El lenguaje infantil no es sólo para niños. Para Bini Adamczak, filósofa y escritora afincada en Berlín, la forma en la que se expresan los niños es un recurso, una herramienta con la explicar una doctrina que se resiste a desaparecer: el comunismo. Con ese lenguaje ligero y sencillo ha escrito el libro Kommunismus: kleine geschichte, wie es endlich anders wird, o 'Comunismo: pequeña historia de cómo finalmente todo será de otra manera'.
Basta ver cómo arranca el libro para hacerse una idea de la estrategia de Adamczak. “¿Qué es el comunismo? El comunismo es la sociedad que abole todos los males que hacen sufrir en el capitalismo, la sociedad de hoy”, se lee en libro de esta escritora de 37 años nacida el pequeño municipio de Flörsheim, en el oeste alemán, a dos pasos de Rüsselheim, la ciudad del fabricante de coches Opel.
Su libro es un superventas de su editorial en Alemania, Unrest. Esta pequeña empresa publicó el volumen en 2004. Va por su cuarta edición y lleva 10.000 copias vendidas. La obra acaba de ver la luz traducida al inglés bajo el título Communism for Kids - 'Comunismo para niños' - gracias a la prestigiosa editorial estadounidense del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT Press). En España lo tiene previsto publicar la editorial Akal.
La mera existencia de este libro prueba que los marxistas todavía no se han dado cuenta de que su ideología no trae otra cosa más que la ruina
Adamczak recibe a EL ESPAÑOL en su oficina del céntrico barrio berlinés de Kreuzberg. Se encuentra en un edificio que lleva ocupado unos 25 años y que ahora está amenazado de desalojo por los intereses que despierta el inmueble en el mercado, o por que es lo mismo, por las presiones “del capital”, según el término de Adamczak.
Sobre esta escritora se ejercen estos días otro tipo de presiones, las de la crítica. De EEUU le está llegando una “tormenta de mierda”, dice Adamczak, con motivo de la publicación de su libro al otro lado del Océano Atlántico. Las publicaciones estadounidenses conservadoras y ultraconservadoras, como Breitbart News o The New American, han tachado el volumen de “chocante lavado de cerebro” y han apuntado que “la mera existencia de este libro prueba que los marxistas todavía no se han dado cuenta de que su ideología no trae otra cosa más que la ruina”.
A Adamczak parece extrañarle que la prensa más liberal no se haya ocupado todavía en publicar críticas de su libro, pero no se inmuta ante los argumentos lanzados contra su volumen. Responde especialmente al reproche que ella considera el más importante, el que apunta “las 100 millones de muertes” atribuidas a la doctrina comunista que se identificara con la Unión Soviética.
COMUNISMO, 100 MILLONES DE MUERTOS
“El argumento de los 100 millones de muertos es un argumento real. Hay que criticar el terror del estalinismo, claro, y hacerlo de forma dura. Es una responsabilidad de la izquierda plantear esta crítica y yo soy una comunista que ha criticado el terror estalinista de forma muy clara, el próximo mes de octubre publico otros dos libros en esa línea y aquí está este libro, que es una crítica comunista al comunismo autoritario”, dice señalando a otro de sus volúmenes, Gestern Morgen. Über die Einsamkeit kommunisticher Gespenster und die Rekonstruktion der Zukunft (Ed. Assemblage, 2015), donde aborda “los fantasmas del comunismo”.
En su Kommunismus, Adamczak también responde a la crítica habitualmente vertida sobre la literatura marxistas y neo-marxistas, compuesta esencialmente por textos de muy complicados destinados en último término a una lectura en restringidos círculos intelectuales. Lo hace a través de preguntas sencillas como “¿qué es el comunismo?”, “¿qué es el capitalismo?”, “¿cómo surgió el capitalismo?, “¿qué es el mercado?”, “¿qué es el trabajo?” o “¿qué es la crisis?”.
Respuestas a algunos de esos interrogantes son, por ejemplo, “si el capitalismo fuera una enfermedad - que no lo es -, entonces el comunismo sería el mejor medicamento para curar a toda la gente”. En el relato, el capitalismo aparece como el régimen donde gobiernan las cosas que los hombres han creado inicialmente para hacer su vida más fácil pero que, con el tiempo, han empezado a estar al servicio de sí mimas. Dicho de otro modo, “el Gobierno del capital”.
Adamczak pone como protagonistas de su historia a un pequeño grupo de personajes representados en ilustraciones que ella misma ha dibujado. Ese Gobierno del capital, en última instancia, “nos ha hecho muy infelices y ha ido mal todo el tiempo”, llega a decir uno de esos personajes en el momento del capitulo sobre la crisis.
