En las fotos de la época loca, el pintor catalán Joan-Josep Tharrats (1918-2001) posaba con sus colegas vanguardistas con media sonrisa canalla, todos vestidos de traje como los Beatles del arte abstracto. Parecían una portada de disco. Sobrios pero pícaros, transgresores hacia adentro -claro que el franquismo invitaba a la introspección-. Luego llegó el pelo cano, la frente despejada, las gafas de pasta marrón y el gesto arrugado de la boca. Y, entre medias, su surrealismo, su magia, su esoterismo, su alquimia y sus nocturnos pendiendo del cordón umbilical de la Guerra Civil. Tharrats era un rupturista que quiso oxigenar las vanguardias muertas, cambiar el crucifijo por sus dioses Piet Mondrian y Vasily Kandinsky aprovechando los años cuarenta y el cese del conflicto.
Hay quien le recuerda en un zafarrancho de papeles recortados, manchas y pegamentos. Hoy es difícil imaginar la expresión del artista -Premio Nacional de Artes Plásticas, miembro de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi- si supiera que su hijastro ha montado un chiringuito aprovechándose de su nombre y falsificando sus obras. Seguramente pondría cara de cosmos, pincelada aquí y color allá. Tiene hasta Fundación propia, Tharrats. Cásese usted por segunda vez para esto.
Un dado de siete caras
Qué dirían los integrantes del pionero movimiento vanguardista -y la posterior revista- Dau al Set: Joan Ponç, Modest Cuixart, Antoni Tápies, Joan Brossa y el propio Tharrats (Arnau Puig, también miembro, vive). Sólo el nombre con el que se bautizaron (traducido como "La séptima cara del dado") ya habla de su carácter rompedor y su inconformismo con lo que nos han dicho que el mundo debe ser, un poliedro de seis caras y ni una más. Corría el año 1947 y estaban hartos de pintura académica: la pandilla se encargó de reconocer la influencia de Klee, Max Ernst y Picabia y promovieron la renovación artística y cultural dedicando sus publicaciones también a Magritte, Dalí, Francis Picabia, al dadaísmo y al psicoanálisis. Tharrats ejercía de editor.
Tharrats se quedó viudo y se casó con otra señora, que es la del hijo falsificador. Se fue a vivir con ella a Pineda de Mar, donde ahora está su Fundación, y se empezaría a gestar la cosa
"Era un personaje cultísimo, antifranquista, también escribía muy bien... cosas de talante liberador, encontraba mucha inspiración en Francia", cuenta Joan Gaspar, director de la galería barcelonesa del mismo nombre en la que acoge diversas obras del pintor. Él le conoció bien en vida. "Después se quedó viudo y se casó con otra señora... que es la que tiene el hijo falsificador. Se fue a vivir con ella a Pineda de Mar, donde ahora está su Fundación, y ahí se empezaría a gestar la cosa". La cosa, el pastel. El 20 de enero, el hijastro recibió la visita -y el arresto- de la policía. Está acusado, junto con un galerista y un marchante, de presuntos delitos de estafa, contra la propiedad intelectual, falsificación y pertenencia a grupo criminal.
Aprovecharse del nombre
Juan Cifuentes, agente de la Unidad Central de Patrimonio Histórico de los Mossos d'Esquadra, explica a este periódico cómo comenzó todo: "La investigación no surge de ninguna denuncia. Nuestra red de información en el mercado artístico se percató de que había una venta ingente de obras atribuidas al artista -desde hace ocho años- con ciertos atributos de originalidad que no serían correctos", cuenta. "Coinciden, además, con su última época, en la que estaba un poco mermado por su estado de salud. Así que las analizamos y los expertos nos confirmaron que eran falsificadas".
El agente señala que el engranaje delictivo estaba bien montado: "El hijastro se aprovechó de la confianza que inspiraba su nombre para inducir al engaño aprovechando ese vínculo familiar, y el galerista y el marchante más de lo mismo: eran personas de prestigio, llevaban toda la vida comerciando en el mundo del arte". Al galerista le interesarían todas estas obras "no por su calidad, que sabía que no existía, sino por el volumen de producción" y "por el precio de venta, que acabó devaluando la obra de Tharrats".
El hijastro pasó varios años cerca de Tharrats y adquirió conocimiento de su técnica última, fase en la que el pintor ya estaba enfermo
Pero, ¿cómo lo hizo el hijastro? ¿Cómo falsificó 111 obras -más 26 que siguen pendientes de valoración- en los últimos años sin que nadie se percatase? "Parece que tuvo el privilegio de pasar varios años cerca de Tharrats y adquirió conocimiento de su técnica última, fase en la que el pintor ya estaba enfermo", relata el agente Cifuentes. El delito parece remontarse ya a la vida de Tharrats. "Valorando la enfermedad del artista, es imposible que muchas obras las hubiese hecho él".
Paletada de barro
Joan Gaspar llama a este delito "paletada de barro a la reputación de Tharrats": "Han acabado de hundir un mercado que, ya de por sí, no era muy bollante". El galerista no se explica la ridiculez de la estafa: "¿Qué objeto tiene falsificar obras de un artista que salen a subasta por 1.000 y 2.000 euros? Al menos, falsificar a Tàpies tiene un precio... ¿pero esto? Esto es como querer falsificar billetes de diez euros, pero claro, como cuesta mucho, lo hacen con uno de doce euros y no engañan a nadie. Es del género tonto". Gaspar recuerda que él mismo ha hecho certificados de obras de Tharrats, "pero sólo cuando vivía, y siempre he procurado que los hiciera él mismo, porque con los galeristas ya se está viendo... las obras pueden ser de dudosa procedencia".
Dolores R. Roig es la investigadora de arte de la Galería Mayoral y encargada de la exposición Tharrats. Dau al Set, que se inaugura el próximo 19 de marzo en Verdú (la muestra estará comisariada por Joan Tharrats Ral, el hijo del artista, y realizada con la colaboración del mismísimo Arnau Puig). La experta destaca "la maculatura" como elemento característico del pintor: "Es una técnica que surge de las máculas de imprenta, es decir, de la hoja impresa de manera defectuosa, encallada entre los cilindros de la prensa y manchada por las re-tintadas sucesivas".
¿Qué objeto tiene falsificar obras que salen a subasta por 1000 y 2000 euros? Al menos, falsificar a Tàpies tiene un precio, pero a Tharrats...
Y cree que, dado que en este desarrollo "intervienen elementos como el error y la recuperación del material descartado", el falsificador "ha podido aprovecharse de conocer bien el proceso creativo del artista y reproducir copias, de la misma manera que muchos otros falsificadores de lo largo de la historia lo han hecho con artistas de gran renombre como Picasso, Matisse y Miró".
Espera que con su incipiente exposición "ayudemos no sólo a redescubrir al artista, sino a reposicionar la obra y la trayectoria del mismo". Roig remite, por último, a las palabras que Frank O'hara -comisario de la exposición del MOMA de Nueva York en la que Tharrats participó- le dedicó al pintor: "The most intellectual, head-long expressionist, astral, destructive order". Casi nada. A ver si el hijastro -ahora en libertad con cargos- corre a imitar eso.