Tamara Falcó, la reina de corazones 3.0: las cifras que demuestran que ha eclipsado a mamá Preysler
Ganó 'MasterChef Celebrity' y, desde entonces, no ha parado de trabajar en televisión y publicidad. Sus ingresos no mienten: es una mina de oro.
5 diciembre, 2020 02:27Noticias relacionadas
Noviembre de 2019. Poco tiempo después de ganar el concurso MasterChef Celebrity -su gran trampolín profesional-, Tamara Falcó (39 años) sonreía, titubeante y algo azorada, cuando se le preguntaba si era la heredera del trono de la prensa social en el que está instalada desde hace 40 años su madre, Isabel Preysler (69). En ese momento, Falcó, cuya proyección pública pese a sus 38 años estaba por florecer y dar pingües beneficios, se limitó a restarle importancia a su boom mediático entre fogones: "Ojalá, pero lo de mami es muy grande. Lo de mami es imposible de conseguir. Ella tiene una fama mundial".
Nadie, ni siquiera ella era consciente de que en cuestión de 365 días, un año, la hija iba a eclipsar a su "mami". Los tiempos cambian, y la demanda también. Cierto es que Preysler ha sido y es la reina indiscutible e imperecedera de corazones, pero ya no está sola. Su legado continuará, se perpetuará. Durante años todos profetizaban que la hija que estaría llamada a tomar su relevo sería Ana Boyer (31), pero no. El huracán Tamara lo arrasó todo. Las esperanzas se focalizaron en ella. Tras el concurso culinario de TVE algo cambió en la imagen de la Falcó.
Hasta ese momento, los españoles la tenían como una "niña pija" sin más, cuando no insulsa, como ella misma se ha definido en más de una ocasión. Alguien que vivía arrellanado en las faldas de mamá y sin acceso a la vida real. La hija naíf de la Preysler que un día quiso ser monja por su mala suerte con los hombres. Se lo llegó a plantear seriamente. Menos mal que no: las televisiones y las marcas de publicidad se habrían perdido un filón, una auténtica mina de oro. "Había gente que pensaba que era pija y tonta, pero me daba igual. Tantas horas de televisión permiten que se te conozca más. Creo que lo he conseguido", aseguró Falcó tras su paso por las cocinas.
No se equivocaba. Su imagen cambió para muy bien. Donó los 75.000 euros del concurso a Mensajeros de la Paz. En realidad, calderilla en comparación con lo que estaba por venir. Tamara comenzó a interesar, ya no solo a nivel televisivo, sino también de marcas y publicidad. El primer y definitorio ejemplo fue a finales de 2019. Con su fama más burbujeante y en ebullición que nunca, la hija Falcó destronó a la madre rodando el anuncio de Porcelanosa. El spot más caro de 2019. Isabel le cedía el legendario testigo a su hija, que se convertía en embajadora del grupo empresarial. Por aquel anuncio se embolsó 150.000 euros. Comenzaba el fenómeno Tamara.
En cuestión de meses, Tamara colapsaba la televisión y las marcas publicitarias. Donde primero y mejor se palpó el interés que despertaba era en sus redes sociales. 945.000 seguidores suma en Instagram. Esa cantidad es igual a dinero, a ingresos. Según una empresa experta consultada por JALEOS, Falcó puede facturar por publicación "de 3.000 euros y 4.000 en adelante". Dependiendo de lo que publicite en cada momento, el montante "puede ser incluso mucho más superior, nunca inferior". Y es que, se explica, con el número de seguidores que atesora Tamara lo normal es que sea ella o su representante quien negocie directamente con las marcas. Hay que tener en cuenta que la hija de Preysler promociona firmas de la talla de Tous o Polo Ralph Lauren.
Esas marcas equivalen a ingresos "mucho más elevados". Tamara no es una simple influencer. En su caso, desarrolla un experto, "son las firmas quienes la necesitan a ella, y no al revés". En estos meses boyantes, Falcó se ha convertido en imagen de marcas como Tanqueray, LG Signature o Sisley, con quien acaba de grabar un anuncio. Un fichaje como el de Tamara, por la connotación que tiene en estos momentos, para una empresa como Sisley podría significar un contrato de muchos ceros: "Depende mucho de las condiciones y de lo pactado en el tiempo y la rentabilidad".
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Recientemente, la hija de Isabel Preysler ha cerrado contrato, además, con Cocina con Bra, junto a los hermanos Torres, y cuenta en cartera con varios proyectos gastronómicos que aún están por desvelarse. Tamara es rentable. Ella lo sabe, y su línea de ropa, TFP by Tamara Falcó, también. La socialité gestiona su firma de moda a través de una compañía llamada Gypset Living S.L., que fundó en 2009 y en la que figura como administradora única (la responsable exclusiva). Lanzó su primera colección de ropa en 2018, pero no ha sido hasta este 2020 cuando ha presentado la cuenta de resultados en el Registro Mercantil, donde queda patente el éxito que ha tenido: solo ese ejercicio consiguió unos ingresos de 70.000 euros.
Un incremento considerable respecto al año pasado, que se debe, principalmente, a las ventas que ha conseguido con su línea de moda. A las pocas semanas de sacar al mercado sus prendas, conjuntos vaporosos y coloridos para la primavera, estas ya se habían agotado. Falcó vende los productos a través de su página web y la mansión de su madre, Villa Meona, es la sede de la empresa. Otro de los detalles que muestran la buena salud de esta compañía es que ese ejercicio obtuvo unos beneficios de más de 2.000 euros. Tanto esto como los ingresos son reseñables, ya que lo habitual en los primeros años tras lanzar un nuevo negocio es que las cuentas se resientan por la poca facturación. No ha sido el caso de Tamara.