REVOLUCIÓN DE LOS PERSONAJES
Es en ese punto de la historia que los personajes del libro de Adamczak se lanzan en una serie de experimentos en búsqueda del comunismo. Buscan entonces nuevas formas de organización de la sociedad que, de manera alegórica, representan la socialdemocracia, el sindicalismo, el ludismo y el socialismo real de la Unión Soviética, entre otras. Éste último se identifica con una gran olla llamada “Estado” en la que los personajes creados por Adamczak van poniendo el dinero que ganan trabajando en sus aburridas fábricas – las mismas que les daban trabajo antes de romper con el capitalismo.
En el relato, el capitalismo aparece como el régimen donde gobiernan las cosas que los hombres han creado inicialmente para hacer su vida más fácil
La experiencia no funciona, porque “el trabajo en la fábrica sigue sin ser divertido” y “la gente trabaja allí tanto como quieren en la fábrica”, dicen la criaturas de Adamczak. Las conclusiones de su experimento comunista con el “Estado” son las siguientes: “ésto no es como nos lo habíamos imaginado” y “no, no ésto no es el comunismo”.
Al final, los protagonistas acaban dirigiéndose a la autora para decirle que se han cansado de que les escriban su historia. “Nosotros decidimos solos cómo va esto. Es nuestra historia y ésto lo hacemos ahora solos”, lanzan los insurrectos personajes.
COMUNISMO COMPATIBLE CON LA DEMOCRACIA
“Una sociedad comunista siempre permanece abierta hasta cierto punto, no puede haber una respuesta última y definitiva a la cuestión, ¿cómo queremos vivir?”, afirma Adamczak. A su modo de ver, es aquí donde la democracia ocupa un lugar fundamental. “No hay comunismo sin democracia y no hay democracia sin comunismo”, mantiene. Para ella, el actual sistema es una "democracia a medias" porque "toda la esfera de la economía está excluida de la toma de decisiones democrática".
“El comunismo significa que la gente se apropie de su destino y que la gente decida, en conjunto, cómo quieren vivir esta vida, cómo quieren producir y reproducir, cómo quieren vivir económicamente. El comunismo no es que tú eliges a una gente que luego decide por ti”, agrega, antes de explicar que su libro, pese al título que le han dado en la edición inglesa, “no es para niños”.
El comunismo significa que la gente se apropie de su destino y que la gente decida, en conjunto, cómo quieren vivir esta vida, cómo quieren producir y reproducir, cómo quieren vivir económicamente
“Los niños también lo leen, me consta, y en las lecturas que se organizan del libro y a las que voy también van niños de siete, ocho, nueve, diez años, allí luego los adultos hablan con los niños de los temas del libro”, cuenta. Al hilo de la publicación de Kommunismus, Adamczak recibió un e-mail de una niña de 9 años. “Querida Bini, tu libro me ha gustado mucho, ¿cuándo viene el próximo? Alguna gente dice que el comunismo es algo malo. ¿Lo he entendido mal? Cordialmente, Sara”, escribía la joven lectora.
Adamczak empezó a escribir este libro cuando estudiaba filosofía. En 2004 le tocaba participar en una conferencia internacional de académicos sobre cuestiones políticas y culturales. “Comunismo indeterminado” se titulaba la cita. Allí ella planteaba recuperar el concepto de comunismo, en un momento histórico posterior al 11-S en el que en “el panorama intelectual solo había neoconservadores e islamistas, terroristas y la guerra contra el terrorismo”, rememora Adamczak.
El actual contexto de crisis política y económica en EEUU y Europa parece haber abierto nuevas posibilidades políticas de cambio, según la autora de Kommunismus, que ve más potencial en figuras como el senador estadounidense Bernie Sanders, del Partido Demócrata, que en formaciones de nuevo cuño en Europa como Podemos en España o Syriza en Grecia.
Después de la llegada a la política del partido de Alexis Tsipras con las reglas de democracia representativa, en seguida, se olvidó todo ese movimiento de economía alternativa
“Tanto en España como en Grecia, el movimiento de la gente evolucionó tomando la forma de partidos, esto fue probablemente un error”, según Adamczak. “Después de la llegada a la política del partido de Alexis Tsipras con las reglas de democracia representativa, en seguida, se olvidó todo ese movimiento de economía alternativa o de esos hospitales autónomos que se estaban organizando de forma independiente”, plantea la autora de Kommunismus. Frente al auge de la extrema derecha, ella tiene la esperanza puesta en “una sociedad que apueste por economías solidarias” y que sea capaz de animarse para “elegir cómo queremos vivir”.
Kommunismus seguramente invite a los lectores – grandes y pequeños – a pensar en la crítica al capitalismo, la democracia representativa y las nuevas formas de organización. Pero probablemente resulte insuficiente para liberar a los adultos mínimamente leídos del lastre dejado por los funestos regímenes comunistas.