Hoy ha quedado claro que Trinitario Casanova es un empresario poco convencional, que ha construido su emporio a la española: ladrillo. El presidente del grupo inmobiliario Baraka ha contraprogramado a Manuela Carmena al presentarse en la inauguración de la exposición de los 70 proyectos que aspiran a reformar la Plaza de España. El nuevo dueño del Edificio España (a falta de la firma con Wanda para cerrar los 265 millones de euros) ha explicado a la prensa que fue a cubrir la agenda de la alcaldesa que “el Ayuntamiento ha dado el OK a todo lo que hemos pedido”.
Será una rehabilitación completa, salvo las fachadas. Como confirmó a este periódico su arquitecto, Luis Galiano, director del estudio RCCYP, el proyecto que ejecutarán “podría pasar perfectamente el nivel 2 de protección”. Es decir, la protección que mantenía el edificio antes de que Ana Botella e Ignacio González la rebajaran a nivel 3, para facilitar la venta del mismo a Wanda, que ha terminado por deshacerse de él. “Wanda quería derribarlo. Nosotros, no”, cuenta Casanova.
En líneas generales, la obra consistirá en dejar el sótano y las tres primeras plantas para centro comercial. El resto del edificio volverá a ser hotel (unas 600 habitaciones). Todavía no se ha decidido por la cadena hotelera que se quedará con esa parte. El parking tampoco se ampliará, un apartado fundamental para el anterior dueño y uno de los problemas en la reforma agresiva, porque eso obligaba a cimentar de nuevo y a poner en riesgo la fachada principal. Reconoce que tiene varias ofertas de marcas que quieren arrendar la zona comercial (de 15.000 metros cuadrados), una de ellas es Hard Rock Café, como informó El Confidencial. Pero todavía no ha cerrado nada.
“Sólo quedará más limpio por fuera y por dentro”, explica Casanova. Asegura que no quiere tocar ninguna de las fachadas, que el Edificio España seguirá tan cual lo conocemos. Todavía no se ha puesto en contacto con las asociaciones de protección patrimonial que se implicaron en la conservación del monumento.
Insiste en la idea de la buena relación con el Ayuntamiento: “Nos ha permitido hacerlo todo”. “Me parece bien que la ciudadanía participe en el diseño de los jardines de la Plaza de España”, dice el empresario murciano. Por su parte, la alcaldesa reconoció su satisfacción al conocer en persona a Trinitario Casanova. Con Wanda y sus intenciones arquitectónicas fuera de la jugada, la relación entre Carmena y Casanova parece abrir un punto de esperanza a la solución de un punto ciego en la política del consistorio.
“Entraremos a trabajar al día siguiente de oficializar la compra” y todos los papeles en regla con el Ayuntamiento, explica el dueño. Eso podría ser en enero de 2017. Y la obra podría estar rematada, en el mejor de los casos, en 2019.
Casanova ha inaugurado una nueva etapa en el futuro de la Plaza de España. Ha visitado el entorno de su propiedad más famosa, se ha presentado a la prensa con amabilidad, muestra la mejor cara con la protección del edificio, llega con un aire de informalidad (americana azul informal, pantalones vaqueros recogidos en el bajo, gafas Versace y unos llamativos zapatos italianos sobre la arena de la plaza). Le preguntamos cómo se define: “Soy un empresario hecho a mí mismo, que trabaja todas las horas que puede. Poco más”.