A veces más importante que los propios descubrimientos, es la historia que hay detrás. Los entresijos, lo que nadie ve y nadie sabe. Es lo que ha ocurrido con la carta de Cristobal Colón que las autoridades de EEUU devolvieron a Italia este miércoles después de que hubiera sido robada en Florencia sin que nadie se enterara y entregada décadas después (en 2004) en la Biblioteca del Congreso norteamericano.
Una misiva escrita por el descubridor a la vuelta de su primer viaje al Nuevo Mundo y dirigida a los Reyes Católicos en la que contaba sus primeras impresiones del continente descubierto por azar. Cuatro folios escritos por ambas caras de los que, que debido a la popularidad de sus aventuras, se realizaron impresiones -en torno a tres docenas- en latín, una de estas copias auténticas (creadas en Roma en 1493) es la que ha aparecido ahora dejando demasiadas preguntas sin responder.
Una carta que ha hecho el mismo trayecto que hizo su autor. Primero viajó desde Europa a América, para más tarde regresar a su lugar de origen más de 500 años después de que Colón pisara tierra. “Un viaje de ida y vuelta”, como lo calificó el Ministro de Cultura italiano el miércoles al comunicar a la prensa la noticia.
Ahora comienza una investigación para completar una historia en la que hay más lagunas que certezas. ¿Cómo es posible que se llevaran la carta original de la Biblioteca Riccardiana en Florencia sin que nadie se diera cuenta? ¿quién hizo la copia que se colocó en su lugar y cómo engañó a la gente hasta 2012, cuando las autoridades italianas comenzaron a seguir la pista del robo?
El director de la biblioteca, Fulvio Silvano Stacchetti, ha confesado al New York Times que cree que la original fue sustraída hace más de 60 años, cuando el libro que la contenía fue prestado nueve meses a la Biblioteca Nacional de Roma, ya que fue el único momento en el que salió de su ubicación natural, la sección de Rarezas de la institución que dirige “donde tiene toda la atención y protección”, ya que se trata de un tomo al que no todo el mundo tiene acceso. Su versión la contradicen otros investigadores, que han observado la falsificación y la técnica usada, que es posterior a 1950.
“La carta de Colón es relativamente fácil de falsificar, ya que sólo tiene cuatro hojas”, cuenta Paul Needham, bibliotecario en la Universidad de Princeton al mismo medio. Él fue uno de los encargados de examinar el original en Washington y la copia en Florencia. Estos exámenes que se han hecho a posteriori han revelado que las páginas de la copia ni siquiera tienen el mismo tamaño que el original y que la numeración es diferente, además de usar un papel que data de un siglo después que el del original robado.
Esta es la historia de un robo muy sofisticado. Durante años no descubrimos que las bibliotecas tenían falsificaciones, lo que indica que nuestro nivel de atención tiene que ser mayor
El robo fue sólo el comienzo de esta aventura llena de interrogantes, ya que en 1990 la carta apareció en posesión de un coleccionista en Suiza, que dos años después la vendió en la casa de subastas Christie's de Nueva York por un precio de 330.000 dólares. Una fecha que, curiosamente, coincidió con el 500 aniversario del descubrimiento de América. Fue 12 años después, en 2004, cuando mediante un donante del que nunca se ha conocido la identidad, apareció en la biblioteca del Congreso de EEUU. Pero nadie preveía que esa carta era la misma que creían tener bien custodiada a miles de kilómetros de distancia.
Y puede que ni siquiera sea el único caso, ya que durante el anuncio de la noticia el pasado miércoles, el embajador americano en Italia, John Philips, la carta florentina no es la única copia original que se encontraba perdida, sino que otras tantas fueron robadas y reemplazadas en el pasado, todas ellas dentro de Europa.
De momento lo único que se sabe es que la carta volverá a la Biblioteca Riccardiana, “su lugar legítimo”. “Esta es la historia de un robo muy sofisticado. Durante años no descubrimos que las bibliotecas tenían falsificaciones, lo que indica que nuestro nivel de atención tiene que ser mayor, especialmente en un momento en el que el coleccionismo está en auge en países emergentes. La tentación empieza ahora”, zanjó el Ministro italiano.