Cuando en septiembre de 2014 el especialista en conservación preventiva Gaël de Guichen determinó que, tras tres años de estudio en la cueva de Altamira, “el impacto de las visitas es mínimo en las condiciones ambientales”, el Patronato del Museo de Altamira declaró inmediatamente la reapertura al público. Desde entonces, cinco personas a la semana, durante ocho minutos, entran por sorteo entre los visitantes.
El experto contratado por el Ministerio de Cultura para hacer el informe aclaró, además, que “el cierre de la cueva no detendría los procesos de deterioro”. Calculaba De Guichen la influencia de las visitas, pero no el de las decisiones políticas sobre la conservación de las pinturas de la sala de los polícromos.
La subasta sirve para atraer a “personas que están dispuestas a pagar muchísimo dinero por entrar a la cueva original”
Pero el Consejero de Innovación, Industria, Turismo y Comercio, Francisco Martín, tiene otros planes para la cueva: quiere proponer al Patronato que la cueva se abra a la subasta y ampliar el número de visitas establecidas por los científicos y sacarle “algún rendimiento económico”. Teresa Chapa, catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, aclara a EL ESPAÑOL que el mayor problema de la cueva es la contaminación lumínica: “Los organismos fotótrofos se multiplican simplemente abriendo la puerta”. Estos microorganismos se alimentan y se activan con la luz y son los que cubren algunas de las pinturas rojas del techo.
En declaraciones a El Diario Montañés, el político del Partido Regionalista Cántabro (PRC) aclaró que su idea de la subasta sirve para atraer a “personas que están dispuestas a pagar muchísimo dinero por entrar a la cueva original”. A este periódico le fue imposible contactar con Martín, su gabinete declaró que “se tomó el día libre”.
El cuento de la lechera
El consejero ha pensado en “un sistema de subasta para unas pocas entradas”, sin especificar cuántas exactamente. Para llegar a cinco a la semana De Guichen estuvo tres años investigando. “Altamira es un recurso turístico de primera magnitud, pero mientras no sepamos aprovecharlo de una forma inteligente, no vamos a ningún sitio”, añade. Martín quiere “atraer a personas que están dispuestas a pagar muchísimo dinero por entrar en la cueva original”.
Tampoco aclara cómo, pero asegura que “en el siglo XXI hay mil soluciones técnicas para entrar en la cueva sin afectar al ambiente interior”. Los científicos siguen investigando desde el siglo pasado cómo lograr reducir el impacto humano en la conservación de las pinturas. La cueva estuvo cerrada durante doce años y sólo encontraron una solución.
Piensa en una subasta de “unas cinco de cada trescientas o cuatrocientas entradas”
Martín se muestra muy preocupado porque “no está haciendo un aprovechamiento óptimo de ese recurso”. “Nos permitiría traer un turismo de un nivel adquisitivo francamente alto, si quisiéramos”, asegura. Piensa en una subasta de “unas cinco de cada trescientas o cuatrocientas entradas”. Paradójicamente, dedicaría los beneficios de la subasta para ricos a “hacer unas instalaciones para visitar Altamira sin afectar al entorno”.
El consejero también valora una propuesta de la Asociación de Hostelería: “Coger unas entradas y sortearlas, pero no los viernes, sino en Fitur o entre los establecimientos hosteleros de Cantabria para que ellos puedan preparar paquetes de fin de semana”.
Políticos Vs. científicos
La guerra entre políticos y científicos se desató cuando los primeros expulsaron al CSIC -cuyo informe el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte hizo público en abril de 2015, con tres años de retraso y con la decisión tomada- de las investigaciones en la protección de la cueva y el Ministerio de Cultura contrato al especialista Gaël de Guichen, para realizar el informe que concluyó con las puertas abiertas pero controladas: un sorteo entre los visitantes semanales selecciona a cinco privilegiados para ver las pinturas originales. Ocho minutos en la sala de los polícromos.
Tras la apertura decidida por el Patronato de Altamira, el Departamento de Prehistoria de la Facultad de Historia de la Universidad Complutense de Madrid escribió un informe contra la medida, en la que criticaban la presión de los políticos locales sobre la protección de las pinturas de la cueva. De hecho, señalaban la composición partidista del Patronato, en el que hay varios políticos incluidos que deciden el futuro del conjunto Patrimonio de la Humanidad.
Los historiadores aclararon que sólo queda reconocer que es la presión política y las posiciones electoralistas las motivaciones de la reapertura
“Los políticos señalan que la posibilidad de visitar la cueva incrementará el turismo en la zona y socializará el Patrimonio Histórico sin afectar de forma significativa a las pinturas paleolíticas”. Sin embargo, aclaran que los datos de 2014 demuestran que la reapertura no influye en la atracción y captación de más turistas. La posibilidad de ser elegido para entrar en la cueva y contemplar las pinturas originales no es motivo para visitar Altamira.
La presión política
En sus conclusiones aseguraban que “sólo queda reconocer que es la presión política y las posiciones electoralistas las motivaciones que subyacen a las acciones adoptadas por el Ministerio de Cultura”. Lanzaron un llamamiento a la UNESCO y otros organismos internacionales comprometidos con la preservación del patrimonio cultural para que “tomen nota de los peligros que las decisiones políticas suponen para la conservación de Altamira”.
En Lascaux II se ha reforzado la política de fomento de las visitas a la réplica y se ha mantenido cerrada la cueva
Los especialistas compararon el caso con las cuevas de Lascaux II: en 2009 la UNESCO determinó oficialmente que el sitio ya no estaba en peligro, pero el Gobierno francés no consideró la apertura. “Más bien se ha reforzado la política de fomento de las visitas a la réplica y el desarrollo de otros recursos basados en las nuevas tecnologías”, explicaron.
Antes de los casi 20 profesores del departamento, el director del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas, Manuel Ramón González Morales, ya avisó de que la decisión de reabrir la cueva la tomarían los políticos. “La decisión es política, como ocurre casi siempre. Serán los políticos quienes la tomen y los científicos asesorarán”, dijo. Los políticos abrieron, pero con eso no era suficiente.