La 'ciberguerra' ataca tus derechos
Un nuevo libro aborda el fenómeno sin alarmismos pero con una premisa: no estamos bien informados.
30 junio, 2016 01:18Noticias relacionadas
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Vivimos en una época en la que un mundo paralelo, el ciberespacio, ocupa ya un lugar central en nuestra sociedad, en nuestra economía y, en general, en nuestra vida. Y en ese universo alternativo se está viviendo una auténtica guerra permanente.
Así lo cree Yolanda Quintana, periodista, que acaba de presentar su libro Ciberguerra: Todo lo que no sabes sobre las nuevas amenazas y las guerras que ya se libran en la red (Catarata, 2016), en el que alerta sobre las razones de la existencia de dicha guerra: el control de la información, la vigilancia constante de los ciudadanos y un bombardeo de propaganda desde todos los frentes que hace complicado entender sus consecuencias.
"La propaganda está permanentemente presente en este escenario", comenta Quintana a EL ESPAÑOL. "Ya lo estaba en las guerras convencionales y ahora, en la era de la información, es aún más intensiva; es bien sabido que, en una guerra, la primera víctima es la verdad".
Su libro es, en parte, una denuncia frente a la manipulación informativa que vivimos. Muchas de las informaciones que nos llegan son interesadas y cumplen un papel propagandístico cuyo contenido, además, apenas se puede contrastar. Nos encontramos con una paradoja: parece que estamos más informados que nunca, pero Quintana lo niega. "No estamos bien informados y no estamos bien preparados, en mi opinión".
"Este libro trata de dar una serie de claves para que la gente esté prevenida frente a este estado de ciberguerra", asegura, y añade: "Por ejemplo, es importante que se conozca la diferente gravedad de los ataques; no es lo mismo un ataque de denegación de servicio, que es efímero y con muy pocos daños, que un ataque a una infraestructura crítica, que es mucho más grave pero prácticamente no existen, no se han dado hasta ahora".
Es decir, que se caiga un sitio web por un ataque de denegación de servicio -como lo que dio pie al caso Anonymous, en el que tres personas están acusadas de tumbar la página web del Congreso- no es un ataque a una infraestructura crítica, porque su página no es más que su escaparate. Aunque la propaganda diga lo contrario.
¿Menos libertad, más seguridad?
"Lo preocupante es que si cala el mensaje de que estos ataques son importantes o críticos se genera un estado de opinión de alarma, que a su vez provoca nuevas leyes muy restrictivas, que minan libertades y derechos en pos de una seguridad ficticia", sentencia esta autora.
Porque, tal y como demuestran algunas de las masivas filtraciones de datos como el caso Snowden o Wikileaks, estamos vigilados de forma masiva por nuestros gobiernos. "Tenemos derecho a un espacio de intimidad, como es lógico y legítimo, y debemos ser conscientes de que hay mecanismos técnicos destinados a realizar perfiles preventivos; nos rastrean y miden en función de cómo navegamos, lo que hacemos en las redes y con quién conectamos". "Tenemos derecho a no ser investigados ni rastreados, a no ser que hagamos algo que provoque tal investigación", recuerda Quintana.
Tenemos que esforzarnos para explicar que la pérdida de libertades no implica en sí una mayor seguridad
La periodista afirma que, en general, cuando a la población se le pregunta sobre la dicotomía seguridad-libertad en democracia, suele elegir la primera. Es decir, los ciudadanos están dispuestos a perder cierto margen de libertad si eso les garantiza seguridad.
"Tenemos que esforzarnos para explicar que la pérdida de libertades no implica en sí una mayor seguridad, y el ejemplo son los últimos atentados que han copado titulares, muchos de cuyos autores eran ya conocidos por las fuerzas de seguridad", asegura, y añade: "Lo hemos visto en España o en Turquía, las nuevas normas van más contra el activismo social que contra las ciberamenazas, que no son tales".
El 'ciberyihadismo'
Incluso el llamado ciberyihadismo es para Quintana un ejemplo paradigmático de cómo la propaganda se está utilizando para preocupar a la ciudadanía y "crear una sobreamenaza que luego no se corresponde con el mundo real". "Es como una contrapropaganda", comenta.
"Todos los ataques que se producen en el campo del llamado ciberyihadismo, hasta el momento, entrarían dentro de lo que los propios servicios de inteligencia llaman cibervandalismo; esta reducción del nivel de amenaza lo hace el propio CNI, que supongo que tiene más información que nosotros", afirma. De hecho, casi todos esos ataques, que generan grandes titulares, son casi de adolescentes, como hacerse con claves de perfiles de redes sociales y cosas así. "La consecuencia de todo esto en el mundo real es muy limitada", dice la autora.
