Tiene 36 años. Le conocerán por pasearse ensangrentado por el centro de San Sebastián con lo que parecía un cadáver de una víctima de ETA o por encerrarse con ocho neonazis y dejarse pegar por su condición de judío. Omar Jerez es extremista, aunque huya de los extremos: quiere ser molesto a todos, pretende que la performance acerque a la reflexión. Acaba de montar su última acción, junto con Julia Rodríguez, Tres Españas. Es la primera vez que toca el guerracivilismo y lo hace más templado que en otras piezas. Dos boxeadores se atizan en Víznar, donde fue asesinado Federico García Lorca. “Luchan en un limpio combate de un solo asalto que finaliza en un amistoso abrazo. Un enfrentamiento respetuoso que representa a esa tercera España que huye del odio”. ¿Habrá paz? ¿Es posible una performance con final feliz? ¿Estamos ante la primera performance buenista?
En esta performance parece que hay más actuación que acción. ¿Es más metafórica que evidente?
Me apetecía hacer algo de la Guerra Civil que no estuviera muy mascado. Todo lo que hace el arte contemporáneo español sobre este tema es muy obvio, como las obviedades de Eugenio Merino o Fernando Sánchez Castillo. Hacen piezas sin reflexión detrás. Esta performance sí genera un discurso: ¿quién ha hablado de la tercera España en una performance?
¿Por qué cree que ningún artista ha hablado de la tercera España?
Porque se lee muy poco, porque en España no se conoce el conflicto. Somos analfabetos funcionales de la Guerra Civil. Muy poca gente se ha puesto a leer y a documentarse. Se sabe más en EEUU que en España de la Guerra Civil. El hispanista que más sabe es Stanley G Payne.
¿Usted cree que hubo gente que estaba dispuesta a matarse y a morir?
Hay estudios que demuestran que hubo gente que no quiso combatir, desde monárquicos a anarquistas. Esa tercera España podía tener ideología, pero no estaban de acuerdo con las formas de ambos bandos. Los nacionales y los republicanos se mataron entre ellos. No creo que sea ingenuidad, es la no identificación. Hay personas que no están preparadas para cometer fratricidio, y que aquello le pareció un despropósito.
¿Qué hizo esa tercera España durante la guerra?
España no se defiende con tiros, creo en esa tercera España, la que optó por el pacifismo observador, que observó cómo se mataban entre todos. He conocido gente de 88 años que pertenecían a la tercera España, aunque ellos no se definían como tal. Hubo muchos españoles que no quisieron la confrontación y huyeron. Si hubieran vivido en derecho y libertad habrían entrado a defenderla, pero no lo hicieron. Esa tercera España se quedó al margen. Lo que querían la mayoría de los republicanos era anexionar España a la URSS.
¿No fueron exiliados por miedo a la venganza?
No. Hubo muchos españoles que huyeron porque no querían vivir en guerra, de los dos bandos. No huyeron sólo refugiados republicanos.
Antes habló de “fratricidio”, ¿eso fue la guerra civil española, una lucha entre hermanos?
Totalmente. De hecho, se dan casos de hermanos que se mataron entre ellos. Hay familias que no se hablan en 2017 por aquello. Y ese odio sigue presente, no ha desaparecido. Son odios más viscerales, porque la ideología del odio se ha transmitido. El fratricidio sigue, pero en lugar de matarse no se saludan en el pueblo. O se pegan de hostias en los plenos de los Ayuntamientos, que es donde mejor se ve esa radiografía de las dos Españas.
Si fue un fratricidio, ¿no hubo Golpe de Estado por el Ejército dirigido por Franco?
Ya había tensiones en el bando republicano. Se mataban entre ellos. Era una democracia entre comillas.
No le entiendo.
Está clarísimo que Franco fue un criminal de guerra. Pero, de alguna manera, en la República lo de la democracia fue entre comillas. Hubo quema de iglesias antes de que llegara Franco. Era una dictadura democrática, los derechos y las libertades estaban cuestionadas. No era una democracia pura. Actualmente, tampoco existen salvo en Noruega. Aunque Franco es una de las peores cosas que le ha pasado a este país: sin una dictadura de Franco, habríamos tenido una dictadura de la República. El comunismo ha matado a millones de personas en el mundo.
¿Es usted un artista atípico?
Todos los artistas españoles son progres y de izquierdas. En este país criticar a ETA es de fachas, pero yo siempre estoy a favor de darle un punto más complejo. No caigo en la obviedad. No hace falta hacer una pieza de Franco, porque se desmorona por sí mismo. Por eso las obras de Eugenio Merino o Sánchez Castillo son más malas que un dolor. Intentemos que el discurso sea más amplio.
¿Es posible hacer una performance de centro?
