El 26 de abril de 1937, entre las 16:20 y 19:40, la Legión Cóndor, al servicio de Franco, y dirigido por el coronel Wolfram von Richtofen, arrasó Gernika. Se supone que cerca de 60 aviones (al menos 27 bombarderos) hicieron tres oleadas sobre la pequeña ciudad. El número supone el 20% de la aviación rebelde. Soltaron aproximadamente 41 toneladas de bombas. Los aviones tardaban 5 segundos en cruzarla y la edad media de los pilotos era de 23 años. El 85,2% de los edificios quedaron completamente destruidos. Sólo sobrevivió la fábrica de armas y las casas de altos cargos franquistas. Más de 1.500 personas asesinadas, fue el bombardeo que más víctimas causó en un único ataque durante la guerra española.
La celebración de los cumpleaños de Hitler era una fiesta nacional en Alemania, algo nauseabundo
Fue un acontecimiento salvaje, terrorífico y desproporcionado. ¿Por qué? Xabier Irujo, historiador y codirector del Center for Basque Studies de Nevada (EEUU), ofrece una hipótesis sobre las razones de la masacre en Gernika, 1937: The Market Day Massacre, que acaba de publicar con University of Nevada Press (sin traducción al castellano aún). “Goering regaló a Hitler el bombardeo de Gernika. Quería ascender, tenía interés personal en bombardear porque se encontraba en el cuarto nivel en la cadena de mando y necesitaba ascender. Después del bombardeo, Goering consigue todo lo que quiere”, explica el autor desde su despacho en Nevada a EL ESPAÑOL.
Puso a disposición de la Alemania nacional-socialista “el martillo de Thor”, es decir, la aviación alemana. “Es la forma más genuinamente nazi de llevar una guerra”, dijo en referencia a la destrucción total de una zona. “La celebración de los cumpleaños de Hitler era una fiesta nacional en Alemania, algo nauseabundo”, cuenta. “Era un día para acercarse a la figura del líder, para adorarle y conseguir rentas. Entre sus más allegados peleaban por entregarle el regalo más espectacular. De hecho, los bombardeos más significativos de la Segunda Guerra Mundial, los de Londres y Atenas, ocurrieron entre el 19 y el 20 de abril”, añade.
La hipótesis de Irujo no está refutada en un documento, son conclusiones a las que él mismo llega a partir de las pruebas que rodea cada 20 de abril. “Se celebraban matanzas especiales en los campos de concentración nazi. En otra ocasión, Goering regaló al Führer una división Panzer, compuesta de 18.000 soldados de 18 años”, recuerda el historiador, que apunta que hasta el año 1943, el lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe estuvo muy implicado en la organización de los cumpleaños del líder.
El día tenía densa nubosidad a 900 metros de altitud. Había que hacerlo por debajo de la nube
El bombardeo se preparó durante tres semanas, porque era una intervención muy complicada. El 19 de abril amaneció mal día y se anuló la operación hasta el día siguiente. Además, recuerda que se bombardeó a 800 metros de altitud, tal y como ha aparecido en un informe reciente de Von Richtofen. Esto desmentía la creencia de los 3.500 metros. “Era excesivo”. “El día tenía densa nubosidad a 900 metros de altitud. Había que hacerlo por debajo de la nube”, cuenta Irujo, que ha entrevistado a varios aviadores de entonces y que ha aprendido a pilotar para comprender, al detalle, cada movimiento de aquel día.
“La Historia no se agota nunca”, explica para aclarar que siempre aparecerá un documento que confirme o desmienta las hipótesis. Salvo, claro está, todos aquellos que fueron destruidos para hacer purga y no dejar ni rastro. Asegura que en el caso de Gernika se ha destruido la mayoría de las referencias.
Goering nunca pasó por Gernika para comprobar el desastre que ordenó. Eso sí, encargó fotografías aéreas y de interior de las consecuencias. Debía estudiar el resultado y exhibirlo el día del 46 cumpleaños de Hitler.