede suponer un peligro para la salud pública. Aun así, Pérez espera que la nueva idea de Estados Unidos suponga un peligro menor. No obstante, aunque tenga un impacto menor, reconoce que esto supone "seguir alimentando a la bestia de la ignorancia".

Esta cuestión no es nueva, el argumento se lleva oyendo desde hace años por parte de la comunidad antivacunas. Por eso, volver a poner el foco sobre ello, abrirse a que se vuelva a investigar, solo sirve para darles argumentos a favor a estas personas. Si un país como Estados Unidos decide volver a investigarlo, "los CDC están diciendo a ese público que esto no es un asunto cerrado", advierte.