"Cuando conversé con Luis Rosales, le seguía doliendo en el alma la pérdida de su amigo Lorca". Habla el periodista y divulgador histórico José María Zavala (Madrid, 1962), que entrevistó al poeta de nido familiar falangista en 1983. "Se reprochaba que quizá podía haber hecho más...", refunfuña. Es sabido que Rosales -adepto, después, al régimen franquista- escondió en su casa al poeta rojo, al que perseguían sus paisanos nacionales más extremistas acusado de ser "un espía de Moscú". Más tarde tuvo que escribir una carta a las autoridades granadinas exculpándose. Temía por su vida.
Esa misiva -de la vergüenza, y de la supervivencia también- aparece en Los expedientes secretos de la guerra civil (Espasa), una investigación a fondo de Zavala sobre muertes violentas en los dos bandos de la guerra civil. "Al final, Ruiz Alonso fue a por Lorca cuando Rosales no estaba en casa. Como dejo claro en los manuscritos que aporto, no hubo orden de detención. Se lo llevaron al gobierno civil sabiendo que iban a matarlo de manera ilegal". Pero cómo esperar cortesías legales en una guerra.
Ni buenos, ni malos
"Esta no es una historia de buenos ni malos. Estoy pensando en un niño de la provincia de Toledo: fusilaron a su padre delante de él. ¿Qué más me da a mí que fuera republicano o nacional?". Lo avisa desde el principio: no pretende hacer sangre, más bien "ofrecer una balanza". Ante la pregunta de si el horror de este conflicto bélico fue igual para los dos bandos responde que sí: "Claro, porque, curiosamente, murieron muchísimas más personas en las dos retaguardias que en el frente. Personas inocentes", alega.
A Miguel Hernández se le ha utilizado como instrumento de propaganda de la izquierda cuando tenía una fuerte raigambre religiosa
El autor disecciona los últimos momentos de los líderes anarquistas Buenaventura Durruti y Andreu Nin; los del jefe monárquico José Calvo Sotelo; el fundador de Falange Española José Antonio Primo de Rivera; el padre del Partido Reformista Melquíades Álvarez; el héroe del Plus Ultra Ramón Franco, los de Enrique de Borbón, primo de Alfonso XIII y los de los poetas Federico García Lorca y Miguel Hernández. Señala que a este último "se le ha utilizado como instrumento de propaganda por parte de la izquierda" cuando "tenía una fuerte raigambre religiosa". ¿Y qué tiene que ver que el poeta fuera del bando perdedor con sus creencias espirituales? "Pues que se ha obviado la personalidad religiosa de Hernández... sus padres eran católicos practicantes... al final de su vida recibió los sacramentos...", farfulla Zavala.
"Se casó, primero, por lo civil con Josefina Manresa, pero luego por la iglesia, ya en la cárcel. Yo aporto también el documento de la unción de enfermos que recibió". El periodista sostiene que "no se puede etiquetar", y que esa faceta creyente de Hernández "se ha querido ocultar": "Lo más importante, a mi juicio, es que, aunque en algunos momentos estuviese alejado de Dios -sobre todo, por la influencia de Pablo Neruda-, al final de su vida volvió a recuperar la coherencia perdida abrazando la fe católica, sin que nada lo ablandase".
Electoralismo histórico
Los expedientes secretos de la guerra civil es fruto de cuatro años de investigación, aunque lleva mucho más estudiando el conflicto: en 2003 sacó Los horrores de la guerra civil, una trilogía "por la que he visitado muchos archivos públicos y privados y he tenido muchas entrevistas, como con el hijo del sepulturero del cementerio de Aravaca, donde fueron fusilados Ramiro de Maeztu y Ramiro de Ledesma". Zavala sostiene que "durante el franquismo, los buenos fueron los nacionales y los malos los llamados rojos, y ahora hay una tendencia justo a lo contrario". Pues bien, él propone "tratar el tema con ecuanimidad, marcando la distancia necesaria": "Es curioso. Coges un libro sobre la guerra civil, lees el nombre del autor y ya sabes la historia que te va a contar. Yo siempre he huido de eso: creo que hay que hablar de personas con nombres y apellidos, sin prejuicios ideológicos".
No hay nada que resarcir al bando republicano: de hacerlo así, estaríamos incurriendo en el error de juzgar la historia en función de una ideología
No cree que haya nada que resarcir al bando republicano: "De hacerlo así, estaríamos incurriendo en el mismo error en el que se incurrió durante el franquismo, ¿no? En el de juzgar la historia en función de una ideología. Y ahora, afortunadamente, estamos en democracia". El autor tiene claro que había heridas históricas que habían cicatrizado y que "si se han abierto, es por puro electoralismo, porque hace diez años nadie hablaba de Memoria Histórica".
Dentro de esa voluntad de "dejar el pasado como está", se encuentran, cómo no, las herencias franquistas en el callejero. "Ahí actúan los prejuicios ideológicos, precisamente. Ningún país y ningún gobernante debería huir de su propia historia. Porque se puede aprender mucho de la historia, y más de la reciente", reflexiona. "Además, que estamos hablando de Largo Caballero, estamos hablando de que querían quitar la calle de Ramón Franco, ¡que no es Francisco Franco! ¡Que es el hermano republicano y masón del caudillo!". Zavala subraya que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, "en vez de gastarse el dinero en estudios y comisiones de Memoria Histórica" podría emplearlo en "arreglar las colas de espera de sanidad, ayudar a la gente que no tiene dinero para llegar a final de mes...": "Sacar este tema, y más a las puertas de unas elecciones, repito, es puro electoralismo".
"Hay que contarlo todo", repone. "Yo escribí hace poco un libro llamado Las últimas horas de José Antonio. Y aporto el diario inédito de su carcelero, que fue a la cárcel de madrugada, sin estar de servicio, y uno de los milicianos le contó su versión de cómo mataron a Primo de Rivera", explica. "Entonces él fue con una fregona a retirar los charcos de sangre para que no se los comieran las ratas... eso tiene una fuerza histórica impresionante". O Durruti "y esa teoría de la bala fascista...": "Se pone de relieve que era pura propaganda para culpar de su muerte al bando nacional de la guerra civil. Yo doy acceso al expediente inédito del doctor que lo atendió moribundo en el hotel donde se había improvisado un quirófano. Ahora sabemos más cosas". Se haya abierto -o no- el debate por intereses político, ¿qué hay del sentimiento popular? ¿Hay dos Españas? Zavala rodea y, al final, concede: "Hay dos Españas".
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