¿De qué manera ha cambiado la percepción social de Tamara Falcó desde aquel noviembre de 2019 donde todo cambió? Santiago Molinedo, de la Consultoría de Marketing Personality Media, explicó a este medio que su paso por el concurso culinario fue clave. "Se ve un perfil distinto o incluso normal, que no está mediatizado, y esto gusta mucho", asegura. Aparecer en ese tipo de programas ayuda mucho a construir una imagen, y es lógico que haya mucha gente que esté encantada con la Tamara que vieron en sus televisores.
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Antes de su participación en el Celebrity, la hija de Isabel Preysler no tenía muy buena imagen. Según los datos que han manejado desde Personality Media, suspendía en la valoración que tenían los ciudadanos de ella, tanto en cercanía y familiaridad como en naturalidad. Esto se debía a que la gente concebía que era un personaje muy condicionado por ser "hija de...". Ahora, sin embargo, Molinedo asevera que ha mejorado como mínimo un 30 por ciento sus valoraciones.
Toda esta popularidad renovada le ha servido, además, para convertirse en uno de los personajes de moda. Tamara Falcó no lo ha desperdiciado. El problema que concibe Santiago Molinedo es que esto puede tener una fecha de caducidad. "Es una oportunidad mediática" que debe aprovechar, "pero es muy difícil que nos cuente algo nuevo para mantener ese interés" en el tiempo. Además, percibe que las empresas que confían en ella para aprovecharse de esta fama renovada siguen encontrándose un hándicap: "Todavía está demasiado ligada a su madre, que incluso ha tenido que ir a la final del programa".
En el terreno donde nada tiene que deberle a su madre es en el televisivo. En él, Tamara tiene entidad propia y ha sabido hacerse un hueco. Más allá de MasterChef, Falcó fue colaboradora de Máximo Huerta (49) en su extinto programa A partir de hoy y también ha probado suerte en TVE, donde le dieron la oportunidad de copresentar Cocina al punto, junto al chef Javier Peña. Además, Tamara sorprendió a todos cuando se enroló como colaboradora estrella de Pablo Motos (55) en El Hormiguero. Cuenta una persona cercana a la socialité "se lo pasa pipa" en el programa, "le gusta el rollo de Motos y se ríe mucho con el humor que se gastan allí".
A nivel de sueldo, se desliza por toda respuesta que "no se puede quejar, está muy bien". Por si esto fuera poco, en breve Falcó ejercerá de jurado en el programa El Desafío. Tamara está de moda, quién le iba a decir a ella que viviría este tsunami de fortuna. Cuando en 2013 grabó con escasa suerte en audiencia We love Tamara, muchos catalogaron aquel reality como "la aburrida vida de una mujer que compró su primera Biblia sólo porque era bonita". Claramente, Tamara Falcó se ha dado un lavado de imagen potentísimo. Es la reina de corazones 3.0.
Madre e hija, similitudes y diferencias
Durante décadas Isabel Preysler se ha ganado, con pico y pala, el título de reina de corazones. Elegante, estilosa, siempre al punto y con un aura de misterio y glamour flotando a su alrededor, Isabel ha sabido sortear el paso del tiempo y las modas como si viviera en una suerte de cápsula frente al mundo. Con una vida recluida en Villa Meona, alimentando el misterio, junto al escritor Mario Vargas Llosa (84), Preysler tan solo hace vida social cuando promociona algún acto o en alguna portada de la revista ¡HOLA! vía exclusiva. Dicen los paparazzi bien avezados que "no sale de casa si no hay una importante cantidad de dinero de por medio". Ese ha sido su modo de vivir en décadas. En un segundo plano y, cuando toca el primero, palabras amables y frases cortas y medidas. A Preysler nunca se le ha pillado en un renuncio.
Por ello, cualquier gesto de espontaneidad por su parte siempre es analizado con lupa y visto como un acontecimiento. En la memoria colectiva y televisiva quedará por siempre aquella épica visita en 2015 de Isabel al programa de Antena 3 El Hormiguero. La reina de corazones pisaba un plató de televisión para ser entrevistada, hecho que nunca antes se había producido, y que nunca más volvió a acontecer. Ese programa fue visto por 3.855.000 espectadores y un 19,4 por ciento de cuota de pantalla. El resto de sus hijos también han mantenido a raya su relación con los medios de comunicación, cuya única ventana se la concedía la anteriormente citada revista. Todos salvo Julio José Iglesias (47) -que ha participado también en programas de televisión- y la pequeña Tamara. La televisiva Tamara.
Si bien ha heredado de su madre la elegancia, la belleza y el saber estar, pronto se descubrió que Tamara estaba hecha de otra pasta. Espontánea, con una peculiar forma a la hora de hablar y con ademanes a medio camino entre pijos y urbanos, la Falcó fue carne de titulares y los medios comenzaron a seguirla. Unas palabras de ella eran oro. Las "cosas de Tamara", como las bautizó su madre, vendían mucho. Tamara, como bien recordó hace un tiempo Boris Izaguirre (55), "tiene la capacidad de decir, sin filtros y en cada momento, todo lo que piensa. No mide nada, y en eso se diferencia de su familia". Ella lo encuentra un "horror" y ha confesado en varias entrevistas que a veces le gustaría "tener filtro". Afortunadamente, no lo tiene, porque Isabel Preysler solo hay una.
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