Esa tercera España no es centro, son gente que no quiso matar. Yo soy un poquito más listo y soy capaz de no identificarme con los odios. Tengo ideología, pero no vivo con odios. Lo que no me posiciono es en matar o en matar, me llegan whatsapp todo el día de gente que me habla mierdas del PP o de Podemos. La izquierda en España es un lobbie muy fuerte y hay temas que no se pueden tocar y abordar y hacer.
¿Puede ser una performance que moleste a la izquierda?
Es posible que moleste a la izquierda, y es posible que mi obra les moleste más a ellos que a la derecha. Yo soy un artista que se niega a recibir pasta del Estado. No utilizo nunca jamás dinero público. No soy Santiago Sierra, que va de antisistema y luego viaja con dinero público a la Bienal de Venecia. Se me odia porque no me pillan. Esa ambigüedad en muchos de mis discursos me salva. Si te dijera que soy de izquierdas me inhabilitaría para hacer muchas cosas. Nunca he manifestado en qué posición me encuentro, para poder hacer lo que quiera.
¿Llamar “nacional” al Ejército sublevado no es una manera de posicionarse?
No, para nada. Si hubiera vivido en la Guerra Civil me habría matado cualquiera de las dos Españas. No habría sobrevivido a ninguno de los dos bandos. Me habrían asesinado cualquiera de los dos. Habría tenido más posibilidades de sobrevivir como judío en el Holocausto que en la Guerra Civil. En España no existieron los derechos humanos, los dos bandos fueron asesinos. Me dan asco las dos Españas.
En el enfrentamiento entre dos boxeadores, las dos Españas enfrentadas, ¿dónde está la tercera?
Es el boxeador invisible, porque no está en ninguna parte. Ni en los libros de historia, ni en las películas, no tienen visibilidad ni en la actualidad ni en el pasado, ni en el arte contemporáneo. Es gente que existe pero no está. Yo calculo que hoy somos unos ocho millones de personas.
¿Por qué se decantó por el boxeo?
Porque se asociaba al franquismo, cuando es uno de los deportes más nobles que hay. Hay más violencia en el fútbol que en boxeo. El boxeo está estigmatizado. Y la humildad es algo que es necesario para la reconciliación. Debemos escuchar. El español cuando habla no escucha, interrumpe, corta las palabras, no escucha. El boxeo es el análisis, el pensar, muy parecido al ajedrez.
¿Quiere decir que la guerra puede llegar a ser un arte noble?
No, porque esta es la representación de España en democracia, no en la guerra. Y la performance no representa una guerra, es una confraternización. Dos personas luchan donde teóricamente mataron a Lorca. Si hablamos, hablemos para encontrar elementos de diálogo, no odio por odio. Es pura poesía porque el boxeador cuando se cae, se levanta. La vida y la muerte en tres minutos. Y al final, se abrazan.
¿Cómo sería una performance suya en el Valle de los Caídos?
Nunca he estado en el Valle de los Caídos. Pero me parece muy obvio hacer algo allí. Yo sacaría a Franco del Valle si sirve para reconciliar a España, pero si sirve para más odio, no lo sacaría de allí. Nunca haría una pieza como la de Eugenio Merino, al que respeto mucho, pero él sabe que es la peor pieza que tiene.
De alguna manera, los dos hablan de lo mismo: Franco sigue presente.
El problema es que él se identifica con una de las dos Españas, y yo nunca me identifico. Su pieza no sirve porque no es ambiguo como yo. Mi libertad es gracias a mi ambigüedad. Si la gente supiera qué voto, fallecería como artista inmediatamente.
¿La Memoria Histórica ayudará a la reconciliación?
Ahora mismo, la Memoria Histórica es un elemento de odio y de rencor. Aunque debería ser de reconciliación. No existe ni por los políticos ni por los ciudadanos una intención de entendimiento. Es una quimera. El arte puede conseguir más cosas que una ley si sabes no hacer daño, ni tiene un tono hiriente. La frivolidad sí tiene esa capacidad de herir.
¿Cómo distinguir en la performance la ofensa de la provocación?
La provocación es una reacción banal, con pocos elementos de pensamiento. Con un desnudo puedes escandalizar a la gente, pero al día siguiente olvida. Pero si ejerces una performance que dure en la memoria se convierte en una obra maestra. La mayoría de los performance buscan la atención fácil que irán desapareciendo. Hay mucho que sale en prensa que desaparecerá. No quedará un poso de reflexión.
¿Qué es la Marca España?
La Marca España sería la hostia si no tuviéramos complejos de inferioridad. Hay tantas cosas prohibidas en España, que estamos acojonados. En el momento que pasemos este fascismo de lo correcto saldrá gente maravillosa.