Valentina Vandici, al frente de la coctelería del hotel Canfranc.

Valentina Vandici, al frente de la coctelería del hotel Canfranc.

Reportajes gastronómicos

La italiana que agita la coctelera del hotel Canfranc: "La sostenibilidad es muy buena y nadie lo entiende"

Publicada

Valentina Vandici cambió el ajetreo y ambiente de una ciudad urbanita como Barcelona, por la calma y solitud de un valle como el de Canfranc. Todo sea por la coctelería. Esta italiana, que en 2023 fue número 3 de España Unrivalled Classics, va cerca de cumplir los dos años detrás de la barra de la coctelería del hotel Canfranc: "se me presentó una oportunidad nueva en la que la idea es crear".

De padre italiano y madre húngara, llegó a España hace 25 años a su pasó por la UAB para después quedarse y añadir más formación a su bagaje, obtuvo el máster de sommelier en Francia de bebidas alcohólicas y cócteles. Más tarde, "tuve la oportunidad de aprender en Boadas", un templo de este arte que no se remueve sino que se agita. "De Cataluña conozco todo y parlo catalá", asegura.

Ha estado trabajando 10 años como directora de hoteles y ahora ha acabado trabajando en uno. Durante la pandemia trabajo en una vermutería del espacio Els Magazinos, en Denia, de donde le encantan los cítricos que tienen. "Tuve una agencia de viajes, pero me di cuenta de que no hay vida al lado de un negocio. Moviéndote ves cosas, aprendes. Algún día haré algo, lo tengo claro, pero es trabajar con la gastronomía que me apasiona".

Valentina sirviendo uno de sus cócteles.

Valentina sirviendo uno de sus cócteles.

Desde entonces ha apostado por construir un discurso en la copa que gira en torno a la agricultura sostenible, "queremos dar a los agricultores la oportunidad de que su producto brille. Antes de llegar estudié mucho la historia de la zona, en Aragón crece poca cosa pero el resto de cosas las traemos también de España", explica la italiana, que para dar alma a su coctelería recurre a menudo de bases que parten de producto fresco, lo que le exige mucha preparación previa.

"Todo lo hago a mano aunque esto le da 'yuyu' a la gente: el café lo muelo y lo hago prensado, por goteo; los bitters también; si tengo producto fresco, cuando entro lo corto y listo. No me gustan los siropes y para su conservación no uso aditivos" cuenta la bartender, que se apoya mucho en los shrubs para sus elaboraciones. Los renueva cada día, los zumos cada tres. 

En esta línea se ha ayudado también de los vinos de jerez, "en 2008 estuve en la competición Tío Pepe y pude inspirarme durante días en la bodega. Sus vinagres son muy buenos para los shrubs; no me gusta el toque de vinagre de manzana, es tan bueno el vinagre que se hace en el sur de España, con un sabor mucho más especial".

Pinceladas como estas sustentan la parte sostenible de la propuesta, como cuando "coges un limón, que puedes hacer zumo, el twist a partir de la piel o un cordial, con la parte amarga se pueden hacer bitters" explica Vandici, que asegura que "la sostenibilidad es muy buena para la coctelería y esto nadie lo entiende". 

“He sido una guiri y nadie me ha ayudado, fui creciendo a base de trabajar", confiesa esta mente y 'coctelera' inquieta a la que no le falta carisma ni desparpajo para venderse. No pierde la oportunidad de obtener reconocimientos de los concursos a los que se presenta: "Cada año el gusanillo está ahí. Voy a todas las competiciones que puedo, aunque es un poco difícil cuando trabajas, no te puedes presentar a todo". 

Su trabajo en la coctelería de Canfranc está al servicio de los huéspedes y visitantes. El espacio se ubica al final del ala izquierda del hotel, el lado francés, dejando atrás el gimnasio y el spa, el mismo que ocupaba la biblioteca cuando este era estación, y su carta está dividida en clásicos (12€) y cócteles de autor (15€).

El salón de la coctelería y uno de sus cócteles.

El salón de la coctelería y uno de sus cócteles.

Entre los primeros no faltan un buen Negroni, el Expresso Martini, Moscow Mule o Margarita. El resto son un buen número de elaboraciones cuyos nombres hacen alusión a parte del imaginario semántico de la estación: Aduana, Vagón de Oro, Playa de vías, Espía, Telégrafo, Búnkeres La Foseca...

Aunque no todos siguen el guion, muchos de ellos son servidos en copas de Libei: "A la gente le encanta hacer el cóctel a su medida y componer junto a mí. Solo necesito que me digan si les gusta el vodka o el whisky u otro destilado y después vamos añadiendo…" cuyo trago favorito va de la mano de la ginebra, pero a la hora de trabajar le gustan todo. Eso sí, "Puerto de Indias me niego a meterlo, es o él o yo".

"Aquí me falta la Boqueria", lamenta esta italiana que destila pasión. La carta de la coctelería solo es líquida "porque está lejos de la cocina. Igual en un futuro introducimos postres"