Por esa razón, en el libro trata de explicar el verdadero alcance de estos ataques de la llamada ciberyihad, no tanto para desmontarlos sino para que el lector tenga una idea más cercana a la realidad de los mismos. "Cuando las informaciones sobre ciberataques llegan al gran público a través de la prensa generalista suelen estar magnificadas, exageradas: lo que llaman un 'ciberataque' igual es que se ha bloqueado una web informativa momentáneamente", remarca.
En cualquier caso, Quintana insiste en su preocupación por el efecto que esta propaganda puede tener en los estados democráticos: "Es importante estar prevenido frente a cómo nos llega esta propaganda, porque detrás de esto hay un recorte de derechos y un mayor control de los estados al generarse un estado de alarma y miedo, y que no se justifica con la amenaza real que en teoría la justificaría".
Y volvemos a la consecuencia más inmediata de la ciberguerra que, a juicio de Quintana, es la pérdida de derechos civiles.
¿Qué es la 'ciberguerra'?
Según esta obra, el término ciberguerra alude, en primer lugar, al escenario de una guerra convencional trasladada al ciberespacio: cualquier conflicto bilateral tendrá su lugar también en el ciberespacio. Pero además, es cualquier estrategia de un estado contra otro o contra cualquier otro actor para ganar poder económico, geoestratégico o de información.
La ciberguerra es asimétrica y tiene muchos escenarios, afirma Quintana. "Los frentes no son claramente visibles, tiene lugar en muchos escenarios diferentes, y existen muchas similitudes con el terrorismo: no sabes quién te va a atacar, ni como, ni dónde o con qué gravedad". "Es un escenario irregular, cambiante, con múltiples frentes que, además, pueden ser intermitentes: a veces surgen con fuerza y luego, aparentemente, desaparecen para volver a surgir por otro lugar", dice, y añade: "Teniendo en cuenta todos esos ingredientes, sí que se puede hablar de que estamos en 'ciberguerra'", que además se manifiesta en acciones como la cibervigilancia, el espionaje, el desarrollo de ciberarmas...
No en vano, en el libro se desgranan con detalle los inicios de esta actividad ciberbélica, desde la aparición de Agent.btz, un programa malicioso que afectó a sistemas militares de EEUU, hasta Stuxnet, desarrollado para dañar instalaciones industriales nucleares iraníes, tras realizar minuciosa descripción de las principales ciberamenazas que rodean a estados y ciudadanos.
Quintana sostiene en su libro que existen muchas vulnerabilidades, algunas en puntos críticos, y que hace falta más coordinación entre gobiernos, empresas y ciudadanos para proteger sus intereses.
"Muchos equipos de seguridad informática están de hecho más preocupados por la reputación corporativa de sus compañías, tales como evitar ataques a sus redes sociales o evitar caídas de sus páginas web, que realmente por las propias instalaciones de esas empresas", asegura la autora.
Las guerras del futuro
"No estamos seguros en absoluto", dice a este diario Quintana, pero su intención no es alarmar sino concienciar: "Creo que es necesario que la gente sepa que las amenazas existen, que conozcan de dónde salen, y que, como ciudadanos, exijan a los poderes públicos que se invierta en reforzar la seguridad".
Y esa concienciación pasa por informar correctamente a los ciudadanos sobre el riesgo real de las ciberamenazas. "Hoy por hoy, según el propio Centro Nacional de Inteligencia, el ciberespionaje es una de las principales amenazas que afecta tanto a la seguridad del Estado como a nuestra economía, ya que mucho de este espionaje electrónico afecta a sectores económicos o a negociaciones internacionales en donde España se puede jugar concursos públicos", asegura.
Es necesario que la gente sepa que las amenazas existen y exija a los poderes públicos que se invierta en reforzar la seguridad
Pero esta guerra no sólo afecta a las redes: el uso de robots y drones hace que la guerra hoy en día tenga consecuencias directas dramáticas, como ataques a distancia que causan bajas civiles. "Lo que me da miedo es que el avance de robots de guerra y guerra tecnológica se realice sin ningún tipo de control humanitario o de derecho internacional", sostiene esta periodista. "Es decir, los ataques con drones causan muchas bajas civiles y quienes controlan estos drones están denunciando que muchas veces llevan a cabo ataques sin mucha fiabilidad en los datos, incluso contra objetivos que deciden algoritmos y cuyas víctimas no han tenido derecho a un juicio justo. Es un campo en donde el derecho internacional ya tiene las bases, pero no se cumplen".