Los socialistas navarros están de enhorabuena. El partido ha decidido que su recientemente reelegido líder, Pedro Sánchez, visite la Comunidad Foral para encontrarse con los militantes, la verdadera alma del socialismo. Cada reunión de partido es una fiesta democrática heredada de los viejos valores que en su fundación se definieron como "de clase obrera, socialista y marxista". El tercer rasgo ya desapareció de la retahíla en 1979 y los otros dos están en trámites de hacerlo, pero a pesar de todo los asistentes han decidido recurrir a sus legendarias tradiciones para levantar el ánimo de cara a las elecciones de junio.



Uno de los valores que con más peso está instalado en el imaginario socialista es el de un cierto compromiso con la cultura y el pensamiento. De aquellos polvos marxistas, todos los militantes exhiben estos lodos intelectuales, forjados gracias a horas y horas de abrazar páginas de El Capital o de El Manifiesto Comunista. Todos los asistentes vitorean en silencio a Karl y a Engels, dos maestros de la narrativa política.

De aquellos polvos marxistas, todos los militantes exhiben estos lodos intelectuales, forjados gracias a horas y horas de abrazar páginas de El Capital o de El Manifiesto Comunista

Se respira por el auditorio un cierto aroma a finales del siglo XIX. Es el mismo que se respiró allá en la taberna Casa Labra, cuando Pablo Iglesias fundó el partido apoyado en infinitas horas de prosa filosófica y en una revista, El Socialista, también fundada por él mismo.



No falta tampoco la voz de Julián Besteiro, otro de los impulsores del socialismo en España, y de cuya admiración por Karl Kautsky nacieron algunos de los párrafos teóricos más importantes de la historia política de este país. Tampoco falta la voz de Fernando de los Ríos, sobrino del gran Giner de los Ríos (ideólogo de la mayor fuente de pensamiento de todo el siglo), autor de la mejor prosa que ha conocido el socialismo. Completan el coro algunos intérpretes extranjeros como George Orwell o Bertrand Russell.



Está todo preparado.

El tweet de la discordia

Con la fiesta ya en marcha, los socialistas navarros parecen contentos con el desarrollo de los acontecimientos. Nadie les incita a ser malos, así que el evento transcurre con normalidad. Nadie alude a los orígenes de Antonio Machado, célebre alumno de la ya sugerida institución fundada por Giner de los Ríos, ya que no es plato de buen gusto para nadie tener que incluir los recuerdos de un patio de Soria en el discurso. Tampoco se cita a las "miembras" que allí se han dado cita. Todo está en orden.



Pero entonces ocurre. La cuenta oficial del PSOE en Twitter decide narrar con una prosa digna de Kautsky lo que allí acontece. Alguien pulsa el botón "Enviar tweet" y se produce la masacre.

El tweet de la polémica.

De primeras cunde el silencio. Algunos le buscan sentido al verbo grabar, por si se tratara de algún truco lingüístico digno de la neolengua que se gastan algunos en las redes sociales. Pero no, las sospechas son ciertas: han escrito el adjetivo "grave" (del latín 'gravis': grande, de mucha entidad o importancia) con una "b" que se clava en el corazón de los asistentes. Asistentes que, por cierto, a estas alturas ya desean hablar esa mezcla de euskera y romance que hablaron sus antepasados en el Reino de Navarra a cambio de olvidar esta lengua castellana pisoteada y marchita.



El PSOE lo ha vuelto a hacer. No es el Machado soriano, no es el imperativo maldito... es casi peor.

Algunos le buscan sentido al verbo grabar, por si se tratara de algún truco lingüístico digno de la neolengua que se gastan algunos en las redes sociales

El tomo encuadernado de El Capital de Marx ya arde en una hoguera junto a la cual bailan algunos dirigentes. Los lodos marxistas a los que nos referíamos antes han manchado sus inmaculados trajes, lo que sin duda acarreará un gasto considerable en el tinte. El aroma a siglo XIX ya es un tufo pestilente a siglo XXI, lo que consigue que algunos de los asistentes tengan que taparse la nariz ante tal hedor.



Ni siquiera las ruinas de la Institución Libre de Enseñanza, refugio en otro tiempo para los ya citados Fernando de los Ríos, Antonio Machado o Julián Besteiro, sirve hoy para dar cobijo a los heridos por la gramática socialista. El coro de voces intelectuales se ha dejado la armonía en casa y ha decidido emitir sonoros alaridos clamando justicia. Hasta George Orwell desea volver a 1984 (al suyo, no al de Felipe), aunque eso le cueste una dictadura.



Cuando consiguen desalojar la sala, alguien cae en la cuenta: no hay ni rastro de Pablo Iglesias. Alguien ve cómo una sombra planea por el auditorio. "Tranquilos, ése no es el mismo Pablo Iglesias que fundó el partido", dice alguien.

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